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La mesa que más aplaude en la OEA

Diálogo no puede ser biombo para eludir la denuncia fiscal.

La misión de la OEA tendrá serios problemas para cumplir su propósito de promover un diálogo para fortalecer el sistema democrático de gobierno. Más allá de su buena intención, y cualquier sesgo, lo que debe haber concluido tras dos días de oír a muchos es que:

1. El Perú sufre un entrampamiento político complicado (como los que viven algunos de los cancilleres visitantes en sus países) por la mediocridad y corrupción de la mayoría de los políticos del Gobierno y la oposición.

2. El supuesto golpe de estado en marcha que trajo a la misión al país es una paparruchada, es decir, ‘una noticia falsa y desatinada de un suceso, una tontería, estupidez, cosa insustancial y desatinada esparcida entre el vulgo’ (RAE). Fue, en realidad, un invento del equipo político, diplomático y jurídico —el formal y el oficioso que opera en la sombra— del presidente Pedro Castillo con el fin de ganar tiempo y sacarlo del apuro de la denuncia constitucional.

3. No hay riesgo de golpe —del Gobierno a lo Fujimori o del Congreso a lo Merino— porque el Gobierno y el Congreso se quieren quedar, fingiendo que gobiernan y que se oponen, con el fin de durar lo más que se pueda.

4. Pero ambos —Gobierno y Congreso— recurren a una defensa estratégica basada en la amenaza, y un día la bala se les puede escapar y quebrar el precario ordenamiento institucional.

5. Por ejemplo, mientras el Congreso acusa de traición a la patria a Castillo con tan poco fundamento que el TC anula la iniciativa, este no puede ni esperar a que la misión de la OEA deje el país para amenazar en público al parlamento en medio de pedidos de su cierre por las masas que convoca.

6. El presidente Castillo también amenaza a quienes lo denuncian de corrupto con fundamento, tildándolos de enemigos de la democracia, con un discurso público sistemático contra la fiscalía de la nación y los medios.

7. En un contexto muy polarizado, la OEA erraría si se lanza a una piscina sin agua, proponiendo una mesa de diálogo sin viabilidad que encierra el riesgo de ser biombo para eludir las denuncias de corrupción, reemplazando a instancias que ya existen como el Acuerdo Nacional que no se usan pues gobierno y oposición no quieren dialogar, sino solo fingir una pelea para durar.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.