¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

El optimismo

“La principal virtud nacional es la capacidad para sortear la adversidad. El aguante para soportar y la disposición para comenzar de nuevo”.

Es difícil pensar con optimismo. Todo parece empeorar y realmente sin grandes motivos. No hemos perdido una guerra ni el país está ocupado por el enemigo. A pesar de la pandemia, la economía ha rebotado y se está moviendo. Pero cunde una profunda desazón por la imparable crisis política. Nadie piensa en los pobres ni en quienes más han sufrido. También la historia es desalentadora. Somos el país de las oportunidades perdidas y del retroceso sin cesar. Aunque hay compensaciones, para el común son frugales por no decir magras. Entonces, ¿cabe el optimismo en un país como el Perú?

La generación del centenario se planteó la misma pregunta y su respuesta fue parcialmente positiva. En opinión de Basadre, el Perú era una promesa, aún no era realidad, lo mejor estaba por delante. La postura de Mariátegui fue parecida porque sostuvo que el país estaba en construcción, a medio hacer, concluyendo en una idea alentadora, el socialismo traería reconciliación y armonía social. Otro integrante de esta generación, Luis Alberto Sánchez, condensó esta postura en una metáfora, el Perú es un adolescente, le falta madurar, cuando lo logre será un país estable y democrático.

El optimismo de esta generación era relativo porque había una condición. La promesa podía no realizarse, la construcción estancarse y el adolescente permanecer inmaduro. Dependía de resolver hondos problemas nacionales. Las clases sociales estaban separadas por abismos y la solidaridad era mínima. Además, el Estado era empírico, en vez de colaborar era parte de los males. Desordenado y corrupto caía en la categoría de Estados arbitrarios que Basadre calificó como “sultanismo y cleptocracia”.

Ese era el balance hace cien años, cuando se celebró el centenario de la independencia y los escritores mencionados eran jóvenes. Pero qué ha pasado en este período. El Perú ha sobrevivido a grandes crisis que han combinado desgracias de diverso tipo. Un ejemplo entre muchos otros, el primer gobierno de García, hiperinflación y terrorismo, que hicieron de esos años un infierno. Abrías el caño y el desagüe se había filtrado a la red de agua potable. La hambruna, la muerte y la suciedad, dentro de casa y en todo el país. Pero hemos seguido adelante y los problemas se han ido resolviendo.

La principal virtud nacional es la capacidad para sortear la adversidad. El aguante para soportar y la disposición para comenzar de nuevo. No importa qué desgracias traiga el cielo o el gobierno, la gente nunca está derrotada. Esa virtud se expresa también en nuestros filósofos. Por ejemplo, la reflexión sobre el persistir y la peruanidad que aparece en la obra de Víctor Andrés Belaunde.

En efecto, persistir es positivo, pero solo alcanza para fundamentar la sobrevivencia, no parece suficiente para superar la mediocridad y encaminar el país. La esperanza en una virtud cardinal que nunca debe perderse, pero se basa en la confianza, en uno mismo y en los demás. La palabra clave es confianza, pero se duda que realmente exista entre nosotros.

Esa duda siempre ha estado presente. En la Europa del siglo de las luces, el famoso filósofo francés Voltaire escribió una obra sobre el optimismo para burlarse de quienes creían que el futuro necesariamente sería mejor que el presente. Tituló su obra Cándido, sosteniendo que el optimismo requiere una elevada dosis de ingenuidad.

Pero no es la obra de un cínico. Por el contrario, predica una moral individual comprometida. Si no aguantas a los políticos porque son demasiado necios, dedícate a regar tu chacra, pero sabiendo que será más fértil cuanto mejor mantenidos estén los canales de regadío y los caminos que la conectan con el mundo. Asume tu responsabilidad personal con el colectivo, mientras los necios terminan de desgraciarse.

zapata

zapata

Antonio Zapata

Historiador, especializado en historia política contemporánea. Aficionado al tenis e hincha del Muni.