Transformar la narrativa, por Lucia Solis

''Dentro del periodismo y las comunicaciones, la responsabilidad no solo radica en informar sobre violencia de género, sino también en pensarla estratégicamente para contribuir a su prevención''.

Generar impacto y promover consciencia con casos de violencia de género sin caer en la sensacionalización, sin recurrir al morbo y sin legitimar percepciones sexistas es un reto. No es sencillo, en tiempos de inmediatez y producción masiva de información, alejarse intencionalmente de los métodos tradicionales y priorizar los derechos humanos de las víctimas y sobrevivientes.

En un panel de la 13th Global Investigative Journalism Conference (13° Conferencia Global de Periodismo de Investigación), se abordó este conflicto a través de la siguiente premisa: ''humanizar sin sensacionalizar''. Con esta consigna, periodistas de diversos países del mundo —incluido Perú— teorizaron y brindaron pautas para que los hechos de violencia machista que logran ser registrados a nivel global puedan ser contados desde una narrativa humanizadora que movilice y genere empatía.

''Los informes sobre feminicidio (…) a menudo se enmarcan en detalles lascivos y espantosos, o se basan únicamente en datos concretos para ilustrar el número de mujeres asesinadas'', señala un artículo de Ana P. Santos para la GIJN. La paradoja es apropiada. Los casos que se hacen públicos se suelen cubrir como hechos puntuales, mientras que cuando se habla de cifras de violencia en una ciudad o departamento, el enfoque se asienta en un único número que, además, parece aislado de la problemática real.

Quizás no haya un modelo ideal de abordaje. La complejidad de cada caso exige un tratamiento individualizado, teniendo en cuenta factores diferenciados. Sin embargo, lo que sí tendría que ser un punto en común es el de esforzarse constantemente por colocar los intereses de víctimas, sobrevivientes y sus entornos cercanos al centro de la narrativa. Esto significa evitar a toda costa detalles revictimizantes que puedan provocar una re-experimentación del hecho a las partes mencionadas en cuanto al enfoque, lenguaje y recursos tanto visuales como audiovisuales. Esto abarca casos de personas no públicas como a quienes pertenecen al ámbito del espectáculo, donde son usuales las acusaciones de acoso y agresión sexual.

De hecho, la reciente denuncia por violencia física que interpuso la modelo Samantha Batallanos al boxeador Jonathan Maicelo prueba, una vez más, la importancia de aplicar un enfoque de género humanizador sin distinción de las personas involucradas. Dentro del periodismo y las comunicaciones, la responsabilidad no solo radica en informar sobre violencia de género, sino también en pensarla estratégicamente para contribuir a su prevención. ''Lograr un equilibrio entre las estadísticas y la narrativa personal para producir una narración poderosa'', como le llama Santos.

Entre las recomendaciones brindadas en el panel para humanizar sin caer en el morbo y expandir el alcance del reporte de hechos de violencia de género, están: exponer y analizar las ‘‘lagunas’’ en las cifras oficiales, apostar por la comparación de datos entre países más que en números absolutos para evidenciar las disparidades, así como tomar en cuenta la incidencia de la cantidad de feminicidios en contraste con la población total. Además, es importante relacionar de qué manera los datos ilustran el proceso de cada víctima o sobreviviente, como por ejemplo, si denunció previamente al agresor, cuántas veces lo hizo y si se dictaron medidas de protección. Finalmente, enmarcar y dimensionar la violencia machista y su impacto en el país con relación apolíticas públicas y acciones adoptadas.

Lucia Solis Reymer

Casa de Brujas

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.