Una pareja de ancianos olvidados en algún punto del Altiplano es el argumento de Wiñaypacha, la primera película peruana filmada en aymara. Ópera prima del puneño Óscar Catacora, quien desnuda, con maestría, una realidad ignorada.,Mientras los dramas de un citadino (el tráfico, las colas) son atenuados con celulares, libros, y varios carajos; los de un campesino son cuestiones de supervivencia (ataque a sus animales, una tormenta, una plaga brutal capaz de arrasar con la cosecha) encomendadas a la providencia de los apus. Phaxsi y Willka, dos ancianos de más de ochenta años, establecidos en las faldas del nevado Allincapac (5.800 metros) en Macusani, provincia de Carabaya, Puno, a horas, quizá días, del pueblo más cercano para sus cuerpos encorvados y arrugados, se les derrumba el mundo, cual efecto dominó, cuando se les acaban los fósforos. PUEDES VER Minedu presentó nuevo Plan Nacional de Educación Intercultural Bilingüe Para quienes viven bajo cero, cuidar el fuego es una preocupación diaria y mortal. La pareja de ancianos, sobre todo Phaxsi, cargan con una preocupación adicional: cuándo regresará Antuku, su único hijo, de la ciudad. El director Óscar Catacora (30), joven puneño de Ácora, no tuvo que importar ninguna historia. Se valió de la suya. Recordó a sus abuelos paternos y cómo sus tíos, quienes vivían en Lima o en la urbe puneña, los visitaban muy poco. Por un lado, las grandes oportunidades que brinda la ciudad, y por el otro, la ingratitud y el abandono. Pero, ¿cómo registrar la tragedia de la forma más verídica? Pues con lugareños. No bastaba con actores que aprendieran a hablar aymara. Si no, con gente del ande que aprendiera a actuar. O que, en todo caso, se olvidara de las cámaras. Durante un año, entre el 2014 y el 2015, Catacora buscó en varias comunidades del sur de Puno a los campesinos que pudieran encarnar a Phaxsi y Willka. "Muchos no sabían qué era el cine. Nunca habían visto una cámara. Desconfiaban. Encima era joven", cuenta Catacora, quien a los 17 años dirigió Imperdonables, su primer cortometraje. Fue preciso, entonces, mirar hacia adentro para sacar adelante Wiñaypacha (Identidad). Óscar convenció a su abuelo materno, de 84 años, Vicente Catacora. "No fue familiaridad sino una cuestión de trabajo", remarca. Recurrió también a su madre, Hilaria Catacora, como directora de arte. Sin contar que el productor de todos sus experimentos audiovisuales, como este filme, es Tito Catacora, su tío. Después de seis meses de ensayo, Wiñaypacha se rodó desde marzo hasta la primera semana de abril de 2016. El ritmo fue accidentado: aunque dormían en el centro poblado Pacaje, las bajas temperaturas (alcanzaron los -10 grados) complicaron la salud del equipo en su conjunto. Concluido el rodaje vino el siguiente escollo: la posproducción. Al no contar con especialistas en Puno, Óscar Catacora se trasladó a Lima, donde realizó el montaje, el sonido, y la colorización. Un reto significativo, indudablemente, fue el guión. -El aymara es muy poéticco, y hay cosas que no pueden explicarse en castellano. En cierta manera me frustró, pero al ser filmada completamente en aymara es un aporte único. Grabada con luz natural, Wiñaypacha es una película de planos con una duración inusual en el cine comercial. Los protagonistas, por otro lado, no son solo los ancianos, sino el entorno. Los animales, el río, la lluvia, el fuego, el viento, el clima, las plantas. De ahí que por decisión de Catacora no se emplee ninguna música. La naturaleza protagoniza y a la vez musicaliza. Ayer se estrenó en la Sala Armando Robles Godoy del Ministerio de Cultura y el jueves se repetirá en la Sala Roja del Centro Cultural de la PUCP por la 21 edición del Festival de Cine de Lima, donde es seria candidata para llevarse el premio del público. "El cine nacional nace en las regiones. Pero se opta por visibilizar más el cine de la capital. Allí está el error -afirma Catacora-. Eso sí, no podemos hablar de cinematografía nacional si solo hacemos películas festivaleras. Lo comercial debe ir a la par". Las butacas decidirán. El cine nacional nace en las regiones. Pero se opta por visibilizar más el cine de la capital. Allí está el error”.