Delfina Paredes: “Si hubiera estado en condiciones, seguro hubiera ido a marchar”
Actriz, dramaturga.
Delfina Paredes habla con voz tranquila y sosegada. Incluso puede parecer tímida pero es una mujer de convicciones firmes. Es actriz desde hace más de sesenta años, ha sido dirigente del gremio de actores, ha hecho difusión teatral para niños de las comunidades altoandinas, ha escrito varias obras teatrales, ha difundido la poesía de Vallejo y ha dado vida a un personaje recordable: Evangelina. A los 86 años, la pandemia del COVID-19 la mantiene en casa, pero sigue trabajando: tiene treinta capítulos escritos para radioteatro de Todas las Sangres, de José María Arguedas, y también un relato sobre Fernando, el hijo menor de Túpac Amaru, que quiere hacer en formato de dibujos animados.
Cuando se declaró la cuarentena por el COVID-19, ¿Cómo se sintió? ¿Pensó que era algo muy grave?
Cuando se declaró la cuarentena me parecía imposible que pudiéramos estar dos semanas sin salir ni siquiera al mercado. Me parecía que era un tiempo enorme. Quedé muy mortificada. Mi hermano y mi cuñada, que viven en París, habían programado llegar el 14 de marzo. Pero se cerraron los aeropuertos y suspendieron su viaje. Esos primeros quince días me parecían un tiempo enorme.
Finalmente el virus se extendió y acabó siendo un aislamiento muy largo
Ahora que han pasado 300 días o más, un domingo me digo: esta semana voy a hacer tal cosa: voy revisando papeles, escribiendo. Y se me pasan los días. Ha sido una carga muy grande para todos, pero fundamentalmente para los menos favorecidos económicamente.
En su caso, ¿Cómo se ha tomado este encierro?
La verdad estaba un poco limitada ya para salir, porque desde marzo tenía problemas en la columna y a partir de ese momento camino con dificultad. Camino en la casa sin bastón, pero si quiero bajar las escaleras ya debo tener cuidado. Antes bajaba y subía veinte veces. A veces pasan días en que estoy en mi cuarto en el segundo piso, con la suerte inmensa de tener a mi hija Gabriela acompañándome y ayudándome en todo.
Decía que esta pandemia ha afectado sobre todo a los menos favorecidos económicamente.
Eso me causa mucha pena y me da una indignación muy grande también. Cuando pienso en cómo, a partir del año 90, 91, se empezaron a cerrar fábricas en la avenida Argentina, la carretera central. Eran lugares donde la gente conseguía un trabajo. Siempre con limitaciones económicas para los obreros, pero no estaban en la situación de que cada persona “es un empresario, un emprendedor”, que es lo que el presidente de entonces propuso. Y hoy resulta que emprendedores eran hasta los que salían a las pistas con sus caramelos, sus gaseosas. Y también están los emprendedores taxistas. Y es un todos contra todos.
Nos han estado vendiendo un espejismo
Claro. El todos contra todos es lo peor que puede pasar en una sociedad, en un país. Se pierde el sentido de humanidad, de sociedad fraterna. Eso no es de ahora, sino que con la pandemia se está evidenciando.
El gremio artístico ha sido muy golpeado por la pandemia y, con una segunda ola, parece que esta situación va a continuar
Terriblemente, sí. El teatro es uno de los sectores más golpeados. El teatro se da en salas no muy grandes, cerradas y se mantiene con el ingreso de los espectadores. Ya antes había problemas por la falta de salas, fíjese que el Teatro Segura lo cerraron para restaurarlo y sigue cerrado. Para mí es el mejor teatro porque era posible trabajar ahí sin micrófonos.
Y en su caso, ¿quedó pendiente algún proyecto por la llegada de la pandemia?
No precisamente por la llegada de la pandemia, pero sí por falta de interés. Desde el 2011 he estado presentando al Ministerio de Cultura un proyecto para grabar treinta capítulos en radioteatro de la novela Todas las sangres. Ya están escritos los treinta capítulos. El 2017, con unos ahorros que tenía, dije: “voy a grabar los dos primeros capítulos”. Así que llamé a los compañeros, entre ellos Eduardo Cesti, que pena que ya no esté, y a otros buenos actores. Y les pagué a todos. Lo último que haría sería llamarlos y decir: “Si me aceptan el proyecto les pago”. Porque los actores debemos saber que eso no es así. Presenté los capítulos y creo que ni los escucharon. Los entregué a Radio Nacional con una carta y esperaba que por lo menos me contestaran interesándose, aunque por el momento, por la situación económica o algo así, no se podía hacer. Al menos con esa respuesta hubiera intentado conseguir auspiciadores. Pero no. Es una de esas cosas que uno dice, “bueno, se quedará así”. Se usa la frase “Todas las sangres” como un slogan, pero veces me he preguntado: ¿habrá un 4% de peruanos que han leído Todas las sangres?
Quizá menos que eso
Pero se habla y se escribe mucho de Arguedas. Igual con Vallejo y otros autores. Pero yo pienso, ¿Qué quisiera un autor? ¿Qué se hable de él o que se conozca lo que ha producido, lo que ha creado? Y eso no es lo que sucede.
Usted ha sido secretaria general del Sindicato de Actores y defiende los derechos de los artistas. Aboga porque al actor se le paguen regalías por series que, años después, se siguen emitiendo
Al actor se le paga por su trabajo en series, telenovelas, etcétera. Pero si vuelven a pasar tiempo después o el productor vende a otro país el producto y cobra por ello, entonces de ese nuevo ingreso, se debería pagar un porcentaje al intérprete, al director, al autor de la serie. ¿Cuándo se reconoció el derecho del intérprete para recibir un pago por las repeticiones? Está en la ley, pero cuando van a firmar contrato hay cláusulas en las que el actor renuncia a este derecho. A mí el 2017 me ofrecieron trabajar en una telenovela, y cuando iba a firmar contrato encontré ese artículo. No podía aceptar renunciar a mi derecho. Esa cláusula no debe estar. El problema es que cuando reclamamos nos cerramos las puertas de los medios de trabajo, yo me he cerrado muchas puertas.
Vi que ha estado participando de conversatorios sobre cine y teatro en estos meses de confinamiento
Todo ha sido por el Zoom. También he estado como jurado en dos concursos. En uno sobre lenguas originarias y otro sobre cuentos para alumnos de colegio. He aprendido mucho.
También participó en la película La Restauración, que se presentó en el Festival de Cine de Lima el año pasado
Eso fue en mayo de 2018. Una experiencia muy grata con todo el personal, el director (Alonso Llosa). Se estrenó el 2020, pero ya no estábamos en posibilidad de asistir, una lástima. El Festival de Lima también fue virtual.
Por lo pronto no podrá participar de ningún proyecto presencial debido al virus.
Me da la impresión de que por mucho tiempo no va a ser posible la actuación personal. Pero tengo un proyecto. El año 75 estuve en Surimana, Tungasuca, Pampamarca, trabajando con niños obras de teatro. En una de las obras el protagonista es el hijo menor de Túpac Amaru. En su época feliz. Pienso en ese niño y las cosas inhumanas que le obligaron a ver, esa noche que pasó solo, con sus padres ya muertos. Después lo trajeron a Lima. Yo escribí una obra sobre su época feliz, cuando Túpac Amaru estaba preparando la rebelión. La obra se llama “Fernanducha visita al Apu Ausangate”. Es una historia de aventuras: él va solo al Apu, acompañado de una llamita que lleva la ofrenda para hacer el pago ahí y un perrito que lo sigue. Quiero hacer eso en dibujos animados. Tengo un nieto que dibuja muy bien. Me gustaría en un estilo no muy lineal, sino más natural y humano. En eso estoy.
En noviembre pasado ocurrieron las marchas por la vacancia al presidente Martín Vizcarra y la asunción de Manuel Merino ¿Qué opina de los jóvenes que salieron a marchar por la renuncia de Merino?
Si yo hubiera estado en condiciones seguramente también hubiera ido. Ya en otras oportunidades se me ha señalado porque estaba en marchas, en fin. En buena hora y gracias a la multitud de personas que inmediatamente se comunicaron entre ellos. Porque tener las noticias en la mano, con mover un dedo, ha permitido eso. Mi hijo también fue a marchar con su esposa. Si no, hubiera durado cuánto tiempo ese señor (Merino). Desastrosa la actitud de él y de los congresistas que sacaron a Vizcarra. Nadie lo defiende (a Vizcarra) ni dice que es impoluto, pero estaba haciendo lo que podía con la pandemia.
¿Esos jóvenes que marcharon le dan esperanza en un país mejor?
Si. En grupos se están comunicando. Y si ya demostraron en ese momento que estaban indignados por una situación injusta de atropello, quiere decir que están pensando con seriedad en su condición de seres humanos, de ciudadanos comprometidos. Yo trato de ser una ciudadana, que exijo mis derechos y tengo que cumplir mis deberes. Eso es indesligable. Así como reclamamos, igual tenemos que cumplir.
¿Por qué cree que su personaje Evangelina es tan recordado?
Justamente hace unos días encontré mis libretos de Evángelina, los estamos poniendo a Word. Hace unos años, por el centro, un señor se me acercó en la calle y me dijo “usted es Evangelina, ¿no?”. En la televisión llegamos a hacer 32.6 puntos de rating en quince programas. En radio Selecta hacíamos el informativo de Evangelina y estaba al día con las noticias. Como actriz para interpretar no me voy a encerrar para decir “esto como lo hablo, como levanto la mano, me hago para aquí o para allá”. No tanto eso, tenemos que estar observando qué pasa en torno. Si vemos a una mujer que está criando sola a sus hijos y tiene problemas y la observo y siento lo que ella está sintiendo, podría hacer un buen personaje. Seguramente yo he podido hacer bien el personaje de Evangelina porque he tenido la suerte de vivir entre Cusco y Puno, a través del ferrocarril del sur. Mi padre era jefe de estación. Mi madre cusqueña hablaba quechua, mi papá arequipeño no hablaba. Cuando alguien venía a hablar con mi mamá, quizá una paisana, una comadre, yo me quedaba a su lado para escuchar. Y las maneras, sin que me hubiera propuesto, seguro se me fueron impregnando.
Otro tema muy presente en su trayectoria es su admiración por Vallejo. Por ahora no puede recitarlo en público
Cuando empecé a recitarlo no me puse ni aretes para no llamar la atención. Estaba vestida de negro para que todo estuviera concentrado en el texto de Vallejo. Mi interés en Vallejo nació porque vi la película Morir en Madrid el año 71. Me quedé conmovida, porque yo qué idea tenía de los españoles: “conquistadores, nos han hecho esto o aquello”. Y de pronto vi que en España también había un pueblo que sufría. Cuando le conté a mi hermano Pablo, de la película, me dijo que todo eso estaba en España aparte de mi este cáliz, el poemario de Vallejo. Y yo tenía el libro. Y esa noche me puse a leer. Con los años busqué a Georgette, su viuda, porque quería hacer un recital. Desde que me permitió entrar a su casa, hemos conversado hasta el día de su muerte.
Usted ya tiene un legado en la cultura de nuestro país y sus hijos continúan ese legado
Yo soy hechura de mis padres, ellos me dieron el ejemplo de vida. También soy hechura del mi colegio y de mis profesoras. Y después he completado mi manera de ser, de pensar, de actuar, por mis hijos. Ellos desde muy pequeños opinaban sobre mí, y ya mayores también había críticas. Creo que no somos muy dados a decirnos cuánto nos queremos porque sabemos que nos queremos. Yo también soy hechura de mis hijos y les agradezco por eso.
¿Cambiaremos después de la pandemia?
Aún sin la pandemia tendríamos que haber cambiado. Cuidando por lo menos la tierra, el lugar que nos acoge. Tenemos que tomar conciencia de cómo estamos destruyendo la naturaleza.