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Género

Conductoras, futbolistas y misoginia: la violencia de género en la televisión peruana de espectáculos

Los contenidos de carácter machista que se difunden a través de los espacios de espectáculos promueven estereotipos de género y los ataques a mujeres. ¿Cuál es la posición del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables a este tipo de hechos?

Periodismo de espectáculos
Periodismo de espectáculos

Puede haber una pandemia mundial sin precedentes, miles de contagiados, cientos de muertos cada día; pero, cuando se anuncia un nuevo romance, infidelidad o cualquier otro caso íntimo que involucre a figuras del espectáculo, el país entero se paraliza.

Ha sido así desde los años 90, cuando era normal colocar cámaras clandestinas en habitaciones de hotel, cuando era aceptable llamar ‘bataclanas’ a las mujeres que podían no encajar con el arquetipo de conservadoras y sumisa; sino que hablaban y ejercían abiertamente su sexualidad.

Y continuó, en el 2000, con videos que exponen a periodistas en la intimidad de un auto y siguió hasta antes de terminar la década cuando una modelo y conductora fue objeto de burlas y señalamiento por su físico y por su romance con un jugador de fútbol peruano que vivía en el extranjero.

A raíz de la presión de una sociedad harta de hacer del ámbito privado un circo y de las acciones legales que tomaron los y, sobre todo, las protagonistas de estos hechos, estas prácticas ya no son aceptadas en la televisión peruana. Pero, en los últimos años, algo ha cambiado. Ya no es necesario armar un operativo para infiltrar cámaras, micrófonos y contratar personas para tender trampas en pos de la ‘noticia’. La masificación y el alcance de las redes sociales han hecho todo más fácil para quienes hacen del escarnio público y la incitación a la violencia su modo de generar contenido.

La noche del último lunes 31 de agosto, una conductora y un jugador de fútbol fueron protagonistas de un nuevo hecho que se difundió a partir de una conversación privada compartida por una tercera persona y amplificada por Magaly Medina en su programa nocturno.

De la emisión a este momento, redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram y TikTok albergan decenas, cientos, miles de comentarios de odio contra la conductora de televisión: interesada, mal ejemplo, mala mujer y un pedido constante por que se concentre en su hijo. Los insultos y señalamientos que siempre recibe, en realidad, cualquier mujer que se atreva a vivir una vida más allá del rol de madre o esposa. “En el caso de Sheyla Rojas, se presenta la noticia cuestionándola, se habla más de eso que del futbolista en esa información”, explica la periodista, feminista y activista Mabel Barreto.

Magaly Medina y Rodrigo González

Magaly Medina y Rodrigo González

El denominador común en este tipo de ‘revelaciones’ y posteriores ataques, que van desde los años 90 hasta la actualidad, es que la persona señalada, cuestionada y atacada siempre es una mujer. Esta diferencia sexista que posiciona la atención en el comportamiento de las mujeres expone tintes misóginos peligrosos para las protagonistas y para quienes consumen estos contenidos y forman su opinión a partir de ellos.

“La lucha contra la violencia hacia las mujeres exige el compromiso de toda la sociedad, pero, hasta el momento, los medios de comunicación no hacen autocrítica de este tema. Continúan abordando noticias resaltando acciones de la vida privada de las mujeres, señalándolas e incluso culpándolas”, agrega Barreto.

“Siempre sirve en este tipo de casos ponerte del otro lado, que es lo que hubiese pasado si Sheyla Rojas no es Sheyla Rojas sino Carlos Rojas’’ señala Daniela Viteri, directora de la Dirección General Contra de la Violencia de Género del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). ’‘Y sale en una foto con una chica y en una fiesta, ¿alguien se atrevería a señalar por qué este hombre no está con sus hijos? Eso no pasa. Hay que ponerse en la otra orilla para darnos cuenta de que se trata de un hecho de discriminación. Y esto hace que los imaginarios sociales se asienten y que las niñas y adolescentes crean que porque son madres no pueden vivir su sexualidad ni pueden irse de fiesta o no pueden desarrollarse profesionalmente”, agrega.

La misoginia no está encerrada solo en su definición de odio y aversión hacia las mujeres, sino que se cala en la publicidad, en el mercado laboral, económico y en la comunicación: un titular tendencioso, un enfoque mal escogido y la elección, a sabiendas de los ataques que puede generar. Juzgar a las mujeres por su cuerpo, sus elecciones de pareja y el ejercicio de su libertad sexual bajo la excusa de su posición como persona pública y valiéndose de conversaciones privadas es promover a consciencia el potencial acoso.

“Estamos en una sociedad en donde la mujer está hipersexualizada, donde hay morbo por la noticia que trasciende el dolor de las mujeres y su intimidad. Los límites son absolutamente necesarios. El rol de los medios de comunicación es muy importante porque forma parte de la sociedad”, enfatiza Viteri.

La música de fondo, la voz en off, los filtros, las ‘stories’ y los emoticones pueden darle un tinte lúdico al machismo y al señalamiento que no se debería normalizar. No solo en televisión vemos este tipo de contenido. Las cuentas de Instagram que no son más que canales de exposición son igual de peligrosas. En no más de 15 segundos se expone a burlas contra una influencer por su físico en la playa, se genera intriga y se hace uso y desuso de las mujeres como objetos sin derechos sobre sus cuerpos, su sexualidad o su vida privada.

“El tratamiento informativo tiene que cambiar, los medios no pueden seguir difundiendo comportamientos y discursos machistas, que violentan la dignidad de las mujeres. Hay incluso informaciones que caen en la misoginia porque alientan el odio hacia ellas. El señalamiento que hacen del comportamiento y las decisiones de las mujeres está promoviendo la violencia de género. Ejercer un periodismo comprometido con la lucha contra la violencia hacia las mujeres es cambiar la forma de hacer noticias y la coherencia. El mismo medio que informa sobre feminicidios en sus noticieros no puede emitir discursos machistas en otros programas”, finaliza Barreto.

El MIMP ya ha condenado anteriormente el tratamiento machista de la información por parte de los medios de comunicación. La violencia a la que se ven sometidas las mujeres a raíz de este contenido revela una necesidad de acción mayor. ¿De qué forma las protege esta cartera del acoso sistemático por sus decisiones y comportamientos?

“Estamos preparando una guía para periodistas de tratamiento de la noticia y cómo se puede ser aliado. Esta no es una responsabilidad que esté basada en la buena voluntad de los medios. La Ley 30634 y la Ley de Radio y Televisión 2878 ya hablan de cuáles son los límites, pero en esta guía la mirada de género es mucho más especializada. El interés por parte de los medios y su posición de poder aprender es sumamente importante y es algo que debe venir desde los cargos directivos. El mensaje del ministerio es: súmate a esta iniciativa”, concluye la directora de la Dirección General Contra de la Violencia de Género del Ministerio.

Sin una apuesta conjunta, la violencia de género maquillada en titulares, fotos y videos, no será visibilizada como una problemática real. Sin la conciencia plena de que los medios no son solo amplificadores sino formadores de opinión y que con sus actos pueden, más que erradicar, promover estereotipos y estigmatizar a las mujeres, la cultura del ‘ampay’ y del señalamiento y el acoso llevarán a su paso vidas y carreras en horario estelar.

Periodista y editora de género en Grupo La República. Licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y máster en Estudios de Género por la Universidad Complutense de Madrid.