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Economía

China: cómo pasó de ser un país pobre a una superpotencia mundial

Un análisis de los 70 años del triunfo del comunismo en el país asiático que actualmente aspira ser la primera economía global.

Presión. Divisa chinma cayó a niveles históricos luego de anuncio de nuevos aranceles.
Presión. Divisa chinma cayó a niveles históricos luego de anuncio de nuevos aranceles.

China cumplió 70 años desde que el líder comunista Mao Zedong llegó al poder en 1949, año en que el país estaba sumido en la pobreza y devastada por la guerra. Actualmente es una potencia de primer orden y aspira a convertirse en la primera economía a nivel mundial.

Sin embargo, esta transformación fue impulsada por otro líder comunista, Deng Xiaoping, con la campaña “Reforma y apertura", que logró sacar a 740 millones de personas de la pobreza, según cifras oficiales.

Bajo la idea de un “socialismo con características chinas”, Deng rompió con lo establecido e impulsó una serie de reformas económicas, centradas en la agricultura, la liberalización del sector privado, la modernización de la industria y la apertura de China al comercio exterior.

El cambio comenzó en 1978, época en la que China era muy diferente a la nación que hoy puede situarse al nivel de Estados Unidos o la Unión Europea.

Era un país empobrecido, con un Producto Bruto Interno (PBI) de 150.000 millones de dólares para sus más de 800 millones de ciudadanos, muy por debajo de los 12.2 billones de dólares de este 2018, según cifras de la ONU.

Proceso de transformación

Cuando falleció Mao Zedong dejó el proyecto “Gran Salto Adelante” (1958-1962), que buscaba transformar la economía agraria del país, que provocó una hambruna por la que murieron al menos 10 millones de personas. Además de la “Revolución Cultural” (1966-1976), campaña contra los partidarios del capitalismo, que dejó millones de fallecidos y paralizó la economía.

Fue en esa situación de pobreza y hambre cuando Deng Xiaoping, entonces el secretario general del gobernante Partido Comunista de China (PCCh), propuso un cambio y apostó por las llamadas “cuatro modernizaciones” y por evolucionar hacia una economía en la que el mercado tuviera un protagonismo creciente.

Su programa fue ratificado el 18 de diciembre de 1978 por parte del Comité Central del PCCh y en él se situó la modernización económica como principal prioridad.

En los años posteriores, se fueron poniendo en práctica cambios que entonces se consideraron ambiciosos y que salieron adelante pese a la oposición del ala más conservadora del partido.

En el sector agrícola, por ejemplo, se abandonó progresivamente el sistema maoísta de economía rural planificada, lo que permitió incrementar la productividad y sacar a zonas del país de la pobreza, fomentando la migración de mano de obra hacia las ciudades.

También se aflojaron las cadenas del sector privado y, por primera vez desde la creación de la República Popular en 1949, el país se abrió a la inversión extranjera.

Se crearon zonas económicas especiales, como la de la ciudad de Shenzhen, que sufrió una increíble transformación y hoy en día suele describirse como el “Silicon Valley chino”.

Esa apertura al exterior contribuyó a aumentar la capacidad productiva de China y nuevos métodos de gestión.

Sus cambios llevaron a que, tras un largo proceso, China consiguiera entrar a la Organización Mundial del Comercio en 2001, lo que le abrió definitivamente las puertas a la globalización, que tanto ayudó a su auge económico.

Y es que, en 2008, cuando la crisis financiera mundial estalló y Occidente emprendió la búsqueda de nuevos mercados, China destacó entre todos ellos, lo que le llevó a convertirse en la “fábrica del mundo”.

Tras su boom económico, no obstante, Pekín lucha ahora para desprenderse de ese nombre: dejar atrás la manufactura y ser un país caracterizado por la innovación.

Cambio político

Pese al éxito económico, las reformas también trajeron consecuencias negativas para el país, como la grave contaminación del aire que sufre la mayoría de sus ciudades o una gran desigualdad.

Además, las últimas décadas no han traído ningún cambio al rígido sistema de gobierno de un solo partido en el país.

Los críticos denuncian que la “represión” de los derechos humanos va en aumento y que el actual presidente, Xi Jinping, está coartando cada vez más libertades de la población, mientras acumula más poder.

En el 40 aniversario de la “reforma y apertura”, el pasado diciembre, Xi enfatizó la importancia del “liderazgo” del Partido Comunista en un discurso en el Gran Palacio del Pueblo de Tiananmen, la plaza pequinesa donde el Ejército acabó a la fuerza con las manifestaciones a favor de reformas políticas dejando un número aún indeterminado de muertes.

Ese oscuro capítulo de la historia reciente de China sigue siendo un tabú, como cualquier crítica sobre el sistema político.

Fuente: BBC


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