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El Sol despierta e inicia un nuevo ciclo de 11 años

Clima espacial. Los polos magnéticos de la estrella se han invertido. Se registran cada vez más explosiones solares, las cuales arrojan partículas energéticas que pueden llegar a la Tierra.

El Sol Foto: NASA
El Sol Foto: NASA

El Sol tiene ciclos que duran alrededor de 11 años. Durante ese tiempo, su actividad llega al punto máximo y vuele a caer al mínimo. En la última semana, un grupo internacional de expertos, entre ellos representantes de la NASA, informó que nuestra estrella ha entrado en un nuevo periodo.

De acuerdo con los científicos, el último mínimo solar ocurrió en diciembre de 2019, lo que indicó la transición del ciclo 24 al 25. Sin embargo, debieron continuar las observaciones del Sol durante varios meses para confirmar este evento.

Ahora estamos en el ciclo solar 25 porque recién desde 1755 se comenzó a tomar registro de los periodos de 11 años. El pronóstico para esta nueva etapa es que la estrella mantendrá una actividad por debajo del promedio histórico, similar al anterior período.

Precisamente, durante los últimos cuatro ciclos (44 años) se ha registrado una caída sostenida de la actividad solar en general. No obstante, los expertos predicen que este debilitamiento “ha llegado a su fin”.

“Si bien no estamos prediciendo un ciclo solar 25 particularmente activo, pueden ocurrir erupciones violentas del Sol en cualquier momento”, dijo Doug Biesecker, físico solar de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Cambios en el Sol

Un misterio del Sol es que su campo magnético se fortalece y debilita al mismo ritmo que incrementa y disminuye su actividad respectivamente. Cuando el magnetismo está cerca de su máximo, se producen las mayores erupciones solares. Estas explosiones pueden generar eyecciones de masa coronal, en las que miles de millones de toneladas de material caliente son arrojados al espacio. Cuando la actividad solar vuelve a caer a su punto mínimo, sus polos magnéticos se invierten, lo que da inicio al nuevo ciclo.

Una forma de identificar su aumento de actividad es mediante la observación de manchas solares en la superficie: a mayor cantidad de estas regiones, más erupciones sufre la estrella.

“Mantenemos un registro detallado de las pocas manchas solares diminutas que marcan el inicio y el surgimiento del nuevo ciclo. Estos son los pequeños heraldos de las futuras explosiones solares gigantes”, dijo en un comunicado Frédéric Clette, director de Silso, centro del Real Observatorio de Bélgica especializado en monitorear estos fenómenos.

Durante varios días seguidos en diciembre de 2019, los observatorios no registraron ninguna mancha solar. Sin embargo, en los últimos ocho meses, las manchas han aparecido cada vez en mayor cantidad, lo que se ha reflejado en erupciones solares más frecuentes. “Se espera un máximo solar en julio de 2025, con un pico de 115 manchas solares”, señaló la NOAA.

Efectos de las erupciones solares en la Tierra

Cuando ocurre una erupción solar, el material arrojado al espacio a gran velocidad lleva partículas cargadas. Cuando estas impactan la magnetósfera de la Tierra (capa exterior de su campo magnético), se producen tormentas geomagnéticas y tormentas de radiación solar. Ambos tipos de eventos pueden tener magnitudes que van del 1 al 5. Esto depende de la potencia del estallido en la estrella y qué tan directo llega a nuestro planeta la ráfaga de partículas.

Las tormentas solares pueden generar problemas en la tecnología terrestre, sobre todo en los satélites de comunicación, sistemas eléctricos y sistemas GPS. Las más violentas tienen el potencial de generar apagones en ciudades enteras. Hasta ahora, no hay evidencias de que estos fenómenos afecten la salud en las personas.

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Periodista de la sección Ciencia de La República. Bachiller en Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Especialización en Comunicación Científica en la UTEC. Experiencia como redactor en revistas y medios digitales. Mientras no trato de explicar cómo funciona el universo, hago ciclismo de montaña.