Precio del dólar HOY jueves 27 de junio
Cultural

Luis Urteaga Cabrera y su novela maldita

Llámalo clásico. Nueva edición de Los hijos del orden rinde justicia a un autor que deberíamos leer más. Como para celebrarlo.

Luis Urteaga Cabrera. Foto: difusión
Luis Urteaga Cabrera. Foto: difusión

Luis Urteaga Cabrera es un escritor al que me hubiese gustado conocer. Pude hacerlo en más de una oportunidad, pero o bien pasaba algo que me alejaba de su destino o simplemente me desanimaba. Urteaga Cabrera nació en Cajamarca, en 1940, y en 1973, a la edad de 33 años, publicó  su primer libro: la novela Los hijos del orden con Mosca Azul. En esta edición, leí la que no pocos llaman una novela maldita.

Cuando me acerqué a ella, a inicios de los 2000, ya tenía referencias, digamos que sabía qué tipo de novela iba a conocer. Además, su lectura se dio en una etapa en donde, seguramente por guiño del azar, consumía libros de este corte: malditos, casi prohibidos, peligrosos y oscuros. Sin embargo, si bien la novela me pareció merecedora de todos los elogios, en ese entonces (como ahora) por duchos lectores, no coincidíamos en los puntos que sustentaban el entusiasmo por la misma.

Luis Urteaga Cabrera empezó a escribirla en 1960, a los 20 años. El autor era estudiante de Medicina, no sabía qué hacía en San Fernando, pero ahí estaba, confundido existencialmente, hasta que un día vio una convocatoria para un trabajo de investigación en Maranguita. El joven escritor recoge los testimonios e historias de vida de los adolescentes y es testigo los abusos de los carceleros. Lo que tenía en manos eran historias de no ficción, las ofreció a los diarios, y ninguno lo empelotó. Tiempo después convirtió esas historias en una novela coral y bajo el titulo hoy conocido, la mandó en 1969 al concurso de las editoriales argentinas Primera Plana y Sudamericana (en 1967, publicó Cien años de soledad de García Márquez, a saber). Los hijos del orden ganó el premio, pero el dictador Juan Carlos Onganía clausuró estas editoriales y Urteaga se quedó en el aire. Tiempo después, la envía al concurso José María Arguedas de 1972, pero antes la tuvo que volver a escribir porque el manuscrito premiado por Juan Carlos Onetti, Severo Sarduy y María Rosa Oliver se había perdido.

A la edición de Mosca Azul, siguieron las de Arte Idea (1994), Casatomada (2014) y la última: la del Fondo de Cultura Económica, que considero definitiva, la cual, además, posibilitará que se conozca Los hijos del orden en otros ámbitos de Latinoamérica.

Pero volviendo a lo indicado líneas arriba. Mi entusiasmo por esta novela descansa en la configuración moral de su prosa. El autor la escribió dos veces y en cada viaje mantuvo el horror y el asombro de su primer acercamiento con los adolescentes de Maranguita. Esta novela es maldita por la sustancia espiritual de su escritura (¿acaso esa luz oscura gustó a Onetti?).

A este pata le pasó algo, fue lo que pensé cuando leí esta novela. No se puede estar así nomás por la vida. Esta impresión me permitió entender la administración de su imagen de escritor ajeno a los saraos literarios. Opté por admirarlo en la dimensión que me interesa: en la lectura.