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Alternativas para la demanda ciudadana, por Hernán Chaparro

“En este contexto de desconexión, se ha mencionado al Acuerdo Nacional como un lugar donde se podrían debatir alternativas de salida a la actual crisis política...”.

Pocas veces se ha visto que tanto el Ejecutivo como el Legislativo tengan tan bajos niveles de aprobación en simultaneo. Y nada indica que vayan a cambiar de comportamiento con relación a las preocupaciones de la gente. En ese proceso de frustrada demanda de abajo hacia arriba, por decirlo de alguna manera, la población está agotada. Complica la situación la falta de liderazgos sólidos que se muestren como alternativas. Los radicalismos de uno u otro extremo, minoritarios, enardecen y buscan polarizar, aunque más es lo que fragmentan y desinforman.

Es indudable que la movilización y vigilancia ciudadana, la denuncia y la investigación periodística, tienen que hacer lo suyo. Es necesario actuar con relación a lo que ocurre hoy y sobre todo lo que pueda seguir ocurriendo hasta las próximas elecciones. Pero vale la pena explorar otras formas de abordar la respuesta a estas demandas para poner más peso en los intereses ciudadanos de acá al 2026.

El peor de los escenarios es un proceso electoral donde se repita la mala calidad de la oferta política, así como la fragmentación de las preferencias ciudadanas. Y ese camino no es sencillo porque el rechazo y la desafección, diferentes formas de reaccionar frente a la frustración con relación a la política, no son nuevas y afectan también la posibilidad de conectar las diferentes demandas de la población.

Por ejemplo, un estudio que realizamos en el 2015 indicaba que, en Lima, en alrededor del 40% primaba la desafección con la política. Esta cifra llegaba casi al 50% a nivel nacional. Una desafección que termina siendo la forma en que un sector importante resuelve el sentimiento de no sentirse escuchado. Son personas que optan por abordar a nivel personal o familiar sus problemas. La desconfianza, el pragmatismo, el corto plazo y la lógica de sobrevivencia priman.

Otro grupo de limeños, cerca de un tercio, se mostraba conectado con la política, pero desde la rabia y la crítica. Una población donde priman jóvenes que estarían dispuestos a participar si encontrasen propuestas confiables. En ese mismo estudio se identificó un tercer grupo que, siendo crítico frente a la oferta política existente, sí participaba en algún tipo de organización de la sociedad civil o que incluso había militado en algún partido o movimiento. Un sector que en Lima era poco más del 10%, pero evaluando los resultados a nivel nacional, era el segundo en tamaño, el 25% de la población. Interés en participar hay, el punto es crear canales.

En este contexto de desconexión, se ha mencionado al Acuerdo Nacional como un lugar donde se podrían debatir alternativas de salida a la actual crisis política. Hay gremios que han manifestado que no están interesados en participar, pero es un espacio donde los actores políticos podrían retomar contacto con la ciudadanía y, desde ahí, priorizar el debate.

Por ejemplo, el grupo El Comercio ha tenido la interesante iniciativa de retomar las audiencias vecinales. En esta dinámica la población tiene un espacio de participación y de contacto con autoridades municipales. Se debate sobre los problemas de la comunidad, se organizan preguntas, los alcaldes responden y se fijan compromisos dando fechas para la rendición de cuentas.

El Acuerdo Nacional en el 2021 y el 2022 también ha realizado encuentros regionales en diferentes zonas del país (Ica, Cusco, Piura) y en febrero de este año se estuvo coordinando con el Consejo Directivo de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales para organizar un encuentro en la macro región sur. Es un espacio que puede ayudar a restablecer el diálogo entre la ciudadanía interesada, los partidos y diversos gremios ahí representados. Es un lugar que puede motivar a que la población se organice para articular y debatir sus demandas.

larepublica.pe
Hernán Chaparro

La otra orilla

Profesor e investigador en la Universidad de Lima, Facultad de comunicación. Doctor en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del comité consultivo del área de estudios de opinión del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Viene investigando sobre cultura política y populismo.