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“No quería dejar a mis hijos”: despierta un mes después del coma por COVID-19

Tiene 45 años, pero por ser hipertenso y obeso los doctores pensaron varias veces que moriría en Argentina. “Me costó mucho dejar el respirador; un día un enfermero me dijo: ‘Mira que hay siete chicos que te están esperando’”.

La familia de Raúl Almirón fue su principal motivación para superar la COVID-19. Foto: AFP
La familia de Raúl Almirón fue su principal motivación para superar la COVID-19. Foto: AFP

La sala de terapia intensiva del Hospital de Alta Complejidad El Cruce Néstor Kirchner está desbordada desde hace un año, cuando llegó la pandemia de coronavirus a Argentina. La mayoría de los que ingresan con problemas respiratorios pasan hasta varios meses en la unidad de terapia intensiva (UTI).

Raúl Almirón, de 45 años, es uno de ellos. Aún no cree estar vivo tras haber pasado 170 días en la UTI, buena parte de ellos en coma inducido.

“No quería dejar a mis hijos”

“Vi a muchos morir, vi a hijos despidiéndose de sus padres a través de un cristal; yo no quería que mis hijos pasaran por eso”.

Priscila Almirón muestra una videollamada con su padre cuando él estaba hospitalizado tras infectarse de coronavirus. Foto: AFP

Priscila Almirón muestra una videollamada con su padre cuando él estaba hospitalizado tras infectarse de coronavirus. Foto: AFP

A fines de julio, este jardinero estaba trabajando en el cantero de un salón de eventos cuando empezó a sentirse mal.

En ese momento no se le pasó por la cabeza que pudiera haberse contagiado de coronavirus. “Hasta que me sentí mucho peor”.

El 1 de agosto lo trasladaron a El Cruce. “Ese día entré en coma”. Tenía algunas de las complicaciones asociadas a la gravedad de COVID-19: era hipertenso y obeso. Pesaba 115 kg cuando ingresó al hospital. Salió con 51 kg menos.

Minutos después de que los médicos le avisaran que lo iban a dormir, Almirón cerró los ojos y le pidió a Dios “una oportunidad más”.

Pocos meses antes de contagiarse de coronavirus, se había separado de su mujer y había quedado a cargo de siete hijos, de entre 5 y 23 años .

Almirón posa en su casa en Florencio Varela, Buenos Aires, tras superar la COVID-19. Foto: AFP

Almirón posa en su casa en Florencio Varela, Buenos Aires, tras superar la COVID-19. Foto: AFP

“Yo pensaba todo el tiempo en mis hijos, de qué iban a vivir”.

Cuando despertó, a fines de setiembre, “tenía cables por todos lados y no podía creer cómo estaba”.

Las cosas habían cambiado bastante: el promedio diario de casos en Argentina era de 14.000, con unos 400 fallecimientos cada 24 horas y los hospitales trabajaban al límite. Hasta ahora, el país acumula unas 3 millones de infecciones y 64.000 muertes, en una población de 45 millones de personas.

Almirón sufrió muchas alucinaciones y casi todas las complicaciones que causa el coronavirus. Varias veces sus médicos pensaron que moriría. Después vino la “depresión, el pánico”.

“Me costó mucho dejar el respirador; un día un enfermero me dijo: ‘Mira que hay siete chicos que te están esperando’”. Entonces se animó.

Aprendió de nuevo a caminar, pero aún le queda un largo camino de recuperación. Tiene un hombro inmovilizado y muy poca fuerza. “Mis hijos me tienen que bañar, que cambiar”, cuenta desde su precaria vivienda.

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