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Dos mensajes

"El del Vizcarra tiene fecha precisa fijada en la Constitución y representa una figura parecida a la exposición del estado de la Nación en otros países, un encuentro entre el presidente y el país, representado este último en el Congreso."

El cambio de gabinete a pocos días del Mensaje a la Nación de 28 de julio refleja sin duda la decisión del presidente de acudir al Congreso en mejores condiciones para que su mensaje sea más audible. Por lo mismo, es una señal de cambio o reajuste de políticas de su gobierno, lo que lleva implícita la invitación al Legislativo para el inicio de una etapa de más colaboración.

La mayoría de bancadas recibió al nuevo gabinete con un tono auspicioso, lo que patentiza el equívoco de quienes creían que esta es una hora de más polarización y que el jefe del Estado buscaba que prosigan las tensiones. Bajo ese clima debe administrarse la concurrencia al Congreso del presidente y el nuevo gabinete.

Se trata de dos mensajes que, sin embargo, corresponden a un solo programa, aun cuando sus propósitos sean distintos. El del Vizcarra tiene fecha precisa fijada en la Constitución y representa una figura parecida a la exposición del estado de la Nación en otros países, un encuentro entre el presidente y el país, representado este último en el Congreso. No siendo objeto de debate parlamentario, este discurso es un hito en el quinquenio de Ejecutivo y Legislativo, donde el primero rinde cuentas y propone, es decir, se examina ante el país.

La presentación del gabinete ante el Congreso tiene igualmente un plazo determinado, 30 días desde su designación. Es una concurrencia colectiva, aunque la voz principal la ejerce el presidente del Consejo de Ministros, donde se expone un programa de gobierno y medidas de gestión. Este programa debe ser elaborado y se supone que, en el mejor de los casos, tiene matices con el que presentó el gabinete anterior.

En ese contexto, vista la circunstancia de dos mensajes a presentarse en un corto período de tiempo, convendría que el país escuche previamente al presidente, considerando la trascendencia del momento, y la necesidad de un balance de los recientes azarosos meses desde el inicio de la pandemia que demandan una especial rendición de cuentas. El debate público posterior a este mensaje servirá para alimentar la elaboración de la presentación del programa de gobierno por el gabinete.

El mensaje presidencial no requiere ser aprobado, como sí lo precisa el mensaje del gabinete. Aún así, ambas intervenciones ponen la pelota en el campo del Parlamento, que necesita definir una nueva posición de cara al futuro. Si el cambio de gabinete significa la voluntad del gobierno de corregir errores y omisiones, otro tanto debe ocurrir con el Legislativo.