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Antonio Zapata: Cholear es parte de las costumbres aristocráticas

El historiador, con su colega Cristóbal Aljovín de Losada, han publicado el libro Oligarquía en guerra, una mirada a las actas del Consejo de Ministros del Gobierno de Manuel Prado.

Zapata asegura que las élites de estos tiempos mantienen rasgos de mentalidad de la aristocracia del siglo XIX. Foto: composición La República/ difusión
Zapata asegura que las élites de estos tiempos mantienen rasgos de mentalidad de la aristocracia del siglo XIX. Foto: composición La República/ difusión

Los historiadores Antonio Zapata y Cristóbal Aljovín de Losada hurgaron los archivos del Consejo de Ministros del Gobierno de Manuel Prado y acaban de publicar el libro Oligarquía en guerra. Élites en pugna durante la II Guerra Mundial (Ed. Debate).

“Fue acceder a las decisiones del poder porque las actas del Consejo de Ministros revelan las decisiones que toma el Estado. Pero no solo decisiones, como sencillas, sino que allí están los procesos. Qué se pensó, qué se dijo, cómo se ejecutó, cómo fueron los seguimientos de una decisión sesión tras sesión”, dice Antonio Zapata, con quien conversamos.

El libro expone también los tiempos convulsos, las pugnas partidarias y, por supuesto, la agonía de la clase oligárquica.

¿Por qué eligieron analizar el Gobierno de Manuel Prado?

Porque es lo primero que hay. Mira, en el Palacio de Gobierno, en el Consejo Ministros, hay actas desde 1939 hasta el día de hoy. ¿Qué ha pasado del año 39 para atrás? No se sabe. En todo caso no está en el archivo, pueda que algún día aparezcan. Ojalá.

Aparte del compromiso político de Manuel Prado, ¿hubo también el compromiso de limpiar el honor de la familia, puesto que su padre, Manuel Ignacio, es considerado un traidor?

Eso ha sido estudiado por Felipe Portocarrero en su libro El imperio Prado, donde el argumento es que en los integrantes de la familia tienen en mente, como propósito de vida, reparar el honor familiar. Pero de los Prados, solo dos, Manuel y Jorge, se dedican a la política. Primero Jorge, que fracasa, y solo quedó Manuel. Los hermanos Prado habrían tenido la voluntad de reparar el honor familiar.

¿En el Gobierno de Prado se perdió la oportunidad de que el Perú se modernice?

En los años 30, con la crisis mundial, en toda América Latina, menos en el Perú, empieza el ciclo que se llama populismo, nacionalismo económico, industrialización por sustitución de importaciones. Eso ocurre en Brasil, México, Chile y otros países, pero en el Perú sigue la oligarquía, prolonga su dominio. En otros países es sustituida por el nacionalismo económico. Esa prolongación de la oligarquía en el Perú fue en alianza con el Ejército. Hay Gobiernos militares como el de Odría, Benavides, pero también hay Gobiernos oligarcas civiles, como Prado, que gobernó dos veces.

Usted señala que la posibilidad de modernización del Perú se trunca por efecto de la Segunda Guerra Mundial porque nuestro país, al adherirse a los Estados Unidos, retrocede a ser un país exportador.

Sí, a la exportación de materias primas, como minerales, petróleo y agroexportación. Todo para alimentar la maquinaria de guerra de los Estados Unidos. Allí hubo como un trueque, pues Estados Unidos nos apoyó en el protocolo de Río de Janeiro sobre la guerra con Ecuador. A cambio Prado ofrece materias primas, bastante, a precios bajos y estables como contribución del Perú al esfuerzo de guerra de los aliados. Efectivamente, en ese momento, Prado pierde el interés en desarrollar la industria, deja de ser prioritaria, y volvimos a lo de siempre, exportador solo de materias primas.

Se dice que la oligarquía no tuvo un proyecto nacional...

En realidad, sobre la oligarquía se ha discutido mucho. Es un tema que ha merecido diversas interpretaciones y hay quienes han pensado que era un grupo de 40 familias, más bien vinculadas a la tierra y a la agroexportación. En ese sentido, el perfil de la oligarquía ha sido terrateniente. Otras interpretaciones subrayan, por el contrario, en la finanzas y en el alto comercio, que allí se habría dado el verdadero núcleo de poder económico de la oligarquía.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Perú se convirtió en patio trasero de los Estados Unidos. ¿El Grupo de Lima es un poco eso?

Mi apreciación es que durante la década del 30 todavía Europa tenía peso en las relaciones internacionales en América Latina. Pero en los años 40, cuando ocurre la guerra, lo europeo ya está lejos, está envuelto en guerra, entonces la exportación e importación es con los Estados Unidos. Allí aparece esa noción de “embajada de Estados Unidos” y es la que manda. Esa situación me parece que se prolonga toda la Guerra Fría, pero en los años 60 el Perú se va ubicando en el escenario mundial. Viene Velasco, los no alineados, y cambia la dinámica de las relaciones exteriores y el Perú es un país más independiente. Tú lo jalas hasta nuestros días con el Grupo de Lima, yo diría una cosa. En los últimos años, el fenómeno internacional más importante es el asunto de China. China se ha vuelto el socio comercial número uno del Perú y de otros países de Sudamérica, entonces la Cancillería ya no está como en la década del 40, en que solo había uno, Estados Unidos. Si tú eres un canciller de un país chiquito y el mundo es unipolar, no te queda otra que acomodarte, pero las cancillerías de nuestros días son mucho más complejas. Ahora hay mayor comprensión de los intereses de la nación.

Yo lo decía no por la relaciones comerciales, sino por decisiones diplomáticas, políticas. Kuczynski abrió puertas a la migración venezolana por “colaborar” con la política de Estados Unidos.

Bueno, ciertamente Kuczynski dentro la historia política peruana es uno de los gobiernos más pronorteamericano que hemos tenido, pues él mismo tenía doble nacionalidad. Eso tiñe todas sus decisiones, sobre todo en materia de política exterior. Pero yo me refería más a Cancillería en la idea de que nuestra diplomacia es más profesional, desde Velasco hacia adelante, es menos servil hacia Estados Unidos. Pero si hablamos de Kuczynski, tienes toda la razón.

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¿Qué no hizo Prado para que el resurgimiento de la oligarquía se consolide y más bien en su Gobierno se liquide?

La oligarquía se había prolongado en pequeños países como el Perú, pero en el grueso de Sudamérica y en México ya había desaparecido. Lo anómalo era que siguiera viviendo y Prado fue el que intentó prolongar el dominio, pero no lo logró del todo y fue un testigo impotente, no pudo hacer más. Fue el testigo del derrumbe de la oligarquía. Prado es el último oligarca.

Liquidada la oligarquía, la burguesía se quedó con las costumbres aristocráticas.

Esa es una tesis que ha desarrollado un colega y tiene que ver con la mentalidad. Un tema es cómo ganamos nuestro dinero, ahí puedes hacer una línea de tiempo donde la mayoría de la élite en una época es terrateniente y, pasado cierto periodo, la mayoría de la élite empieza a tener negocios vinculados al mercado interno, en muchos casos mantienen vínculo con la tierra. Pero hay un segundo nivel de análisis, que es la mentalidad. Cómo uno se relaciona con los demás, qué es lo que piensa la élite de los sectores populares. En ese sentido no hubo mayor cambio. La élite de este periodo más moderno mantiene los rasgos de mentalidad de la aristocracia del siglo XIX. La élite se siente blanca, distinta en un país mayoritariamente de indios, cholos, negros y chinos. La élite se segrega.

¿El racismo, clasismo que hemos visto en estos días es parte de esas costumbres aristocráticas?

Sí, claro. Es exactamente eso mismo. En esta oportunidad un poco más extendida a las clases medias, porque lo que hemos visto del clasismo de la últimas elecciones es una manifestación cultural que abarca no solo a la élite, sino amplios sectores de la clase media. Entonces se trata de esa mentalidad de segregar con base en conceptos raciales. Cholear, terruquear es parte de lo mismo.

En el libro, hay una pregunta que se hacía en tiempo de los Prado: “¿Puede un Prado ser presidente del Perú?”. ¿Con qué político o candidato podemos hacernos esa pregunta ahora?

Fue un folleto que no logró evitar que un Prado llegue a la presidencia el 39. Si tú me pides que yo piense en una situación contemporánea, yo no lo pondría con una familia, sino con el tema de la corrupción, ¿puede algún político que esté vinculado al caso Odebrecht, Lava Jato, entre otros, puede un candidato vinculado a una familia, no de sangre, sino política, acceder a la presidencia? Yo diría que no. Los peruanos y las peruanas tenemos a estas alturas, en el año del bicentenario, que darnos cuenta de que la corrupción es lo que realmente ha frustrado al Estado en el Perú.