Parque de las Leyendas regalará entradas por el Día de Madre

Familia política

“El impulso a favorecer al pariente o amigo siempre estuvo allí. Pero en los grupos recién llegados al poder la práctica se nota más, y allí no son tan frecuentes los profesionales de calidad”.

¿Ha aumentado realmente la promoción económica de parientes desde altos cargos del Estado? A juzgar por lo que uno está viendo, la familia se ha vuelto la verdadera oficina de recursos humanos en este gobierno. Los puestos públicos han pasado a ser demasiado interesantes como para dejarlos en manos de desconocidos.

El impulso a favorecer al pariente o amigo siempre estuvo allí. Pero en los grupos recién llegados al poder la práctica se nota más, y allí no son tan frecuentes los profesionales de calidad. Para los fiscales y periodistas dedicados a imponer las leyes contra el nepotismo, la situación es un verdadero festival.

En grupos culturales donde el parentesco es un lazo sumamente fuerte, no contratar al pariente es pésimamente visto. Contratarlo es asegurarse, hasta donde eso es posible, lealtad total en los negocios y la política, o ambos. La familia funciona así como los partidos, la ciudadanía o la ideología, que no abundan.

En los gobiernos locales, también llamados subnacionales, el parentesco contratado se tramita sin mucho problema desde hace mucho tiempo. Es ahora, cuando un par de grupos familiar-populares de provincia han llegado al poder central, que la contratación nepótica ha aparecido en todo su esplendor bajo los reflectores.

Sin duda no es el peor delito de la vitrina, pero sí es funcional a la estructura corruptiva de la administración pública. Subir a bordo a un pariente (o allegado muy cercano) contra todas las reglas suele ser el primer paso en la constitución de lazos que pueden interesar al periodismo de investigación.

En un plano personal, contratar parientes confiere prestigio en la comunidad de origen de quien decide esos nombramientos. Así, nombrar no es visto como la medida fría y pragmática de los partidos, sino casi como un asunto del corazón, que no necesariamente se contradice con los asuntos de la billetera.

Quizás por todo esto se indignan los integrantes de la gran familia Pedro Castillo cuando la justicia o la prensa les hacen notar lo que significan sus preferencias laborales o empresariales. El asalto a las plazas del Estado ha sido visto desde la primera hora como un derecho legítimo de los triunfadores electorales.

Hay que prepararse, pues hay cientos, por no decir miles, de parientes haciendo cola frente al Estado, esperando la suya.

La República

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.