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Domingo

Ximena Zorrilla: fuerte, libre y poderosa

Es la mejor lanzadora de martillo del país, ha batido todos los récords nacionales, acaba de ganar una medalla de oro en el Sudamericano de Cali, Colombia. Alguna vez la quisieron minimizar llamándola “provinciana”. Zorrilla no hace caso. Lo suyo es la resistencia.

Escribe: Juana Gallegos / Fotografía: Jaime Mendoza (Trujillo)

Mantener el tronco firme, los pies separados a la altura de los hombros. Suspender entre las manos, forradas con guantes de cuero, un cable del que cuelga una esfera de acero de cuatro kilos, instrumento reconocido como “el martillo” por las federaciones de atletismo.

Empezar el movimiento: girar usando los pies como ejes, girar tres veces a toda velocidad y soltar la esfera metálica sin salir de un círculo trazado en el piso de cemento. La esfera saldrá volando como una estrella fugaz hasta aterrizar, pesada, en el suelo. Mientras más lejos llegue, más puntaje obtendrá el lanzador.

De eso se trata el lanzamiento de martillo, un deporte poco conocido, que no llena estadios, y del que, con seguridad, pasamos al hacer zapping durante los Juegos Olímpicos. Un deporte en el que, por si no lo sabía, tenemos a la campeona sudamericana: la trujillana Ximena Zorrilla. Una muchacha de 18 años que hace unos días ganó la medalla de oro en el Sudamericano de Atletismo Cali Sub 20, Colombia (un metal más para su colección de 72 preseas), y que ha batido todos los récords locales.

Su lanzamiento de 61.84 metros, en el Sudamericano de Cuenca Sub 23, Ecuador, el año pasado, es la mejor marca nacional. En el Perú, no hay mejor lanzadora de martillo que ella.

Sin embargo, cuando se inició en esta disciplina del atletismo –que tiene origen en Inglaterra y data del siglo XIX– a los 12 años, Ximena no tenía un martillo para entrenar. Era como una futbolista sin balón o una boxeadora sin guantes. Pero eso no fue obstáculo.

Esa bola metálica fue reemplazada por una pelotita de goma. Tiempo después, su entrenador, Carlos Delgado, conocido como el profesor 'Cuba' –en referencia al país donde se formó como técnico de atletismo– se las ingenió para confeccionarle un martillo hecho de una bala de plomo soldada a una cadena.

No había dinero para comprar un martillo oficial pues costaba cien dólares. Tampoco había un lugar para los entrenamientos. El profesor y su pupila tenían que "usurpar" espacios abiertos para practicar los lanzamientos. Primero fueron al estadio Mansiche, donde no duraron mucho tiempo, pues fueron expulsados por los futbolistas. Lo mismo pasó en dos canchitas de barrio más. Entonces fueron a la playa Huanchaco, donde ubicaron un estacionamiento abandonado.

Esa explanada de cemento es hasta hoy el lugar donde la campeona hace sus lanzamientos, soñando con romper su propio récord y llegar a los 70 metros de distancia, métrica que le permitiría participar en las Olimpiadas.

Aunque la Municipalidad de Trujillo ha acondicionado para ella una jaula (un espacio aislado con redes) en el moderno estadio Chan Chan, Ximena solo puede entrenar allí tres veces por semana y muy temprano, cuando el espacio está libre, porque a medida que transcurre la mañana es ocupado por academias de béisbol y fulbito.

La pelotita de goma

Vivir lejos de Lima, que lo centraliza todo, le ha creado desventajas a la deportista. Varios compañeros atletas, señala, se han mudado a la capital porque en Lima el Instituto Peruano del Deporte los provee de fisioterapeutas, salones de hidromasajes, pasan por pruebas biomecánicas (que evalúan su técnica y rendimiento) cada mes. En sus seis años de carrera, Ximena ha pasado por esta prueba una sola vez.

-Es emocionante cantar tu himno nacional en un país lejano. Es lo más bonito que me ha pasado –dice Ximena, por teléfono, desde Trujillo, recordando el orgullo que sintió en un torneo en Brasil.

-¿Cómo así una deportista a la que su país no le da las condiciones para desarrollar su disciplina puede tener esa entrega? –le pregunto.

-No sé si tiene que ver con la envidia sana, pero cuando ves a los deportistas de países desarrollados, que lo tienen todo para sobresalir, y tú, que eres de un país de tercer mundo, ganas (…), la sensación es linda, de ahí sacas fuerzas, creo –dice la atleta, que hoy miércoles se levantó a las 6:00 a.m. para cumplir con su estricta rutina en el gimnasio.

Para ejercitarse levanta pesas de 190 kilogramos tres veces por semana. Tiene que fortalecer las piernas para lograr esos movimientos ágiles y enérgicos que la hacen ver como una vigorosa bailarina de ballet.

Más que orgullo por representar a su país, cuando Ximena lanza el martillo siente una extraña sensación de descarga:

-Siento que me puedo soltar y ser yo misma. Cuando lanzo el martillo me siento poderosa, fuerte, libre –dice la atleta que estudia en paralelo la carrera de Psicología en la Universidad César Vallejo.

Fue en un recreo que el profesor 'Cuba' la fichó como posible atleta. Ella tenía 9 años y era la sensación del colegio Perpetuo Socorro saltando a la liga. Vio en ella condiciones, un biotipo que podría desarrollar con entrenamiento y constancia. Así es que la reclutó en su escuela. Pasó por todas las disciplinas: carrera de cincuenta metros y con vallas, lanzamiento de jabalina, bala y disco, en las que no resaltó. Hasta que lanzó el martillo que, como dijimos al comenzar esta historia, estaba hecho de una pelotita de goma. Fue un descubrimiento para la niña y su entrenador.

-Ximena se lo tomó en serio desde el comienzo. Si tuviera que resaltar una virtud en ella, sería la constancia. Si no le salía algo un día, lo seguía intentando hasta lograrlo –dice el profesor ‘Cuba’ desde Trujillo.

En sexto grado de primaria y con 11 años, Zorrilla participó en su primera competencia con lanzadores de martillos de otras escuelas. Como las categorías no estaban separadas por edades, se enfrentó a grandulones de 14 años que la miraban, literalmente, por encima del hombro. Era ella una púber en pleno desarrollo, los músculos de sus brazos, piernas y abdomen no eran esas armaduras macizas que son hoy. Les ganó a todos, y obtuvo su ingreso al torneo regional, donde ganó nuevamente y viajó a Lima para participar del torneo nacional escolar de lanzamiento de martillo, un evento que no olvidará.

Un resultado 'arreglado'

Estaba nerviosa. Era su primera competencia fuera de Trujillo. Se enfrentaría a estudiantes de colegios privados de Lima que, posiblemente, tenían más condiciones para ganar. Eso pensó Ximena, quien recuerda, además, que durante la competencia se rumoreaba que otra niña era la favorita del público para llevarse la medalla de oro y representar al Perú en los Sudamericanos de ese año.

Sin embargo, la participación de Ximena opacó al resto. Su martillo voló por todo lo alto y cayó más lejos que el de todos los competidores. Ganó.

Pero en medio de la celebración, la favorita de la que todos hablaban, una niña igual que ella, la detuvo, furiosa, frente a los participantes. "Me dijo que cómo era posible que yo hubiera ganado, que era una chola, que me regresara a mi cerro. Yo no sabía qué hacer, me quedé helada. Tenía once años. Ella, trece. El jurado no reaccionó", cuenta Ximena.

Su entrenador pidió una sanción por la mala conducta y el clasismo de la menor. Era lo justo. Ese año se le prohibió su participación en cualquier competencia.

Solo una vez en toda su carrera, Ximena ha sentido que no podría lanzar el martillo y no fue por lo sucedido con aquella niña. Fue en octubre del año pasado. Mientras entrenaba saltando vallas, cayó de mala manera y se dobló el tobillo. Tuvo que ser enyesada durante tres meses.

"Fue un tiempo muy difícil, pensaba que siempre iba a tener dolor, que no podría volver a competir, que empezaría de cero", dice Ximena.

Tras una estricta rutina de rehabilitación, la lanzadora de martillo se ha recuperado y se prepara para competir en los próximos Juegos Panamericanos de Costa Rica Sub-20, en los Panamericanos de Lima 2019 y en la Copa Nacional de Mayores de Lima. Su meta es romper su propia marca.

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