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Violencia familiar en pandemia

Las cifras se dispararon en las líneas de ayuda, en especial en atención de mujeres y menores de edad.

Según un estudio del PNUD, algunos indicadores de violencia en los hogares durante la cuarentena provocada por la pandemia se dispararon. Por ejemplo, las llamadas telefónicas a las líneas de ayuda del Ministerio de la Mujer se duplicaron. Pasaron de 13 mil a 26 mil si se compara febrero del 2020 (mes previo) y julio, ya en plena restricción de la circulación y de confinamiento obligatorio en las viviendas.

La Línea 100 atendió en su mayoría (55%) a Lima metropolitana, en la que vive un tercio de la población nacional.

El sistema de ayudas telefónicas tiene alrededor de 200 especialistas que atienden las 24 horas los 7 días de la semana. En su mayoría se reportó violencia ejercida contra mujeres por sus cónyuges y a menores hasta los 11 años, por parte de padre, madre o padrastros. Un 43% se relacionó a casos de violencia de pareja y un 35% responde a casos de violencia de padres o madres contra niños y niñas.

La investigación abarca análisis cuantitativos y cualitativos de las llamadas y también realiza entrevistas a las especialistas que las atendieron para determinar la incidencia de la cuarentena en la violencia familiar. El denominado confinamiento social en el Perú, sin duda, reforzó los patrones que llevan a la violencia dentro del hogar, en el que conviven agresores y víctimas bajo un mismo techo.

La voz de los niños estuvo restringida, quizás por el difícil contacto con líneas de ayuda desde el propio hogar, mientras que la de las mujeres sí mostró un repunte. Las agresiones se dividen en verbales, físicas o sexuales y, por su intensidad, van de leves a graves.

La cuarentena obligatoria desató estrés adicional por la grave incertidumbre, las restricciones, el colapso económico, la situación laboral, etc. Con el cierrapuertas general se limitaron todos los servicios existentes de ayuda a mujeres por violencia doméstica y también los correspondientes a menores de edad. No solo los servicios no funcionaron, sino que también los CEM (Centros de Emergencia Mujer) y las propias comisarías dejaron de atender.

Las lecciones aprendidas son muchas. El estudio del PNUD gira en torno a que en cualquier emergencia los servicios de este tipo no pueden limitarse. Urgen acciones para educar y al mismo tiempo reducir la prevalencia de violencia doméstica en un país en el que 6 de cada 10 mujeres han sido víctimas de esta alguna vez.