David Sulmont: “No hay que hacer fetichismo de los planes de gobierno de los candidatos”
Entrevista al doctor en Ciencia Política y Gobierno, quien afirma que los contenidos de los planes de gobierno “deben tener líneas maestras programáticas”.
David Sulmont explica lo primordial que son los debates como mecanismos de exposición y confrontación de ideas o propuestas ante el electorado que elegirá, entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori, al próximo presidente de la República. También aclara el rol de los medios de comunicación y la ciudadanía en este contexto.
¿Son suficientes los dos debates que habrá entre las agrupaciones que pretenden la presidencia de la República?
Más que hablar de suficientes lo deseable es que cuanto mayor oportunidad de confrontar ideas o posiciones de los candidatos, para el electorado, es mejor. Pero es obvio que la ejecución de ellos requiere de acuerdos, formatos. Claro que lo de Chota (debate el 1 de mayo entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori) no salió mal.
¿Aclaran las dudas?
Uno de los problemas que hemos visto estas semanas es que más allá del propio Pedro Castillo, él no tiene otras personas que de manera más o menos coherente puedan presentar sus ideas, su plan de trabajo o de gobierno, de ahí que los debates no solamente tienen que ser entre los candidatos (presidenciales) sino también entre sus equipos. Entre una de las deficiencias de Pedro Castillo está la ausencia de voceros políticos autorizados, que tengan su plena confianza. Eso creo le está pasando la factura.
¿Los debates influyen en los votos obtenidos?
Creo que los debates influyen en un contexto de una elección ajustada en las preferencias en donde hay un gran porcentaje de indecisos y además teniendo en cuenta que en el caso de la primera vuelta electoral (en el Perú) un setenta por ciento no votó por ninguno de los candidatos que pasaron a la segunda, en donde las preferencias tienen cifras casi parecidas y todavía queda un bolsón de indecisos que convencer. Por eso, las oportunidades de confrontación de ideas son importantes, no van a generar grandes porcentajes de votos, pero sí es posible que consigan convencer a un cuatro o cinco por ciento sobre todo en un país en donde no hay identidades políticas muy fuertes, y el voto es por personas, en base a los atributos de los candidatos.
Aquí tenemos una candidata que tiene resistencia (antivoto), frente a un desconocido para el electorado, por lo que la confrontación de ideas, mediante los debates, tiene una enorme sustancial.
¿Qué importancia tiene que las exposiciones de los candidatos presidenciales sean en el interior del país?
Es bastante positivo en la medida de que reconoce que la mayoría de los electores no vive en Lima, y que además tienen expresiones diferentes a la capital. Lo vimos en el 2016, con el debate presidencial descentralizado en Piura (organizado por el Jurado Nacional de Elecciones).
Ahora en Chota (1 de mayo del 2021), acerca del cual, al inicio, había mucho escepticismo, pero resultó ser una grata sorpresa acerca de la exposición de ideas, posiciones y confrontaciones entre los candidatos.
Se rompe con un centralismo que, para una parte de la ciudadanía, es una señal bastante significativa.
¿Entre los requisitos para la inscripción de partidos se deben exigir planes de gobierno debidamente auditados y sustentados?
No. Eso es un despropósito. Quien debería auditar, valorar los planes o propuestas de gobierno de los candidatos no son los expertos sino los electores. No se trata de evaluar los planes en términos técnicos sino ver que responden a las aspiraciones de la ciudadanía.
El someterse a una junta de sabiondos va contra el espíritu de la democracia. De ahí que es muy importante que los equipos técnicos de los candidatos expongan ante los votantes y son estos los que deciden teniendo en cuenta la solvencia y trayectoria de los políticos aspirantes.
¿Qué deberían contener?
Los programas de gobierno, que en muchos casos han sido un saludo a la bandera, más que medidas detalladas acerca de planes deberían ofrecer una visión de país y decir hacia dónde se va. En sus contenidos, además, deben tener líneas maestras programáticas que permitan márgenes de maniobra para responder a un electorado que tiene expectativas diferentes.
Hay que tener mucho cuidado en no hacer fetichismo de los planes de gobierno, pues son orientaciones de la acción, mas no son camisa de fuerza en ninguna parte del mundo.
En la campaña política hay hasta amenazas de muerte, ¿por qué las autoridades del Estado no intervienen de oficio para detener los excesos?
Puede haber dos cosas. Un exceso de neutralismo por parte de las autoridades, pero también, cuando corresponde, deberían intervenir, para restablecer el orden y los derechos ciudadanos. No se pueden aceptar amenazas de nadie y en cuanto al lenguaje político que utilizan los contendores, no están bien las descalificaciones acerca de que unos u otros son antidemocráticos.
También hay que ver que la ciudadanía percibe sesgos en la cobertura electoral de ciertos medios y, en otros casos, una parcialización por una de ellas (de las candidaturas). Eso puede ser legítimo si es parte de su sección editorial, ocurre hasta en EEUU, pero está mal una anteojera, un sesgo periodístico. Eso es contraproducente hasta para la misma prensa, pues la ciudadanía espera objetividad y ética profesional.
¿Cómo fortalecer la vigilancia permanente de la ciudadanía ante el Legislativo y el Ejecutivo en el próximo gobierno?
Aquí juegan un rol vital los medios de comunicación, para echar luces sobre la actuación de los políticos y el Estado. También hay que respaldar instituciones como la libertad de expresión y de asociación que tiene la ciudadanía, proteger el derecho a la protesta pacífica y a organizarse ante los abusos del poder. Tal como ocurrió cuando la “repartija” y en el 14N.
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