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Cultural

Miguel Gutiérrez, el viejo saurio está en la FIL Lima

Homenaje. Hoy, en la feria del libro, se recordará al escritor piurano a propósito de su cumpleaños, de los 50 años de El viejo saurio se retira y de una nueva edición de La violencia del tiempo.

Pocas novelas peruanas plantean al lector interrogaciones acerca del destino humano como La violencia del tiempo, obra mayor de Gutiérrez
Pocas novelas peruanas plantean al lector interrogaciones acerca del destino humano como La violencia del tiempo, obra mayor de Gutiérrez

Por: Miguel Arribasplata

Miguel Gutiérrez Correa, el autor de La violencia del tiempo, nació un día como hoy, en 1940. Si el portal de Wikipedia señala que vino al mundo un 27 de julio, es porque el autor piurano se inventó, seguro, a manera de broma, una falsa fecha de nacimiento. La muerte le cerró el paso hace tres años, el 13 de julio. Acaso coincidencias, esta noche en la FIL de Lima se recordará al escritor con una mesa redonda. Y será a propósito de que este año se cumplen 50 años de la publicación de El viejo saurio se retira, novela que recoge la turbulencia de los años juveniles y el sol de Piura. Asimismo, el próximo 31 de julio se presentará en la FIL una nueva edición de La violencia del tiempo, con el sello Penguin Random House.

Para Gutiérrez, la invención novelesca lo fue todo, su patria más segura, el único imperativo ético para existir. Escribir todo tipo de novelas, sea bajo el signo de la gravedad o de la levedad: realistas o fantásticas, sociales y políticas, de aventuras y suspenso, serias y cómicas, fue su máxima aspiración. Explorar territorios desconocidos en los registros de percepción de la realidad lo condujo a entregar a sus lectores La violencia del tiempo; Babel, el paraíso; El mundo sin Xóchitl, plasmadas con poéticas diferentes. Todo un desafío, considerando el trabajo del estilo y del lenguaje.

Pocas novelas peruanas plantean al lector interrogaciones acerca del destino humano como La violencia del tiempo, obra mayor de Gutiérrez, hombre de exilios e intimidades con la lectura de autores de todos los tiempos, que eligió como modelos iniciáticos a Dostoievski, por su dimensión trágica de los destinos humanos, y a Ciro Alegría, por su apertura épica hacia la totalidad de los hombres y de las cosas. De Arguedas asimiló la extrañeza y el sentimiento trágico de la existencia. Cervantino por vocación, Joyce y Kafka fueron sus lecturas de toda la vida. Del autor del Ulises captó la enseñanza flaubertiana acerca de la naturaleza eminentemente verbal de la novela y que la imaginación del narrador no solo hay que buscarla en la invención de fábulas, sino en la manera de ordenarlas mediante inéditas estructuras y técnicas narrativas.

De Kafka, con su mirada diferente sobre la realidad, Gutiérrez recibió la lección de que la realidad revela su esencia oculta violentándola por medio de un proceso de extrañamiento, transgrediendo el canon de la representación verista de lo real, fusionando en un mismo texto lo fáctico, lo onírico y lo fantástico. Leyendo a Samuel Beckett, el maestro supo aplacar su huraño narcisismo y exceso de optimismo.

Memoria e imaginación

De ciertos autores por querer escribir obras al servicio de los objetivos sociales –la llamada literatura comprometida–, el autor de Hombres de caminos consideró que eso era convertir a la novela en una pasión inútil, porque si el objetivo es derribar una gran montaña, la novela tiene menos peso que una pluma, se convierte en epopeya, en narración novelada, donde los héroes son positivos, la fuerza de sus actos se basa en un presunto conocimiento de las leyes que rigen la historia.

La novela desconoce verdades absolutas, se guía por el principio de incertidumbre, por el humor y la ironía. Para Gutiérrez: “La sociología trata de las clases, la novela de individuos en cuya conciencia contienden la necesidad y la libertad”. Creía que fuera de la eficacia artística no existen dogmas ni reglas absolutas en el arte de la novela y de acuerdo a la gran enseñanza de Homero y Tolstói: “Toda guerra se libra entre dos fuerzas, y aunque el corazón del novelista se incline por uno de los campos, la justicia superior del arte de la novela, lo obliga a desplazarse por los dos campos en conflicto”. Esta enseñanza también traté de plasmarla en La niña de nuestros ojos, que don Miguel leyó y comentó favorablemente.

Memoria e imaginación, omnívora vocación para procesar las virtualidades sintácticas, sonoras y poéticas contenidas en el sistema del lenguaje para contar el viaje por los estratos más profundos del arma conturbada de Martín Villar, el protagonista de La violencia del tiempo, uno de los tantos recursos que utilizó Miguel Gutiérrez para dejarnos ese fresco total y paradigmático de la literatura peruana.

El dato

Mesa redonda. Hoy, en la sala Vallejo, a las 8:00 p.m. Comentarios de Ricardo González Vigil, Gabriel Ruiz Ortega y Dimitri Gutiérrez (hijo del novelista).

La violencia del tiempo, obra mayor de Gutiérrez.

La violencia del tiempo, obra mayor de Gutiérrez.

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