¡Líbranos de ellos, Señor!

Si -como asegura don Esdras Medina, el esperpéntico presidente de la Comisión de Educación del Congreso- Dios mandó un terrible terremoto a Chile por haber aprobado el matrimonio homosexual, ¿qué habremos hecho nosotros para que nos mande justamente a don Esdras, que, en términos de desarrollo educativo, es el equivalente exacto de un cataclismo?

Durante su período a la cabeza de comisión de marras, Medina -entusiastamente apoyado por sus colegas, casi todos, al igual que él, egresados de universidades truchas- se ha tumbado no solo a la Sunedu, sino que ha entablado implacable cacería contra todo atisbo de enfoque de género en la educación, dejando en claro, en el camino, su muy personal obsesión con el tema gay.

Aunque, para ser justos con don Esdras, no es el único: todos los conservas del Congreso se ponen “on fire” cuando se les toca el asunto. Por ellos, debería haber una cámara entre las sábanas de cada peruano para ver si, por error o despiste, no termina cometiendo el terrible pecado de la sodomía.

Pero lo indignante no es solamente que estos señores revelen, con sus preocupaciones aberrantes, el nauseabundo contenido de sus enfermos subconscientes, sino que gasten tiempo y recursos nuestros para dejar por lo suelos la imagen del país, como el fujimorista Ernesto Bustamante -sí, el mismo que saboteó la campaña de vacunación en lo peor de la pandemia al decir que la vacuna era agua destilada-, que hace unos días se largó una extensa y retorcida teoría conspiranoica contra la realización de la 52 Asamblea General de la OEA en Lima solo porque, entre los requerimientos, se pedía “baños neutros” para los participantes.

Para rematar el sainete, los horrorizados padres de la patria bloquearon el evento -ellos, que sin duda en sus casas tienen un baño para hombres y otro para mujeres-, aunque, un par de días después, recularon y lo terminaron aprobando. Sin embargo, el daño estaba hecho: el mundo entero se retorcía de risa de nosotros. ¿Y quién no?