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Domingo

Científicos contra el hampa

Son el brazo científico del Ministerio Público. Estos antropólogos forenses son los que identifican a los delincuentes grabados por las cámaras de seguridad. Los someten a pruebas periciales para comprobar que fueron autores de un crimen.

La forma del pabellón auricular de cada persona es única. La curvatura y el tamaño de ese pedazo de cartílago que tenemos a cada lado de la cabeza y que conocemos vulgarmente como oreja sirve para identificarnos con la precisión de una huella digital. Así lo comprobó el doctor Danny Humpire en una investigación que hizo con quinientos reclusos de penales del norte del país, en la que verificó que las orejas de cada individuo eran irrepetibles.

Este hallazgo fue muy importante para sus pesquisas como antropólogo forense, pues uno de sus trabajos consiste básicamente en identificar las orejas de los delincuentes más temidos. Domingo visitó la Gerencia de Peritajes del Ministerio Público, que Humpire dirige, para que nos cuente sobre este peculiar método que aplica la ciencia forense para esclarecer un delito. Aunque, metiendo las narices, comprobamos que no es la única técnica de peritaje de la que se sirve la unidad.

El cuerpo habla

En la oficina del equipo de análisis digital se podría cortar la tensión con un cuchillo. A esta área llegan decenas de CD’s con las grabaciones de robos a mano armada y todo tipo de crímenes que captan las cámaras de seguridad de la capital y de todo el Perú. Dado que la delincuencia crece a diario, la carga laboral es intensa. Solo el año pasado se analizaron más de mil discos.

Peritos informáticos como el ingeniero Lizbardo Orellana revisan cada video con minuciosidad. Sus ojos están entrenados para descrifrar manchas y ver más allá de lo evidente. Cuando las imágenes son de mala calidad y lucen borrosas, las procesan con filtros matemáticos de un software forense especializado llamado Amped FIVE. Este paso es importante, pues al aclarar el video del hecho delictivo saldrán a la luz detalles que ayudarán a los peritos a identificar características corporales claves del delincuente: un tatuaje en el dorso de la mano, la prominencia de los pómulos o, claro, la forma del pabellón auricular; detalles que se distinguirán al hacerle zoom al fotograma mejorado.

Reunir toda esta información será importante para el fiscal que lleva el caso. Hasta las manos del ingeniero Orellana llegó en diciembre pasado la grabación de una cámara de seguridad de un mercadillo de Barranca, que captó la huida de dos sicarios que posiblemente eran los integrantes de la banda conocida como ‘Las hienas’. Los peritos optimizaron las imágenes de tal forma que el rostro de uno de ellos fue revelado.

La policía, por su parte, le seguía el rastro desde hacía meses a la banda, y en vísperas de Navidad dieron el golpe apresando a trece de sus integrantes en un megaoperativo. “Pero capturar a los delincuentes no es suficiente para enviarlos a la cárcel. Hay que usar la ciencia pericial para corroborar que los detenidos son realmente los que aparecen en el video”, enfatiza el doctor Humpire.

Y para cumplir este objetivo entra a tallar otro equipo de la gerencia, el de antropología física forense. Son ellos los que reciben cada tanto a detenidos por crímenes de diversa índole para someterlos a una toma de muestras muy particular. A sus oficinas llegó, por ejemplo, Betto Hurtado, alias ’el Gato', acusado por delitos de extorsión y sicariato, presunto integrante de ‘Las hienas de Barranca’. Fue recibido por la antropóloga arequipeña Nataly Lazo, que registró sus rasgos tomando fotografías de todo su cuerpo (cabeza, extremidades, pecho y espalda) sin dejar pasar señales como tatuajes, lunares, manchas de la piel y, claro, la forma de sus orejas, rasgos que lo hacen único.

El rostro de Hurtado prendió las alarmas de los peritos porque lucía igual al de un delincuente captado por una cámara minutos después de haber disparado a una víctima en el mercadillo de Barranca. Como dicta el protocolo, realizaron la homologación de las imágenes optimizadas del video con las fotos que le tomaron. Compararon el largo de sus patillas, la posición exacta de la manzana de Adán, la forma de la mandíbula, y ¡bingo!, se comprobó que era el sicario grabado huyendo de la escena del crimen. Pero esta no fue la única prueba a la que fue sometido. Pasó por varias más.

Para captar la forma de sus orejas (el bendito rasgo que según Humpiru nos hace singulares) el inculpado pasó por el escáner facial, un dispositivo que lanza luz halógena y reproduce en la computadora el retrato 3D del inviduo y lo captura en toda su dimensión: relieves, protuberancias, curvaturas, comisuras. Es, al parecer, infalible.

No satisfechos con esta evaluación, los antropólogos físicos también evaluaron la forma de caminar de Hurtado, comprobando que tenía una leve joroba en el omóplato derecho, tan igual como la del hombre del video. Una prueba que lo inculpó. Por las formas de su cuerpo, finalmente cayó ‘el Gato’, que hoy espera su sentencia en prisión.

“Somos muy escrupulosos porque de nuestros informes depende que la acusación fiscal sea consistente y que se dicten sentencias pertinentes, sin riesgos de que ese delincuente salga de la cárcel por falta de pruebas”, remarca Humpire, con la seguridad que le dan sus 28 años de experiencia y su doctorado en Criminalística.

Oído a la voz

La gerencia de peritaje del Ministerio Público funciona, en suma, como un gran buzón a donde llegan como cartas los rastros que deja el crimen en el Perú. Otra de esas pistas que dejan los delincuentes es su voz. Un nutrido grupo de lingüistas conforma el equipo del departamento de acústica y fonética forense. Ellos son los expertos que analizan las decenas de audios que llegan con llamadas de extorsionadores, de policías corruptos, y de torcidos funcionarios de las altas esferas del sector público.

En su oficina han instalado un cuarto de grabación donde captan la voz de los delincuentes. Por aquí pasaron profesionales del engaño como Jonathan Rodríguez Espinoza, el llamado ‘Mil voces’, un extorsionador que imitaba cualquier tipo de voz (sea de mujer o de hombre), y que se hizo pasar por la ministra de la Mujer, comisarios y hasta funcionarios de alto rango para embaucar a sus víctimas.

Era tal la perfección de su técnica que pasó invicto por las pruebas del IKAR Lab, el software forense de audio. Pero no pudo engañar a los peritos con formación lingüística que, dado sus conocimientos de fonética, pudieron distinguir que la conversación de Rodríguez estaba plagada de modismos de Sullana y que tenía ciertas muletillas notables al hablar.

“La inteligencia humana venció a la máquina”, dice el doctor Humpire, el ‘examinador de orejas’ que capitanea este grupo de profesionales que, aplicando la ciencia, colabora con la policía y los fiscales para que la mano de la Justicia sea precisa.

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