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Élites esquivas

“Una idea frecuente es que el pueblo detesta a las élites y premia a los políticos que también las detestan. Esto ha llenado el mundo de dirigentes que funcionan como un cóctel de lo campechano y lo autoritario”.

La élite, como grupo selecto con poder decisivo en la sociedad, es un concepto clave en las explicaciones sobre populismo. Una idea frecuente es que el pueblo detesta a las élites y premia a los políticos que también las detestan. Esto ha llenado el mundo de dirigentes que funcionan como un cóctel de lo campechano y lo autoritario.

En otra definición de populismo la cosa es repartir entre el pueblo la riqueza disponible, mientras esta dure. Las dos definiciones se acercan una a la otra cuando la riqueza está en manos de las élites. En este último caso el populismo se suele presentar como un indispensable acto de justicia histórica.

Así empezó Pedro Castillo con su discurso contra los 200 años de república, cuyos yerros él iba a remediar. Todavía de cuando en cuando aplica una patadita en la espinilla al statu quo republicano, pero es obvio que se le han quitado las ganas. Hoy prefiere ignorar a esas élites, con la ilusión de que las está reemplazando.

¿Pero dónde están las élites peruanas hoy? Cuando se habla de derecha hoy, la imagen que viene a la mente es una mezcla de políticos, activistas, trepadores sociales, racistas con diversos grados de sinceridad. Con ese variopinto material no se puede imaginar, y menos configurar, una élite, y tampoco mucho una corriente de ideas.

Quizás para encontrar lo elitista (o elitario) entre nosotros hay que dirigir la mirada hacia las instituciones, públicas o privadas, que representan una meritocracia. Es contra ellas que se dirigió el Castillo populista de la primera hora, entonces todavía bajo la influencia de Vladimir Cerrón y su partido.

Un pésimo sistema educativo básico unido a un sistema electoral es un mecanismo que parece diseñado ex profeso para que los mejores no lleguen a situaciones de poder. En este esquema la posibilidad de una élite gobernante de tipo meritocrático es liquidada cada vez que la ONPE abre sus locales por todo el país.

Pero si las élites no salen de los deseos populares bien entendidos e interpretados por grupos comprometidos con la honestidad, ¿de dónde van a salir? ¿Está Castillo atacando a media boca a élites que realmente no existen? ¿Puede entender que está expandiendo la mediocridad nacional y la penuria popular? Mil OEAs no van a disimular eso.

La República

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