Domingo

Milena Warthon, la nena calienta las tablas

A su lista de retos para este año, la cantante -cuyos videoclips se vuelven virales en corto tiempo- ha sumado una incursión en el teatro. Este fin de semana veremos a la artista del pop andino en Lamentos, un espectáculo que reflexiona sobre la discriminación.

Milena en el ensayo de Lamentos, obra ganadora del concurso de artes escénicas 2021 del Ministerio de Cultura, de Sergio Murillo y Héctor Quispe. Foto: John Reyes/La República
Milena en el ensayo de Lamentos, obra ganadora del concurso de artes escénicas 2021 del Ministerio de Cultura, de Sergio Murillo y Héctor Quispe. Foto: John Reyes/La República

Era una niña que le tenía terror a escribir. Cuando Milena Warthon tenía ocho años fue blanco de bullying en el colegio porque tenía mala ortografía. El profesor, en lugar de alentarla, le creó un trauma al lápiz y al papel que le duró toda su etapa escolar. Gracias a la terapia psicológica fue soltando la mano. Una de sus tareas era escribir todos los días algo para enfrentarse así a su más grande pesadilla. Ya en la universidad, estudiando ciencias de la comunicación, otro profesor descubrió que tenía madera para la redacción, y entonces Milena empezó a componer canciones. Revivió así su viejo sueño de convertirse en una artista famosa como las estrellas de High School Musical, su película favorita.

“Soltar un tema escrito por mí misma fue un viaje de seguridad”, dice la cantante de 22 años. Se refiere a “Agua de Mar”, un tema lanzado el año pasado, que tiene más de 5 millones de visualizaciones en YouTube y que fue el comienzo de una lista de canciones (La nena, Anda nomás (baboso), Yo ya te olvidé), que también se convirtieron en virales.

Recordemos que Milena se hizo conocida en programas concurso como La voz Perú, en 2021, donde cantaba covers a los que les agregaba un toque personal. Memorable es su versión de “Suerte”, de Shakira, al que añadió arreglos con zampoña y charango. Desde ahí fue delineando su estilo musical al que denomina pop andino.

Hoy, la chica que ha puesto de moda las polleras y trenzas entre los veinteañeros se enfrenta a un nuevo reto: la actuación. Pero esta vez no tiene temor, se siente como pez en el agua en Lamentos, un espectáculo de teatro y danza, que se presenta por dos únicas fechas en La Cúpula de Las Artes este fin de semana, y que cuenta la historia de una niña que es atacada en el colegio por su origen étnico. “Nosotros los cantantes tal vez no somos actores, pero aprendemos a usar técnicas de actuación”, afirma Milena.

La joven será la voz que guiará a una escolar en un viaje a sus raíces andinas. Interpretará, al lado del bailarín Raúl Romero, dos canciones emblemáticas, “Cholo soy” y “El Perú nació serrano”, además, de varios monólogos. “Cantar el tema de Luis Abanto Morales es un reto, porque entiendo que estoy contando la historia de mi comunidad… Yo también soy una mujer andina. El Perú nació serrano es una oda [a lo andino], pero Cholo soy tiene una letra muy cruda sobre la discriminación”, responde Milena, que, si bien nació en Lima, subraya el origen de sus padres: ella es de Áncash y él de Apurímac.

Siente la letra muy suya porque también ha sido blanco de mensajes de odio en redes sociales, como la vez que le dijeron que “no encajaba con su apellido”, que tiene un origen inglés. “Más que por mí, me sentí mal por la sociedad tan primitiva en la que todavía vivimos. Decimos que estamos avanzando, pero nos falta tanto, es como si nos hubiésemos quedado en la época colonial”. Y también hubo quienes le reprocharon que estaba “malogrando el folclore” y que su música era una “aberración”, o los que minimizaban su trabajo diciendo que “solo era una tiktoker”.

Plantar cara a los haters

Este año le dio un giro de tuerca a los comentarios de los haters con una canción que muestra su evolución como artista. En el videoclip de La nena aparece una Milena con una estética más ecléctica, con simbología andina mezclada con modernidad y una identidad musical más clara. “Fue un viaje muy interno, con esta canción le digo stop a toda la carga negativa de la gente que hablaba de mí sin conocerme, trato de empoderarme al máximo y digo: yo mando y ya no me pienso sentir mal”.

La nena también marca un antes y un después en el tratamiento de su imagen porque, cuenta Milena, nunca había invertido tanto dinero en un producto audiovisual de ese tipo: “Yo tengo videos de hace años que me costaron 200 soles, los hice con mi cámara y los editó en mi celular, y tienen millones de reproducciones. Pensaba si valía la pena invertir tanto, pero, finalmente, no se trata solo de reproducciones sino de crear un producto de calidad”, asegura la veinteañera que asegura haber crecido de una forma acelerada este año.

Un punto importante es que tiene más responsabilidades, se siente comprometida, por ejemplo, con sus músicos: “Tengo un equipo de trabajo que depende de mis decisiones, el tomar o no una fecha en un concierto significa que habrá personas que dejarán o no de trabajar”. A estas alturas, la cantante ha lanzado tres videoclips más este año: en mayo, “Warmisitay”; en julio, “Maravilloso (Machu Picchu)”; hace unas semanas, “Volvió a latir”, videoclip trabajado en colaboración con el grupo boliviano Chila Jatun —que llegó al millón de visualizaciones en una semana— y por el que viajó al país altiplánico a encontrarse con sus fans.

Y en este itinerario de pequeños triunfos no podemos olvidar su aparición en una pantalla gigante del Times Square, la tradicional avenida de New York, donde su foto fue elegida para liderar la lista Equal Andes de Spotify. “Fue un logro para mí como artista, pero también fue una reivindicación cultural y social. Era yo, mujer-artista-joven-representante de la música andina saliendo en Times Square”.

Warthon es una de los varios artistas nacionales jóvenes que están volviendo a sus raíces andinas para empoderarse. Ella sostiene que no es oportunismo, es un reencuentro: “Soy una chica que interpreta lo andino según su realidad, yo vivo en un mundo globalizado, he nacido en el tiempo del internet y he crecido viendo series de Estados Unidos”. Como ejemplo pone a Selena Quintanilla, que fusionó sus raíces mexicanas con los ritmos modernos; o a la española Rosalía, que actualizó el flamenco con ritmos como el trap y el reguetón.

“La música se fusiona hace miles de años, si hablamos de música andina tradicional entonces no debería tener guitarra, porque vino de otro país. Hay que aprender a amar lo diferente y aceptar que el mundo está cambiando”, dice la abanderada del pop andino, a quien veremos en su nueva faceta sobre las tablas.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.