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Sangre y pólvora en el Amazonas

Un bandido con un parche en el ojo, un mapa del tesoro y fuerte dosis de aventura son los ingredientes de Piratas en el Amazonas, el último libro del antropólogo Gabriel Arriarán. La historia de ficción se nutre de lo que el investigador vio y vivió en sus veinte años de exploración en la selva peruana.

Sangre y pólvora en el Amazonas. Foto: Félix Contreras/LR.
Sangre y pólvora en el Amazonas. Foto: Félix Contreras/LR.

Eran cerca de las tres de la tarde, la embarcación navegaba el río Amazonas sin ninguna novedad. El antropólogo Gabriel Arriarán leía un libro echado en una hamaca cuando de pronto escuchó disparos y vio chispas en las barandas de la lancha. Pensó que serían cazadores, pero no, eran piratas. Tres deslizadores se acercaban raudamente disparando a quemarropa con metralletas. Sus compañeros de viaje corrían despavoridos en la cubierta. Él estaba petrificado cuando en eso vio a un travesti, una chica transgénero que era parte de la tripulación, empuñar un viejo fusil y devolver el fuego.

“Vi cómo se le movía la peluca con cada disparo, y ahí es cuando decido contarlo”.

Explorador. Arriarán en 1997, en la confluencia de los ríos Ucayali y Marañón. Su libro está a la venta en Amazon. Foto: cortesía.

Explorador. Arriarán en 1997, en la confluencia de los ríos Ucayali y Marañón. Su libro está a la venta en Amazon. Foto: cortesía.

Esto sucedió en 2019, era un viaje más de los que solía hacer el investigador, que también es periodista, a la selva peruana. Volvía del trapecio de Leticia, en Amazonas, tras hacer indagaciones sobre trata de personas y narcotráfico. Arriarán es un académico con alma de aventurero y vive inmerso en la problemática de la Amazonía desde hace veinte años. Sus investigaciones se convierten en libros. De su experiencia en Madre de Dios, por ejemplo, escribió Frontera pirata (Planeta, 2020), una crónica larga sobre la minería ilegal contada en primera persona.

Cuando ocurrió el ataque de los piratas a su embarcación, se le despertó el narrador. La escena de la chica trans empuñando el fusil, confiesa Arriarán, fue el detonante que lo llevó a escribir Piratas en el Amazonas (2022), su primera obra de ficción. En el relato también hay un enfrentamiento, con la diferencia de que la lancha atacada, llamada el Gran Loretano, no transporta viajeros corrientes sino narcotraficantes, piratas de río, además, los atracadores son agentes de la DEA y la valiente chica anónima se llama Rafaela y es la cocinera que tiene un fusil FAL al que llama “Dios”.

El autor nos hace vivir una historia de aventura con personajes salvajes como entrañables. La narración se cuenta desde la mirada del profesor, un académico que es invitado a dar una conferencia a una universidad de la triple frontera Perú, Brasil y Colombia: “Al conocer a los tripulantes del Gran Loretano termina seducido por la vida de estas personas que se dedican a actividades ilegales. Comienza a desear ser parte de ellos, y a tener una vida menos existencialista y aburrida y más entretenida y apasionada, tener algo que contarles a sus nietos”, dice el autor.

Arriarán confiesa que se siente emparentado con cada uno de sus personajes, y como el profesor también se ha visto seducido por la exuberancia y vitalidad de la selva. Por eso decidió a los veinte años pasar un tiempo en una comunidad nativa de Infierno, en Madre de Dios, y dormir donde caiga, sea una carpa, una hamaca o el suelo. “Era joven, pero a partir de ahí creo que tengo la necesidad de contar más que de analizar”.

Había ido a buscar información para su tesis de licenciatura, pero salió de ahí con más de una historia en el bolsillo: “Quería describir a la gente, contar la experiencia, había un montón de vida que no iba a transmitir con una tesis, que finalmente es un documento muerto”. Pensó que a lo mejor lo suyo no era la academia, por ello, el antropólogo, ya en la madurez, se ha procurado una doble vida. La del investigador riguroso que hace estudios y la del escritor en ciernes que quiere contar aventuras y vivirlas. “Para crear hay que vivir. Escribir no tiene que ver solo con ganar estatus o prestigio. La literatura tiene que estar viva”.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.