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El tinterillo de Albuquerque

“Si algo define a Saul Goodman es su absoluta, rotunda inmoralidad, esa necesidad por romper las reglas siempre, incluso cuando los casos no lo ameritan”.

Tuve serias dudas cuando supe que Vince Gilligan, creador de ‘Breaking Bad’, planeaba una precuela de la serie protagonizada por el esperpéntico abogado Saul Goodman. Supongo que, como todos, me temía que, como suele ocurrir con las segundas y terceras partes, este spin-off resultaría forzado y estiraría innecesariamente un universo que parecía intocable. Me equivoqué, felizmente, y, cada uno de los 63 capítulos de las seis temporadas de ‘Better Call Saul’, que comencé a ver casi por obligación, fue derrumbando todos mis reparos, hasta sumirme en el más completo deslumbramiento.

Si ‘Breaking Bad’ narraba los pasos dados por el inocuo profesor de química Walter White hasta convertirse en esa eminencia del crimen que es Heisenberg, fabricante de la metanfetamina más pura del mercado, en ‘Better Call Saul’ atestiguamos una transformación no menos profunda y sorprendente: la de Jimmy McGill, un antiguo estafador que comienza a trabajar en el bufete de su hermano mayor, se hace abogado por la Universidad de Samoa Americana y, como resultado de una serie de acontecimientos traumáticos y desmesurados, decide pasar a ser Saul Goodman, el descarado leguleyo de ropa irisada y lengua viperina, capaz de ganar cualquier juicio empleando la mentira, el embuste, la triquiñuela.

Su arco narrativo arranca antes de ‘Breaking Bad’ y se extiende hasta seis años después del final de esta serie, cuando McGill ha dejado de ser Saul Goodman para sufrir una nueva transformación: ahora es Gene Takavic, el administrador de una dulcería en un centro comercial. Con este disfraz pretende evadir a la justicia, que lo persigue por las muertes y crímenes de ‘Breaking Bad’.

‘Better Call Saul’ es el anverso de series de abogados como ‘Perry Mason’ o ‘Matlock’, que ponían su inteligencia y capacidad deductiva al servicio de la justicia. Por el contrario, si algo define a Saul Goodman es su absoluta, rotunda inmoralidad, esa necesidad por romper las reglas siempre, incluso cuando los casos no lo ameritan. Parece hacerlo por diversión, dinero o adrenalina, pero detrás de esta fachada se esconden sus verdaderas razones: la necesidad de aceptación, las ganas de venganza, la urgencia de ser querido y sentirse superior.

La serie tiene unos guiones y unas actuaciones notables (soberbios Bob Odenkirk y Rhea Seehorn como Saul Goodman y Kim Wexler), cuyo efecto se potencia gracias a una puesta en escena meticulosa, muy diferente a la producción en masa de la actualidad, con una fotografía cuidada y rompedora. ‘Better Call Saul’ es una serie extraordinaria, que emplea el humor y la aventura como herramientas para adentrarse en las contradicciones y dolores de un personaje complejo y trágico. Tienen suerte quienes no la han visto, los espera una producción heredera de ‘Breaking Bad’, pero también de otras obras maestras como ‘Los Soprano’, ‘The Wire’ o ‘Mad Men’.

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.