Un Cuajone de la mente

“Gabriela Concha escribe desde el centro de un mundo de extracción de cobre. Hay un compromiso con el realismo creativo que la ata a esa referencia minera, pero Cuajone está dedicado a moverse entre la realidad y sus sueños…”.

En la sagaz edición en que aparece, el arte de Gabriela Concha está en todo momento escapando del libro. Fotos y hoja desdoblable son espejos contrapuestos y estallan juntos, a menudo en colores heroicos del expresionismo abstracto: Rothko, Motherwell, Gorky. Momentos cosechados de Cuajone (Lima, Meier-Ramírez, 2022), el campamento minero donde la autora pasó sus primeros 17 años.

Todo está en el tono, y este es el de un poemario biográfico-confesional-onírico. Entre lo que escapa a las páginas está la arquitectura de sus sueños. Cuajone, la mina misma, es la plataforma de lanzamiento de docenas de situaciones perforadas por sueños. No es prosa poética, sino algo más parecido a la prosa geológica.

Concha es parte de una corriente de creadores que plantea el interés y la belleza de un Perú mineral, en las superficies, las alturas, las profundidades, en todas partes. En las artes visuales destaca el trabajo de Alejandro Jaime, con lo que Luisa Fernanda Lindo considera límites topográficos. Lo ve esencialmente como paisaje. Este libro también lleva a pensar en las inquietantes rocas que rodean espacios de vida familiar en los cuadros de Fernando de la Jara.

Hace no muchas semanas comentamos aquí la notable obra Las edades (Lima ÁUB, 2022), de Teresa Cabrera, que explora el significado poético de los metales. El mundo decae por sucesivas edades (oro, plata, etc.) y la poeta intercala su persona en ese proceso, como en un catastro: “qué partes de mi cuerpo no pertenecen al Estado”.

Gabriela Concha escribe desde el centro de un mundo de extracción de cobre. Hay un compromiso con el realismo creativo que la ata a esa referencia minera, pero Cuajone está dedicado a moverse entre la realidad y sus sueños, como a través de un queso gruyere. Según Hugo Hiriart los sueños se organizan como la música.

Así, Cuajone tiene un lado foto, un lado poesía, un lado relato. Este último nos cuenta los residuos diurnos que llevan a una cruda ensoñación en los bordes de la adolescencia. Impacta la ocurrencia, real o no, de cosas atroces. El campamento no está directamente involucrado. Crecer es lo que pone todas las cartas sobre la mesa.

Concha ha construido un bello y fuerte puente entre lo poético y lo fotográfico, de ida y vuelta.

La República

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