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Monos dementes con metralleta

Darle facultad de gasto al Congreso es un gran peligro.

Es muy preocupante la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) que deroga la prohibición al Congreso para crear leyes que generen gasto público.

Primero, porque pone en riesgo el equilibrio fiscal indispensable. Segundo, porque plantea serias dudas sobre la idoneidad intelectual de los nuevos integrantes de la máxima instancia de interpretación de la Constitución.

En medio de la tremenda trifulca política que se sufre, la cual impide que el país se centre en lo relevante, y permite que se ande con la guardia baja y se pasen torpedos contra la institucionalidad, el TC emitió una sentencia a propósito de la ley de emergencia y reforma del sistema de salud.

Lo relevante y peligroso es que el TC sostiene en esa sentencia una lectura muy errada del artículo 79 de la Constitución al relajar la prohibición ahí establecida para que el Congreso no pueda tener iniciativa para crear ni aumentar rubros en el presupuesto mediante una conceptualización alambicada de lo que es el gasto público.

Esto implica, por un lado, que el TC ha abierto la puerta para que el parlamento pueda volver a tener iniciativa de gasto, como antaño, lo cual ocurre a muy poco tiempo de que se discuta en el Congreso el presupuesto 2023.

Esto es muy grave porque el Congreso tiene una orientación extremadamente política y, además, porque usualmente está conformado por personas de escasa preparación y excesiva ambición, siendo el actual una versión delirium tremens del fenómeno.

Un fundamento del manejo económico durante las tres décadas pasadas ha sido una macroeconomía sana sustentada en un cuidadoso equilibrio fiscal. Y eso es, precisamente, lo que se pone en riesgo con la sentencia del TC.

El exministro Waldo Mendoza dice que se trata del “golpe más duro para el MEF desde el primer gobierno de Alan García”, y su antecesor Luis Miguel Castilla recuerda que “la única defensa para evitar la voracidad del legislativo era el artículo 79 de la Constitución”.

Pero ese no es el único efecto negativo de la sentencia del TC; el otro es que un fallo tan errado genera dudas sobre la real aptitud de sus nuevos magistrados por su irresponsable ofrecimiento de una metralleta a los monos dementes que pululan en este Congreso.

Darle facultad de gasto al Congreso es un gran peligro.

La República

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