En los años 1958 y 1960, Arequipa tuvo dos grandes movimientos sísmicos que destruyeron gran parte de la ciudad. Era indispensable reconstruir la ciudad y el presidente de la República, don Manuel Prado Ugarteche, reacciona rápidamente y dispone la creación de la Junta de Rehabilitación y Desarrollo de Arequipa (JRDA).,Patricio Quintanilla Paulet Economista y rector de la Universidad La Salle Es muy probable que los jóvenes lectores de esta columna no hayan escuchado de la Junta de Rehabilitación y Desarrollo de Arequipa (JRDA), institución modelo que ojalá algún día se pudiera replicar. En los años 1958 y 1960, Arequipa tuvo dos grandes movimientos sísmicos que destruyeron gran parte de la ciudad, especialmente el casco monumental, los pueblos tradicionales y algunas zonas marginales que empezaban a florecer. PUEDES VER: El olvidado valor de la advertencia Era indispensable reconstruir la ciudad y el presidente de la República, don Manuel Prado Ugarteche, reacciona rápidamente y dispone la creación de la mencionada junta para la recuperación de su patrimonio y apoyo a los damnificados. El modelo es nuevo y se desarrolla con mucho éxito; la junta está integrada por 15 miembros de los cuales cinco eran representantes del Poder Ejecutivo y el resto empresarios, sindicatos y colegios profesionales, lo que hoy llamamos sociedad civil. Todos trabajaban ad honorem¸ en las palabras de uno de sus integrantes: “En la Junta no se hacía política. No había partidos, el partido era Arequipa”. Era un grupo de ciudadanos notables, que no eran elegidos sino designados; tal vez esta era la razón de su éxito. El sistema de trabajo era el denominado “ayuda mutua”, consistente en la combinación del trabajo realizado por los damnificados y los materiales proporcionados por el Estado; de esa manera, se logró proporcionar viviendas adecuadas a los afectados por los sismos. Adicionalmente, se realizaron importantes obras, algunas de las cuales permanecen hasta hoy. Se recuperó y mantuvo el patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad a través del Consejo Nacional de Monumentos Históricos, presidido por un ilustre arequipeño; se desarrolló el Parque Industrial de Arequipa que alojó a 40 empresas, estas fueron beneficiadas por exoneraciones tributarias; se diseñó e instaló la fábrica de Cemento de Yura con el propósito inicial de ofrecer este producto para la reconstrucción; se instaló la Deshidratadora de Alimentos, que luego se desactivó por un motivo de desarrollo tecnológico; se diseñó la Variante de Uchumayo, como parte de un plan vial; se prepararon los estudios completos del Proyecto Majes, en sus dos etapas. Conclusión La Junta de Rehabilitación y Desarrollo de Arequipa fue un modelo de desarrollo que no se ha replicado, el éxito estuvo en su manejo por un grupo de ciudadanos notables, sin ninguna orientación política, y cuyo único interés era Arequipa. Esperemos que algún día la historia se repita. El final de la JRDA se produce con el ingreso del gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado, quien la convirtió en Sinamos, manejada por militares y con una clara orientación política. Ahí termina esta exitosa historia.