Cultural

Wili Pinto: “Con la mujer, las leyes han resuelto poco”

El director del grupo Maguey presenta el ciclo “Mujer y memoria”, con las obras Fabiana, pasos y latidos y Micaela, en su casa, teatro de San Miguel.

Pinto comenta sobre su trabajo y lo que ha significado en la sociedad actual. Foto: John Reyes/La República
Pinto comenta sobre su trabajo y lo que ha significado en la sociedad actual. Foto: John Reyes/La República

Para Wili Pinto Cárdenas y su grupo de teatro Maguey, la realidad mira de frente, no tiene máscaras. Y si las hay, son las que usa en su teatro, precisamente, para conocerla mejor. Reflexivo, el dramaturgo lleva adelante en su casa teatral la temporada “Mujer y memoria”, un ciclo de funciones de dos obras: Fabiana, pasos y latidos y Micaela, encarnadas por Graziapaz Enciso y María Luisa De Zela, respectivamente.

En Fabiana…, que es una esclava, se aborda el tema de la migración, la explotación. En Micaela (Bastidas), está la figura de la heroína, pero también está la mujer en su condición cotidiana.

Es decir, Maguey ha puesto en medio del escenario a la mujer, y no solo como personaje de una historia, sino también como un punto partida para reflexionar sobre la condición y situación que viven las mujeres en una sociedad como la nuestra.

“En Maguey ha habido un espacio, desde siempre, significativo para la presencia de las creadoras escénicas y pedagogas. Es una de las características que acompaña al grupo desde sus orígenes. Y eso ha dado lugar a que tengamos un repertorio en el cual hay obras donde la presencia femenina y la problemática de los derechos fundamentales está también ligada a la presencia de personajes femeninos en la historia”, explica Wili Pinto.

-¿Es poner en el escenario la condición y situación de la mujer?

-Sí, claro. Es parte de nuestra temática y tiene varios ángulos. Uno de ellos es la presencia de personajes que están en la historia, como es el caso de Micaela, que es simbólica. Pero también está el otro lado, no personajes escénicos, sino integrantes del equipo de Maguey, como María Luisa De Zela, que con Micaela lleva tres décadas y mantiene su cuestionamiento vigente porque es una obra que habla de problemas no resueltos en la sociedad. Un poco lo mismo ocurre con Graziapaz Enciso y el tema de la migración, pues al trabajar estos temas, terminamos hablando de temas contemporáneos.

-Ahora hay leyes, discursos, en defensa de los migrantes y las mujeres, ¿no resuelven nada?

-Existe, pero ha resuelto poco, digamos. Tienen un significado, pero el asunto está en que hay todavía una visión muy colonial que está instalada en la sociedad y que dificulta liberarse de esos patrones de conducta, esos patrones de juicio. Las leyes están y de algo han servido, pero lo cierto es que la situación de marginación, de injusticia, de ese pensamiento patriarcal, no ha sido superado. Entonces, el trabajo de los artistas contribuye al poner esto bajo una lupa y compartir preguntas al respecto con los espectadores.

-¿Busca tratar estos temas con tacto político en tanto problemas del país?

-Por supuesto. Siempre una propuesta que tiene un discurso artístico a la vez, tiene una mirada, tiene una visión de las cosas, un juicio crítico de la historia. Nosotros nunca hemos trabajado dando respuestas finales, ni recetas, ni dogmas. Lo que hacemos es compartir interrogantes que nos acompañan durante toda nuestra vida artística y que se mantienen vivas, justamente porque la situación social del país y de Latinoamérica, yo diría del mundo, mantiene viva esa problemática.

-Hay teatro histórico, político, pedagógico, etc. ¿Cómo asume su teatro Maguey?

-Tiene un poco de varios ingredientes de lo que has mencionado. Creo que es un teatro que apuesta mucho al poder del lenguaje poético. Creemos que lo poético es también político. A la vez hay una búsqueda antropológica de investigación del ser humano en el contexto de las dinámicas de la sociedad y de la historia.

 En escena. Las actrices María Luisa De Zela y (abajo) Graziapaz Enciso. Foto: difusión

En escena. Las actrices María Luisa De Zela y (abajo) Graziapaz Enciso. Foto: difusión

-En Fabiana… está el tema de la migración africana. ¿Cómo anclas esa historia en el Perú de hoy?

-La llegada de los pueblos africanos a diferentes partes del mundo, en este caso a Perú, en situación de esclavitud, son migraciones forzadas, desplazamientos violentos de grupos desarraigados y son impuestos en otro lugar y luego son explotados. Esa situación está encarnada en “Fabiana Criolla”, que es un texto tomado de Eduardo Galeano, pero también sucede, hablando de memoria, que, a través de este proceso de investigación histórico, la actriz Graziapaz Enciso reconoció una ascendencia afroperuana que no estaba reconocida.

-Existe también una migración interna, a la capital o a las capitales de las regiones…

-Por supuesto. Cuando nosotros hemos presentado esta obra en ciudades de los Andes, incluso para público extranjero, cada público ha reconocido su propia crisis migratoria a través de la metáfora de la obra. Claro, en la obra, nosotros tenemos un marco donde estamos situados en esta cuestión afro, pero, efectivamente, bien lo has dicho, la propuesta no pretende quedarse solo en la anécdota histórica acotada de la colonia o de la parte latinoamericana peruana, sino que es una reflexión también sobre estas poblaciones vulnerables, explotadas a lo largo de la historia, como ahora mismo.

-¿Aún no aceptamos a los migrantes de nuestras regiones?

-Hay sectores, pero yo creo que hay una gran dificultad de convivencia. De saque, hay una tendencia, hay un comportamiento muy reactivo, muy poco empático, muy poco solidario. Eso es algo que también en el arte se ve. Por ejemplo, hay músicos, danzantes, que han venido, y luego de adaptarse, encuentran muchas trabas para vivir de su arte.

-Durante la pandemia fue muy crítico con el Ministerio de Cultura, ¿ha tomado sus filos?

-Mira, el Ministerio de Cultura sigue en crisis, lamentablemente. Más allá de lo que hace en automático, por ley, porque son compromisos adquiridos, en realidad, su función es muy débil para llevar adelante acciones más audaces, más eficaces de impulso de las culturas diversas. Yo no digo que sea cero su participación, pero yo considero que en un país tan rico culturalmente como es el Perú, debería haber, equivalentemente, una responsabilidad del Estado a la altura de esa riqueza en términos cualitativos y cuantitativos. Eso no existe, porque los presupuestos siguen siendo magros, no hay liderazgo. Y si nos vamos a niveles de Gobiernos municipales y regionales, ya, francamente, la cosa se pone más penosa aún.

-Señalaba que el Mincul solo ofrecía salidas burocráticas.

-Eso persiste. Como te digo, hay políticas que están instituidas porque son convenios. Eso, en teoría, suena bien, pero el problema es en la práctica porque el Mincul, como ente rector, también debería irradiar una valoración de la cultura hacia los otros niveles de gobierno sin quitarles su autonomía. Debería tener un rol de liderazgo en la valoración de la cultura y sobre todo en la valoración de los creadores de cultura. La cultura tiene personas de carne y hueso que la generan, que la impulsan, que la enriquecen, que la conservan. Allí es donde está la deficiencia del Mincul, de no reconocer la importancia de los trabajadores de la cultura.

El dato

Temporada. Fabiana, pasos y latidos: 22, 28 y 29 de octubre. Micaela: 18, 19, 25, 26 de noviembre. Horarios de las funciones: sábados: 8 p.m. y domingos: 7 p.m. Teatro Maguey: jr. San Martín 600, San Miguel. Entradas: en Whatsapp 944 743 310 (Yape, Plin o transferencia).