¿Cuánto debo esperar para recibir mi AFP?

Desmentir o renunciar

La colaboradora eficaz Karelim López lanza acusación contra el presidente Castillo y su entorno más cercano.

El misil estalló en el centro del ambiente político local, que parecía estar mirando atentamente a los sucesos de Ucrania. Una primera versión como colaboradora eficaz de la lobbista Karelim López daba cuenta de una grave denuncia contra el presidente de la república, Pedro Castillo, dos ministros de Estado y cinco parlamentarios.

Es una denuncia que debe ser respondida directamente por los involucrados. No queda acá la posibilidad de una respuesta banal o del subterfugio del ataque de los grupos económicos o mediáticos.

Son demasiado graves las denuncias como para dejar pasar esta ocasión sin exigir explicaciones cabales que no recurran a los genéricos “ataques contra el pueblo” o al reclamo de los eternos golpistas que van a intentar jalar agua para su molino.

No. Exigimos que se haga lo necesario para que desde Palacio de Gobierno se expliquen detalles de todo lo ocurrido entre la casa de Sarratea y el despacho presidencial. Todo. Quiénes acudieron, para qué, qué se negoció, por qué y un largo etcétera. La necesidad de saber es una exigencia del momento actual y una obligación política para despejar cualquier duda.

Sobre la investidura presidencial no puede caer ninguna sombra de duda ni la menor tacha moral que cuestione la esencia del cargo, el poder inherente y la responsabilidad de quien lo ocupa. El presidente Castillo no puede ni debe abstraerse de ese marco de referencia porque para eso compitió y ganó en una elección democrática. Al asumir la primera magistratura del país, también adquirió un conjunto de deberes que sí o sí requieren cumplirse.

La prensa también tiene una tarea fundamental en esta grave hora que vive el Perú. Investigar los hechos, establecer cabalmente lo ocurrido e informar al país con objetividad y sin apasionamiento ideológico. Es menester que a mayor intento de desborde y de propiciar el caos mantengamos la calma y defendamos el Estado de derecho y la institucionalidad democrática. Es el momento de escuchar las explicaciones que nos merecemos y buscar la salida que garantice la estabilidad y el futuro. Si la renuncia digna constituye la opción menos traumática, que así sea y que se vayan todos.

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