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Domingo

Los artistas de la protesta

La generación del Bicentenario expresó su indignación también con imágenes, su código habitual. Comunidades de artistas pusieron su creatividad al servicio de las protestas en las redes sociales. El diseñador Alexandro Valcárcel contribuyó con un afiche que quedará para la historia.

El diseño de Alexandro fue proyectado en la misma casa de Manuel Merino. Crédito: Carlos Contreras
El diseño de Alexandro fue proyectado en la misma casa de Manuel Merino. Crédito: Carlos Contreras

Alexandro Valcárcel de 25 años no fue a marchar. Tenía a su padre enfermo en casa y no podía exponerse a un posible contagio. La noche del lunes pasado, tras el golpe del Congreso, se sentía frustrado. Sus amigos, incluso los que nunca habían mostrado una postura política, le pasaban la voz por el WhatsApp. Algunos irían a las protestas del Centro de Lima, otros a las de Miraflores. Él, frecuente de las grandes marchas –había estado en la de No a Keiko del 2016, en las de Ni Una Menos, en las del Orgullo– sería el gran ausente esta vez. Después de ver el mensaje a la Nación del golpista Manuel Merino, necesitaba expresar su indignación: “Era una situación muy orweliana, no sabía si era una broma de mal gusto”. Podía sacarla a punta de cacerolazos como lo hicieron cientos peruanos desde sus ventanas, pero no era suficiente. Protestó, entonces, desde sus redes sociales y usó un arma muy de su generación: la imagen.

Valcárcel estudió periodismo, pero se dedica al diseño gráfico. El primer cartel que perfiló lo hizo en cinco minutos y en blanco y negro: puso a la bandera de guerra del Perú de cabeza y en letras mayúsculas: Merino no es mi presidente. Sus contactos la compartieron rápidamente en el Facebook, pero faltaba algo más contundente. Un amigo le dio unas ideas y así surgió el afiche que se volvió viral, el que fue impreso y pegado en ventanas y puertas, y que muchos manifestates portaron en las marchas: La cara de Merino, también en blanco y negro, y en lugar de los ojos, dos círculos blancos, que representaban a un ser poseído por la ambición. Detrás, aparecía, multiplicada, una frase que todos gritamos: Merino no es mi presidente.

El joven no imaginó que esa imagen llegaría, incluso, hasta la casa del personaje aludido. Otros artistas la habían visto y –mientras Lima hervía por las protestas, aumentaba la represión policial y el nuevo gobernante permanecía mudo–bus- caron un proyector casero y la hicieron visible a escala gigante en la fachada de su vivienda. Esa noche también se proyectaron afiches de otros artistas que, al igual que Valcárcel, pusieron su creatividad al servicio de la protesta ciudadana. En pocas horas se había creado la página web peruresiste.com, donde decenas de artistas gráficos subieron en alta resolución sus carteles para su libre uso y distribución.

“El diseño gráfico sirve para resolver necesidades de comunicación de la población, en esta coyuntura lo usamos para crear símbolos políticos”, dice Valcárcel. De hecho, durante los días de protesta, se formaron comunidades virtuales de ilustradores y diseñadores que elaboraron piezas gráficas informativas para los manifestantes y se difundieron, especialmente, por Instagram: desde tips sobre qué llevar a las marchas hasta mapas hechos en colaboración de jóvenes urbanistas que indicaban las zonas seguras, peligrosas y de escape. “Se organizó una comunidad muy unida, muy colaborativa y nos cuidábamos entre nosotros”.

La tarde que la policía intervino un stand donde se imprimían afiches para la marcha del 14N en el Centro de Lima, Alexandro se angustió mucho. Una amiga ilustradora le recomendó no dormir en casa esa noche. “A las horas sucedió lo de Inti y Bryan. Estaba a punto de publicar un afiche que decía asesinos, y me autocensuré, temía por mi seguridad”. Temió que el país estuviera al borde de una dictadura, sin embargo, esa misma noche, las renuncias del gabinete de Merino vinieron en cascada y la pesadilla parecía acabar.

A una semana de lo sucedido, el trabajo de los artistas continúa, la coyuntura política se comunica por memes muy informativos, la imagen está creando ciudadanía 2.0.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.