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El negacionismo

“David Irving buscaba que un tribunal cuestionara la verdad histórica sobre el Holocausto, ponerlo en duda, trivializarlo para validar sus mentiras”.

Páez
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La historiadora estadounidense Deborah Lipstadt causó sensación cuando publicó que la prensa de su país pasó por alto o no le dio la suficiente importancia a las noticias relacionadas con la persecución y masacre de los judíos por el nazismo (Beyond Belief: The American Press and the Coming of the Holocaust, 1933–1945). Y que de haber ofrecido mayor y reiterada información, podría haber sensibilizado a las autoridades y salvado la vida de millares de personas hacinadas en los campos de concentración.

Su siguiente trabajo (Denying the Holocaust: The Growing Assault on Truth and Memory) fue dedicado a desenmascarar a una serie de historiadores profesionales y aficionados que pretendía desmentir que ocurrió el Holocausto e intentaba sustraer de su responsabilidad a Adolfo Hitler, bajo el argumento de que supuestamente el Führer desconocía la eliminación selectiva de los judíos. Lipstadt demostró que los negociacionistas era un coordinado grupo de individuos que falsificaban la Historia convenientemente para sus intereses. Entre ellos, mencionó al inglés David Irving, quien, basándose en presunta evidencia documental, afirmaba que nunca existieron las cámaras de gas en el complejo de Auschwitz. Pero Irving dio un paso más: enjuició a Lipstadt y a la editorial que publicó su libro, acusándolos de mellar su ganada reputación de supuesto historiador y exigió una millonaria indemnización. Racista, xenófobo, admirador de Hitler, adorado por los neonazis, Irving no solo recibió apoyo público sino también contribuciones importantes de gente adinerada para afrontar el pleito judicial.

Como relata la propia Lipstadt en sus memorias sobre el proceso (History on Trial: My Day in Court with a Holocaust Denier) -un libro en el que se basa la película Negación (Denial)- lo que buscaba David Irving no era solo un fallo que lo beneficiaría como respetable investigador del nazismo, sino obtener que un tribunal cuestionara la verdad histórica sobre el Holocausto, ponerlo en duda, trivializarlo, y así validar sus mentiras.

Para la defensa de Lipstadt fue contratado el connotado historiador Richard J. Evans, quien demostró que Irving sustentaba sus afirmaciones en reportes seudocientíficos y en la manipulación de documentos. El triunfo de Lipstadt fue también el triunfo de la verdad histórica. El negacionismo es por naturaleza enemigo de la verdad.

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