Nuevamente El Perú

De nuevo El Perú vuelve esta semana: postergación, marginación, injusticia; y lo peor, el peor mal: la pobreza.

¿Cuántos Perús habitan en este país?

Está el que queda en Lima, con su mirada centralista, que cree que todos debemos ser como él, al que “el interior nacional” aparece cuando hay terremotos, accidentes u otras desgracias.

Luego viene el resto que, literalmente, se está dividido no solo por la geografía, demarcaciones regionales, provinciales y distritales, si no, desconectado por esa visión tan etnocentrista; de allí acaso la mejor definición de “provinciano” sea la inspección unilateral y cerrada de la realidad. El arequipeño que cree que la nación es solamente Arequipa; el trujillano, igual; el cusqueño, ídem; y así sucesivamente.

La pregunta vargasllosiana siempre late “¿En qué momento se jodió el Perú”; pero también aparecen: ¿Quién lo jodió más? ¿Y, quién no lo hizo? ¿Cuánto tiempo más seguirá así?

Por eso la frase es acertada: la toma del Perú. Habrá problemas: toma de carreteras, marchas, enfrentamientos; esperamos ni heridos ni mucho menos muertos.

Ni una sola institución con credibilidad y confianza para, aunque sea, iniciar un diálogo: conversar; Prialé decía que “Conversar no es pactar”; sí y no

¿Para qué se conversa? Pues no solo para pactar: ponerse de acuerdo, coincidir, concordar.

Qué sería lo mínimo para unir a la nación.

Usted, inteligente lectora, ¿Qué sería? Se piensa que la comida, no. La música, menos. Los Incas, tampoco. Hubo momentos: la guerra con Chile, el terrorismo. Lectora tenaz y análitica ¿Ya tiene la respuesta? Otros que siguen esta columna, ya habrán cambiado de tema: ¿Dónde nos vamos a comer adobo? Mientras tanto, vuelve la república fallida, sin futuro, asaltada por la corrupción y la mediocridad: el horizonte inexistente.