Candidato presidencial por Acción Popular (AP). Periodista y analista. Diputado aprista en el período 1985-1990. Ha sido consultor internacional y ejecutivo de entidades multilaterales como el BID y la CAN. Ha escrito seis libros. , Fue al viajar por el país que Alfredo Barnechea se volvió "belaundista". Cuenta el analista que en esos viajes descubrió que en cada pueblo del Perú había un camino, una carretera, un colegio o un canal de irrigación que había dejado el fallecido ex presidente. Las "c" de Belaunde, como él llama a las obras legadas por el líder histórico de Acción Popular. De lo que me ha contado, entiendo que en los últimos treinta años vivió un proceso que lo llevó a volverse belaundista. Sí, es una buena interpretación. Déjame decirte algo importante: yo creo que los países se construyen en base a muchos aportes. Creo que es muy importante el aporte de la izquierda. Para el pensamiento político peruano es fundamental el aporte de José Carlos Mariátegui. De la misma forma creo que son muy importantes los aportes del Apra y tengo un gran respeto por el aporte intelectual e ideológico de Haya de La Torre a la democracia social en América Latina. Pero en los viajes y estudios sobre el Perú llegué a la conclusión de que lo que necesita nuestro país era esencialmente volver al desarrollismo democrático de Fernando Belaunde. Además, me pasó algo paralelo a esos viajes, que fue que desarrollé una amistad muy estrecha con el presidente Belaunde. Entonces, cuando decidí volver a hacer política, era como bastante natural volver a hacer política en el legado belaundista. ¿El romance con AP, como usted lo ha llamado, no es de ahora, entonces? ¿No es un romance por conveniencia política y electoral? No, es muy viejo y es básicamente un romance con el belaundismo, con Belaunde, ¿no? ¿Cuándo terminó definitivamente su relación con el Apra? Recuerdo que el 2010 se habló de una posible candidatura suya a la alcaldía de Lima por ese partido. No, no, yo rompí con el Apra durante el primer gobierno del presidente García. Yo era un crítico muy claro de la política económica del presidente García, que me pareció completamente disparatada e irresponsable, y me alejé del Apra en 1987. Desde ahí no tengo ninguna relación con el Apra ni con sus gobiernos. Esto que me dices, no sé de dónde sale. Wilbert Bendezú, entonces secretario general aprista, lo anunció el 2010 como candidato... Bueno, le agradezco por haber pensado en mí, pero yo no tengo ninguna relación con el Apra ni con ningún partido político, ni tampoco acepté ninguna oferta política en estos treinta años. Y déjame decirte algo importante: en mi primer libro, La República Embrujada (1995) están mis posiciones muy claras sobre ese gobierno. ¿El gobierno del 2011 no cambió en nada esa opinión? En nada, primero, porque la pulcritud del gobierno dejó mucho que desear, como es bastante obvio; y en segundo lugar, porque hay una mitología sobre ese gobierno, como también sobre el gobierno de Humala y el de Toledo. ¿Lo del crecimiento económico? Que hubo mucho crecimiento económico, así es. El crecimiento económico importante que hubo en el Perú en los últimos doce años tiene una causa fundamental: China. Cuando yo estuve en el Banco Interamericano de Desarrollo, estuve cerca de un equipo que hizo un estudio sobre el impacto de China en América Latina y ese estudio y otros posteriores establecieron que hay una relación casi automática y que a cada punto de crecimiento del producto chino corresponde un 0.6 de crecimiento en Sudamérica. Esa misma relación ocurre ahora que la economía China se está desacelerando. Entonces, estos éxitos económicos fueron causados básicamente por la locomotora China. El crecimiento económico no fue un logro de esos gobiernos. Así es, yo no creo que hayan creado mayor valor agregado y creo, además, que no revirtieron y continuaron el modelo fujimorista. Las elecciones presidenciales son siempre una ocasión para decirle al país a dónde queremos llevarlo. En consecuencia, son confrontaciones entre modelos. En este momento en el Perú hay dos modelos en pugna: el modelo que vamos a llamar fujimorista o de crecimiento autoritario, de reblandecimiento del Estado, erosión de la presencia del sector público, de idolatría de los mercados y de privatizaciones sin regulación, que es el modelo que propugnan todos los candidatos que están en la más visible vitrina electoral; y al frente, el modelo de volver a las políticas desarrollistas de Belaunde, de volver a un papel constructivo del sector público. Por supuesto, no es una repetición del belaundismo, es un belaundismo para el siglo XXI. Si en este país no se ha creado igualdad y justicia en los últimos 25 años, algo no está funcionando; entonces, tenemos que cambiar este modelo y a los políticos que lo encarnan. Por eso yo creo que conforme la campaña se desarrolle, la confrontación final va a ser entre esos dos modelos y va a ser entre el fujimorismo con nosotros. Todo esto del cambio de modelo y del rol más participativo del Estado me hace recordar al discurso de Humala de la Gran Transformación. Yo creo que en lo que planteó el señor Humala había cosas rescatables que él no rescató. Por ejemplo, yo tengo una posición muy clara sobre el tema del gas. Si yo llego a la presidencia, voy a renegociar los contratos del gas. Esto no se trata sobre nacionalizaciones explosivas ni de desconocer contratos. Yo creo en la seguridad jurídica, pero los estados tienen la capacidad y todos los derechos de renegociar contratos, y yo considero que hay que renegociar el contrato del gas porque el Perú está recibiendo muy poco por su gas. No sé qué nombre le quieras poner, pero esa es una posición nacionalista, una posición –además– muy de acuerdo con lo que Fernando Belaunde había hecho. En una entrevista para Caretas le dijo a Zenaida Solís... ¿Tú haces periodismo o arqueología? (ríe) ¿Qué año fue eso? El 2005, si no me equivoco. En la que hablé del centro progresista... Exacto. Usted decía que los partidos no representan al pueblo y ahora postulará a la presidencia por uno de los partidos más tradicionales y antiguos del país. No es tradicional, es el partido más renovador, porque así empezó Acción Popular en 1956, también insurgió contra una fuerza política. Pero esto me permite varias reflexiones. La primera es la gravedad de la fragmentación y erosión del sistema político, lo cual me lleva a otra idea fundamental, que es la necesidad de grandes partidos, de partidos que reemplacen esta atomización que tenemos. En las regiones hay una pulverización de los partidos nacionales y la explosión de grupúsculos políticos que se han transformado, en muchos casos, en plataformas políticas para la cleptocracia. El belaundismo es una familia política que está desparramada a lo largo y a lo ancho del país. En el último pueblo hay un belaundista, porque en el último pueblo hay una obra de Belaunde, y entonces a mí me parecía mucho más constructivo recuperar eso, aunque sea más riesgoso. Yo creo que este partido va a resurgir y va a revitalizarse. Usted me habla de Belaunde como el mayor activo de AP, pero tenemos un electorado mayormente joven, que –inclusive– no sabe quién fue Valentín Paniagua. Te voy a contestar, porque hemos hecho encuestas sobre eso. El 35 por ciento de la población del Perú no sabe quién es Fernando Belaúnde; del 65 por ciento restante, el 59 por ciento –o sea, 90 por ciento del resto– considera que fue un gran presidente. En consecuencia, sí, es normal que pase el tiempo y no se recuerde, pero ahí está el legado y ahí está la promesa... porque el belaundismo no es solo un legado, es también una promesa de futuro. Nosotros planteamos un cambio en la relación con las industrias extractivas, porque de ahí tiene que salir el financiamiento para muchas cosas. Todo esto ha estado mal planteado, por eso es que nosotros entramos, creemos que tenemos una propuesta global y vamos a llevar al país al desarrollo. El tema económico es uno de los mayores retos del próximo gobierno, pero la inseguridad ciudadana es un problema que afecta gravemente a la población. ¿Cuál es su propuesta para resolverlo? Existen muchos casos interesantes en el mundo que han resuelto esto, por ejemplo, el de Ciudad Juárez en México o el de Medellín, una zona que era el centro de los carteles de narcotráfico y hoy es una ciudad donde puedes respirar y vivir. Lo que digo es que la seguridad es un proceso, es una cadena de valor. ¿Dónde empieza la inseguridad? ¿Dónde empiezan las mafias juveniles? En los barrios con marginalidad económica. En consecuencia, el primer punto es el punto de la marginalidad económica, que tiene que ver con la necesidad de hacer un estado de bienestar y un piso común de igualdad de oportunidades. Si tú no resuelves eso, la causa inicial de todo, no vas a resolver el problema. Luego en esa cadena de valor aparece un elemento que es muy sensible y del que nadie habla... ¿Cuál? La comisaría del pueblo, que ha sido siempre el enlace de la seguridad con el vecindario. Por las reformas que se hicieron hace mucho tiempo en la Policía, han convertido esas comisarías en unos centros de expedientes de investigación, porque ahí está la plata y han descuidado la relación, que ha sido más bien reemplazada por los serenazgos. El siguiente paso en la cadena de valor es la Policía. Destituir generales no soluciona el problema, hay un tema de número de policías, de entrenamiento e inteligencia policial. Pero aún si tú reformas la Policía, te quedan tres elementos adicionales: el elemento del Ministerio Público, que es una zona gris enorme de corrupción; luego tienes el Poder Judicial, que es un sistema colapsado, y finalmente está el tema de las cárceles. En consecuencia, la seguridad requiere una solución integral. Pero yo insisto, el problema empieza en el vecindario, en las comunidades con marginalidad y por tanto ahí es donde tenemos que empezar. Debe haber consenso en que usted es uno de los candidatos más preparados de esta contienda. Pero, le pregunto esto con buena intención y no sin pesar. ¿Es eso determinante para que el electorado peruano defina su voto? No lo sé, pero es importante para el Perú. ¿Es suficiente e importante para ganar una elección en el Perú? Creo que es importante para ganar una elección. Yo creo que hay una demanda escondida de preparación y profesionalismo en el ciudadano peruano. El ciudadano peruano quiere algo distinto en sus gobernantes, en integridad y preparación. Estoy convencido que es así. Si no, no me presentaría a esta elección. ¿Con su candidatura, AP busca solo superar la valla electoral? Lo pregunto por algunas declaraciones que he leído de acciopopulistas. Te voy a decir algo: nosotros queremos ganar la presidencia, nosotros creemos que vamos a competir en la segunda vuelta con Keiko Fujimori. Además, creemos que vamos a ganarle, porque sería una maldición para este país que el fujimorismo vuelva. Esta pregunta final me permite explicar varias cosas. Las encuestas carecen de valor predictivo. Si tú revisas las encuestas de enero del 2001, de enero del 2006, de enero del 2011, no te decían nada sobre cómo fueron los resultados. Segundo, curiosamente, las encuestadoras siempre se equivocan para quien tiene la plata. Eso hacía que Humala el 2011 pareciera un candidato marginal. Habría que auditar a las encuestadoras, porque también hay corrupción en las encuestas. Entonces, déjame terminar con una idea que parece un poco romántica, pero es la realidad: las campañas son sueños, lo que los países están esperando es qué sueño le propones. A veces esos sueños se quedan en eso, en sueños; pero a veces se convierten en realidades. Si tú hubieras hecho una encuesta el 31 de mayo de 1956, Fernando Belaunde hubiera tenido cero. Por eso yo ni leo las encuestas, porque las encuestas del gana gana, del número, nunca han reflejado lo que ha sucedido en el Perú.