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Filipinas prohíbe usar transporte público en la capital a los no vacunados contra COVID-19

La variante ómicron del coronavirus ha arrastrado a Filipinas a una nueva ola de casos. En Manila, tienen una ocupación del 54% de las camas de cuidados intensivos.

Filipinas sufre una situación crítica, por lo cual Rodrigo Duterte ha optado por endurecer las medidas para frenar los contagios de COVID-19. Foto: EFE
Filipinas sufre una situación crítica, por lo cual Rodrigo Duterte ha optado por endurecer las medidas para frenar los contagios de COVID-19. Foto: EFE

Las autoridades de Filipinas anunciaron este miércoles que las personas no vacunadas contra la COVID-19 no podrán usar el transporte público en el área metropolitana de Manila, mientras dure el nivel tres de alarma vigente en la capital por la pandemia.

En un comunicado, el Ministerio de Transporte señaló que la orden, vigente desde el martes, responde a las políticas de restricciones de movimiento anunciadas anteriormente por el Gobierno para frenar la actual ola de contagios a raíz de la variante ómicron del coronavirus.

Los no vacunados con la pauta completa no podrán usar los autobuses, trenes u otros medios públicos, excepto cuando tengan un exención médica, vayan a comprar bienes de primera necesidad como alimentos y medicinas o vayan a trabajar o al hospital.

La semana pasada, las autoridades elevaron la alarma al nivel tres (de un máximo de cinco) e impusieron el confinamiento a los no vacunados al entender que se niegan voluntariamente a la inoculación y suponen un riesgo para el sistema sanitario.

Se les aplica las mismas exenciones, como comprar bienes de primera necesidad o ir a trabajar, aunque los trabajadores no vacunados deberán someterse a una prueba PCR cada dos semanas que ellos deben pagar de su bolsillo.

El presidente filipino, Rodrigo Duterte, llegó a anunciar la semana pasada que concede poderes a la Policía Municipal para arrestar a aquellos sin vacunar que se salten el confinamiento.

El nivel tres de alarma supone la prohibición de las clases presenciales, los deportes que requieran contacto físico, el cierre de casinos y ferias y la limitación del aforo en restaurantes y otros locales a entre el 30 y el 50%.

Filipinas, que sufrió dos graves rebrotes de la COVID-19 en abril y septiembre pasados, llevaba registrando menos de 500 casos diarios en diciembre cuando la ómicron ha disparado los contagios a más de 28.000 el martes.

El país, que acumula 3,03 millones de contagios, incluidos más de 52.500 muertos, tiene una ocupación del 41% de las camas de cuidados intensivos, cifra que llega al 54% en Manila, según el diario Rappler.

Según datos de Our World in Data, las autoridades filipinas han vacunado con la pauta completa a más del 48% de su población.

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