Trump: teflón y rayaduras

Las pasadas elecciones parlamentarias han marcado un noviembre sombrío para Donald Trump. Los demócratas no sufrieron la derrota anunciada, e incluso lograron alzar con una estrechísima mayoría en el Senado. La candidatura presidencial de Trump para el 2024 se opaca, y la del Partido Demócrata se vuelve más interesante, aunque todavía sin figuras.

En la página web Politico Rachel Bade detalla alguna de las consecuencias de esta situación. Su comentario central: “Dado el obvio pasivo que fue Trump para su partido (en la elección), ¿es este finalmente el momento en que los republicanos se apartan de él?”. Bade aporta algunos datos complementarios, lo que ella llama signos tempranos.

Uno es que “El imperio mediático que Rupert Murdoch, en aparente unísono, señaló a Trump como el origen de los problemas electorales del partido, a la que algunos prominentes republicanos, incluido Chris Christie, expresaron públicamente similar opinión”. Acaso tiene que ver con una búsqueda de rostros nuevos.

Otro signo es que “El círculo íntimo de Trump le ha suplicado que demore el anuncio de su campaña electoral 2024 hasta después de la segunda vuelta de Georgia, un reconocimiento de su efecto tóxico en los votantes no definidos” (swing). Trump los escuchó a medias: no anunció, pero sugirió.

Luego Bade informa que “La American Firearms Association emitió un boletín con una encuesta entre su conservadora membresía, que se ha enfrentado a Trump y ahora quieren a Ron DeSantis como nominado presidencial del GOP en el 2024″. Las tres percepciones de la analista son ilustrativas, pero no bastan para afirmar que Trump ha perdido su teflón.

Una encuesta PEW muestra que su atractivo entre los republicanos ha sufrido una mutación, pero se mantiene: dos tercios piensan que debe seguir como figura política, pero solo 44% lo quiere de candidato en 2024. Un 22% afirma que debería apoyar a un candidato que piense igual que él. Por último, un tercio no quiere seguir viéndolo en la política.

Los resultados del sondeo combinan los efectos de haber perdido en el 2020, de haber cuestionado la democracia estadounidense, de palabra y acción, más la fatiga que suelen producir las figuras sobreexpuestas. Además hay cada vez más políticos de la extrema derecha republicana buscando oportunidades al margen de Trump.