Domingo

La difícil tarea de aprender sin recursos

¿Cómo estudia una niña cuyo televisor fue vendido para pagar el alquiler? ¿O aquellos niños que con el regreso de los padres al trabajo se quedaron sin celular? ¿O los que tienen celular, pero no internet? Testimonios de maestros de varios colegios públicos de Lima revelan que un gran porcentaje de sus alumnos no puede aprovechar la estrategia Aprendo en casa y terminará el año escolar sin lograr las competencias mínimas de aprendizaje. ¿Qué va a ser de ellos?

El lunes 11 de agosto, el profesor Helí Ocaña volvió a enviar un mensaje por WhatsApp a la madre de la niña. Toda la semana pasada no había tenido noticias de ella. ¿Por qué no se estaba conectando?

Ocaña, que además de ser el decano nacional del Colegio de Profesores del Perú es docente de sexto grado en un colegio de San Martín de Porres, estaba preocupado. Durante la cuarentena, la niña había estado conectándose a las clases y enviando sus tareas, hasta que en cierto momento desapareció. Él se enteró, luego, de que la madre había sufrido una parálisis facial.

El lunes, finalmente, la madre respondió. Habían tenido problemas. Por falta de pago las habían desalojado de la casa en donde vivían. Ella había conseguido un trabajo y ahora tenía que llevarse el celular, el aparato por el que la pequeña se conectaba a clases. El profesor le dijo que entonces resolviera las tareas del programa Aprendo en casa. La madre le dijo que no podría hacerlo: no tienen radio y por la falta de dinero, habían tenido que vender el televisor.

Ocaña dice que este podría parecer un caso extraordinario, pero que no lo es. Entre sus alumnos proliferan las historias de chicos que se quedaron sin televisor, que no tienen radio o, lo que es más frecuente, que se quedaron sin acceso al celular desde que se levantó la cuarentena y sus padres, que no pertenecen al pequeño sector de peruanos que puede darse el lujo de teletrabajar, tuvieron que salir a ganarse el pan en las calles.

Lo que ocurre en el salón de este maestro está sucediendo en muchos colegios públicos del país. La falta de conectividad era un problema que ya se había reportado en las zonas rurales. Pero no se tenían evidencias de que los mismos problemas estuvieran ocurriendo en la capital. Y están ocurriendo.

Milton Ovidio, director de la Institución Educativa Argentina, del Cercado de Lima, calcula que solo la mitad de las estudiantes se puede conectar a las clases sincrónicas con sus profesores. Hay otro grupo con el que se trabaja con la televisión y con mensajes y llamadas telefónicas. Y hay un 20% –asegura– con las que no se han logrado contactar. Están “perdidas”.

Ernesto Pumacayo, director del colegio Jorge Castilla, de Independencia, dice que el 10% de los más de 900 alumnos que se matricularon este año no están participando en las clases.

–A inicios de año los padres dejaron sus datos, sus números de teléfono, pero parece que sus teléfonos dejaron de funcionar o cambiaron de plan o algunos deben estar en provincias. No los podemos contactar– dice.

Son decenas de estudiantes en cada colegio que, a causa de la pandemia, parecen haber quedado fuera del sistema educativo. Ellos son las principales víctimas de la suspensión de las clases presenciales. Sus maestros y los directores de sus instituciones educativas no tienen claro qué va a pasar con ellos a fin de año.

–Están en una situación de preinicio– dice Milton Ovidio. –Es como si el año escolar no hubiera comenzado para ellos.

BRECHA DE IGNORANCIA

Los docentes con los que conversó Domingo esta semana calculan que, en promedio, alrededor de la mitad de sus estudiantes pueden conectarse con ellos por videollamadas y revisar la plataforma web de Aprendo en casa. La otra mitad tiene niveles de conectividad diversos: los hay que ven el programa por televisión y complementan su aprendizaje con mensajes y llamadas telefónicas de sus profesores; los que solo reciben mensajes y llamadas; los que solo contestan y hacen sus tareas los fines de semana; y los que están desconectados.

Helí Ocaña dice que muchos de sus alumnos tienen celulares con planes limitados de Internet, por lo que no pueden ver videos ni descargar archivos de PDF. Él tiene que convertir los archivos en imágenes y esperar que los chicos puedan leerlos. Además, debido a que los padres están trabajando todo el día, los chicos recién hacen sus tareas por las noches y las envían en el transcurso de las horas, a veces hasta de madrugada o, si no, la mañana siguiente. Algunos solo pueden enviar sus evidencias los fines de semana.

Doris Agüero, profesora de Ciencia y Tecnología del colegio Daniel Alcides Carrión, de San Juan de Lurigancho, calcula que debe hacer llamadas telefónicas al 40% de sus estudiantes –los que no pueden conectarse de forma sincrónica– para explicarles la clase de la semana, hacerles preguntas y considerar sus respuestas como parte de la evaluación.

En un salón, de 31 alumnos, tengo 11 que todavía no se pueden conectar, les he dejado mensajes y no me contestan. En algunos teléfonos, incluso, me han contestado otras personas– cuenta.

Óscar Montenegro, docente del colegio César Vallejo, de San Juan de Miraflores, dice que muchos de sus estudiantes vienen de asentamientos humanos donde no hay Internet y, en algunos casos, tampoco tienen televisor o radio. Él piensa que en esas zonas la estrategia probablemente llegue a solo una tercera parte de los menores en edad escolar.

–Lo que vamos a ver es que aquellos alumnos que en cierto momento abandonaban la escuela, que se pasaban a la educación básica alternativa o que se dedicaban a ayudar a papá o a trabajar, van a ser cada vez más– dice. –La brecha de pobreza y la brecha de ignorancia se van a agrandar.

CRECERÁ INEQUIDAD

La lectura del profesor Montenegro es la misma que tiene el experto en temas educativos Santiago Cueto.

El reto de la inequidad educativa, marcada por la pobreza y la desigualdad, era ya el reto más importante que teníamos que abordar. Ahora, con la pandemia, se ha hecho todavía mayor– dice el investigador, quien, a través de los docentes con los que viene trabajando un programa de educación virtual, ha podido conocer los problemas de los estudiantes para acceder a las clases virtuales.

¿Estarán los chicos que llevan clases con mensajes de WhatsApp y llamadas telefónicas en capacidad de alcanzar los logros y competencias requeridos para el grado que cursan?

Siendo honestos, tal vez un 25 o 30% estarán en condiciones de lograr sus competencias– dice Helí Ocaña. –Y hay un 40 o 45% que están en un nivel de inicio, como empezaron el año, y no tanto por la dificultad de los contenidos ni por problemas de los docentes, sino por causa de los problemas socioeconómicos que ha traído esta pandemia.

¿Pasarán todos los estudiantes de año automáticamente? ¿Habrá alguna evaluación previa? ¿Se pondrán en marcha programas de reforzamiento antes del inicio del próximo año escolar, como piden los profesores entrevistados? Son preguntas que le trasladamos al Ministerio de Educación, junto con la consulta específica de si están cerciorándose de que los estudiantes realmente están aprendiendo con la estrategia Aprendo en casa.

Hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.