Ecos papales

La visita del papa Francisco deja esperanza para un país y una región muy golpeados por la violencia.

Francisco, el pontífice N°. 266 de la Iglesia católica romana, acaba de terminar su visita a Irak corriendo riesgos, llamando a la paz, reuniéndose con líderes y con miles de ciudadanos de un país que sufre el martirio de la violencia. Incluyendo al padre de Aylan Kurdi, el niño sirio-kurdo que murió ahogado en las costas de Turquía en el 2015.

Su visita ha dejado cierta esperanza, porque no solo ha presidido rituales religiosos; también ha abierto el diálogo con figuras clave como el ayatollah Ali al-Sistani, líder de la mayoría chií de este importante país de Oriente Medio. Y ha visitado el Kurdistán iraquí, una zona fundamental para lograr que la pacificación no sea una utopía.

Jorge Mario Bergoglio sabe moverse en estos territorios y, como en otras ocasiones, su verbo se ha dirigido a apagar las diferencias y resaltar las coincidencias. En una de sus alocuciones dijo: “Les pido a todos, queridos hermanos y hermanas, que trabajen juntos en unidad por un futuro de paz y prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie”.

“Todos”, en un país turbulento como Irak, significa sobre todo que las dos ramas del Islam, la suní y la chií, así como las minorías cristianas, especialmente la caldea que es allí mayoritaria, convivan en paz. Que no se maten “en nombre de Dios”, como también dijo el Papa en otra de las ceremonias públicas en las que participó.

Cobran fuerza y valor estas palabras cuando se recuerda que el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), un grupo fanático suní, llegó a tomar posición de algunas ciudades de este país, incluyendo Mosul, donde también estuvo Francisco. Y que fue uno de los mayores perpetradores de los crímenes contra los cristianos. Tan duro fue el ataque contra estos últimos, que del millón y medio que había en el 2003, cuando cayó Saddam Hussein, ahora solo quedan unos 300 mil. Si hay un país donde los cristianos, realmente, vivieron un martirio contemporáneo, ese fue Irak, donde los atentados y masacres contra ellos fueron reiterados y muy crueles.

Pero el Papa no abogó únicamente por quienes comulgan con Roma. Llevó un mensaje ecuménico, de alto a la violencia contra quien sea, de respeto a las distintas confesiones. No acabará la tragedia con su visita, pero es alentador y acaso vivificante que un personaje de su peso político y espiritual llame a la calma.