La densidad e intensidad de la coyuntura crítica que estamos viviendo no caben en esta pequeña columna. Las escribo, por eso, en forma de tesis. Cada una de ellas merecería un breve artículo para explicarla.
1. Las derechas no aceptan su derrota electoral y la pérdida del gobierno. Alegando diversos pretextos, pretenden vacar al presidente Castillo. Los liberales, incluidos algunos liberales progres, han entrado a formar parte de la coalición vacadora. Quieren repetir lo que hizo KF entre 2016 y 2021. ¿Resistirá el país otros 6 años de inestabilidad, ingobernabilidad y atraso? ¿Lo permitirá la mayoría ciudadana?
2. En las izquierdas que apoyan a Castillo hay una tensión, que puede convertirse en contradicción, entre una estrategia de confrontación, postulada por Perú Libre, y una estrategia de hegemonía, postulada por JPP y Nuevo Perú. La primera, basada en la tradición marxista leninista, postula un programa máximo y un ataque frontal mientras la segunda, apoyada en el marxismo heterodoxo de Gramsci, plantea un programa de gobierno de grandes cambios y la construcción de una voluntad colectiva nacional y popular fundada en el consenso. Los estrategas llaman a la primera guerra de movimientos y a la segunda guerra de posiciones.
3. Existe una contradicción entre el programa de cambios con el que se ganó la segunda vuelta y el discurso del 28 de julio del presidente Castillo, por un lado, y el nombramiento de Bellido como jefe de la PCM, por otro. Bellido es un hombre de Cerrón y defiende la estrategia de confrontación. El presidente es el encargado de resolver esta contradicción. La acusación de apología del terrorismo contra Bellido es deleznable y sirve muchas veces para recortar la libertad de expresión. El terrorismo de SL y del MRTA ya ha sido derrotado. Ahora existen el narcoterrorismo y el terruqueo de la derecha contra todos los que no piensan como ella.
4. El partido de gobierno es el que gana las elecciones y, por eso, tiene derecho a participar en el gobierno, pero no lo somete ni se identifica con el Estado como en el totalitarismo. El que designa al jefe de la PCM y, con este, a los ministros, es el presidente de la República. Esta es una norma en todos los gobiernos presidencialistas. En el Perú, sin embargo, los poderes fácticos, la Confiep y la prensa concentrada han influido a menudo en el nombramiento de los ministros, sobre todo del MEF y del presidente del BCR, comprando a los partidos a través del financiamiento de las campañas electorales o a periodicazo puro y duro cuando el presidente elegido no es de su agrado. La coalición vacadora, sin embargo, acusa a Cerrón de lo mismo que hacen siempre los poderes fácticos. Estos gobiernan sin haber sido elegidos.
Por falta de espacio se quedan en el tintero unas seis tesis más sobre la actual coyuntura crítica. Volvemos en quince días.
Sinesio López. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.