Las tesis plagiadas son bastante más que súbitos escollos electorales. Son un tema de fondo en el panorama de la educación superior peruana. El caso de César Acuña abrió una caja de Pandora muy difícil de cerrar. La sospecha es que este tipo de texto ilegal hoy suma una espantosa biblioteca en la que nada es original ni propio. Con buen criterio las autoridades de la Universidad Pedro Ruiz Gallo, de Lambayeque, han empezado la revisión de diez años de tesis de maestría y doctorado, en búsqueda de plagios. Se trata de un estupendo punto de partida para restablecer el prestigio de los títulos profesionales en el país. Es casi seguro que van a encontrar cosas. La tarea es bastante más difícil de lo que parece. Es cierto que hay programas cibernéticos que se encargan, pero eso supone contar con versiones digitales de las tesis. Los programas están a la mano, pero quizás lo más conveniente sea la contratación de detectives, es decir personas o empresas especializadas en estos asuntos. Pero donde no hay texto digital de por medio, el trabajo al ojo puede ser ímprobo. Así las tesis más antiguas son las que van a pasar más piola. Dicho esto, las universidades deberían poner a buen recaudo sus archivos digitales y sus bibliotecas físicas de tesis, antes de que comiencen a desaparecer. No es difícil pasar de plagiario a escamoteador. La plaga del plagio no está directamente relacionada con la calidad de las tesis aceptadas, pero hay puntos de contacto, sobre todo en el descuido de los jurados. Puede haber un desconocimiento de los programas detectores de plagios, pero también una no tan sutil complicidad en la resistencia a utilizarlos. Con su pionera decisión la UNPRG ha entendido que la cuestión central está en la devaluación de los títulos académicos. Esta es la prueba final de la calidad de una universidad. La mala educación estafa al alumno que invierta tiempo y dinero en ella. Una tesis bamba, plagiada o no, estafa al Estado que avala el título académico o profesional. Parte del problema está en que los títulos se han vuelto obligaciones formales, con poco contenido. Una norma que exige una maestría para ocupar cargos públicos de cierto rango ha creado una industria en el tema, y ha terminado echándole ríos de agua al caldo académico. La propensión al plagio viene también de este mercado de títulos con poco control. Lo de Acuña es emblemático por ser él un importante beneficiario de la educación mal entendida y promovida por los liberales (y ellos mismos negociantes educativos) del fujimorismo, y que los siguientes gobiernos aceptaron de mil amores. Plagiario él, algunos de sus hermanos, y ahora su ex esposa, es un símbolo que no se debería perder de vista, y que ciertamente también merece auditoría.