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Catástrofe en la India: por qué preocupa su variante “doble mutante”

La pandemia provoca más de 2.000 muertos diarios en el segundo país más poblado del mundo, que, además, ha detectado un linaje local conocido como B.1.617.

India, azotada por una violenta ola de coronavirus, no tiene suficientes camas de hospital para sus enfermos, necesita oxígeno y medicamentos, señales claras de que su sistema de salud es arcaico y no ha recibido financiación suficiente.

La pandemia provoca más de 2.000 muertos diarios en el segundo país más poblado del mundo, con 1.300 millones de habitantes. Después de las variantes británica, sudafricana y brasileña, la India también suscita preocupación dada sus características y la rápida degradación de la situación sanitaria en el país, aunque nada indica por ahora que sea más contagiosa o más resistente a las vacunas.

Esta variante, llamada B.1.617, fue detectada en el oeste de India en octubre. Este 24 de abril acaba de detectarse un caso de este linaje en Suiza. Se la califica de “doble mutante” porque contiene dos mutaciones potencialmente preocupantes, relativas a la proteína espiga que permite al SARS-CoV-2 penetrar en el organismo humano.

La primera, la E484Q, se asemeja a la de las variantes sudafricana y brasileña —la E484K, sospechosa de volver la vacunación menos eficaz y de aumentar el riesgo de reinfección—. La segunda, la L452R, también está presente en una variante detectada en California, y podría ser capaz de provocar un aumento de la transmisión. La AFP destaca los factores que han conducido a esta crisis en la nación asiática.

  • Alivio al inicio de año

Cuando la pandemia golpeaba a muchos países a principios de 2021, India veía con alivio que el número de infecciones diarias era de solamente 9.000 casos y menos de 80 muertos, con lo que se pensó que el país quizá superaba la enfermedad.

  • Inmunidad colectiva

Estudios serológicos sugirieron que una fuerte proporción de la población presentaba anticuerpos y que India posiblemente había logrado la “inmunidad colectiva”. También sugirieron que la juventud de la población india y la gran exposición a otros agentes patógenos aumentaron su resistencia al virus.

  • Optimismo prematuro y aglomeraciones

El pico epidémico alcanzado en septiembre y la disminución de contaminaciones alentaron a los gobiernos central y estatales a autorizar un retorno a una vida casi normal de las actividades.

Por otro lado, decenas de miles de agricultores se manifestaron contra las nuevas leyes agrícolas del gobierno nacionalista hindú. Los masivos mítines, así como las elecciones regionales, también tuvieron su responsabilidad en este rebrote epidémico.

A ello se añadieron las personas que asistieron a festivales religiosos multitudinarios como Durga Puja o Dussehra y sobre todo el de Kumbh Mela en Haridwar, en el Estado de Uttarakhand (norte), que congregó a 25 millones de peregrinos hindúes desde enero, y que dura hasta fines de abril.

  • Sobre reflujo y vacunas

Las autoridades no aprovecharon los momentos de reflujo para reforzar el sistema sanitario indio. Hubiera sido necesario, entonces, anticipar y “crear reservas de medicamentos antivirales, pero eso no ocurrió”, estima Raman Gaikwad, especialista de enfermedades infecciosas en el hospital Sahyadri de Pune.

Los expertos habían advertido desde hace tiempo que India, como muchos países pobres, carecía de suficiente oxígeno médico, vital para tratar los casos graves de COVID-19.

Además, en pleno reflujo del virus en el país, y en un impulso de generosidad y de “diplomacia de las vacunas”, India exportó decenas de millones de dosis AstraZeneca fabricadas en su territorio.

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