San Pedro de Casta se prepara para la Champería o Fiesta del Agua, una costumbre que anticipamos en esta historia. Después de leerla, estamos seguros que querrá vivir esa tradición de la sierra de Lima. ,Iván Govea / Fotoperiodista Cada primer domingo de octubre en San Pedro de Casta (Huarochirí, Lima), se celebra la Champería o Fiesta del Agua, entonces, todo el pueblo se organiza para trabajar de manera comunitaria en la limpieza de las acequias. Esta costumbre tiene un cariz tradicional, cultural y económico, ya que los campesinos dependen de cuanta agua llegue a sus tierras cultivables, para tener un buen o mal año agrícola. PUEDES VER: Lima: explorando las lomas de Amancaes La festividad tiene una serie de características particulares, desde el trabajo comunal mezclado con simbolismos andinos, comidas típicas, carreras de caballos, cantos y bailes dedicados al agua. Es aquí donde uno olvida el extenuante ritmo acelerado de la ciudad y donde uno aprende a estimar el verdadero significado de celebrar la vida gracias al agua. Una celebración de la que todos podemos participar. Y es que visitar San Pedro de Casta no es complicado. Desde Lima hay que llegar al Parque Echenique de Chosica, para abordar las unidades que conducen a un pueblo conocido por ser el principal acceso a la meseta de Marcahuasi. Las carreras de caballos son muy esperadas en San Pedro de Casta. Foto: Iván Govea Eso fue lo que hice y con una una mochila liviana y desgastada abondoné la ciudad. Tuve suerte de encontrar una fracción de asiento al fondo del bus y a pesar de la tropa que quiere viajar, me acomodo. La vía es afirmada, pero serpenteante. Si uno observa a través de la ventana, descubre un barranco ocre entremezclarse con pinceladas de verdor, además de una línea eterna de agua. Estamos sobre el valle de Santa Eulalia. Al llegar me encuentro a Michel y a Emil, representantes del Comité de Turismo. Ellos me comentan que las autoridades ya ascendieron a la montaña por la madrugada y regresaron luego de ofrendar hojas de coca, cuyes, flores, maíz, aguardiente y tabaco en una cueva en la que, según dicen, "vive el espíritu del agua”. En esa ceremonia secreta pidieron por el bienestar del pueblo y la salud de quienes habitan en él. A lo lejos se escucha el canto vivaz de las hualinas y el toque del clarinete andino, conocido con el nombre de 'chirisuya'. Las cantoras y el peculiar y melancólico sonido del instrumento, mantendrán despiertos y en vigilia a los comuneros. Después vendrá el desayuno y el almuerzo compartido. Chirisuyas del alba Los toques vivaces de los chirisuyeros que pasean por las calles despiertan al pueblo y a Emil que pasa a buscarme. "Hace algo de frio", me dice con razón, porque además del frío tengo un ligero malestar por la altura (3 180 m.s.n.m.). Es un buen momento para salir a tomar un maté o un café. Antes de salir me cuelgo el walki en mi cuello. Es un regalo de Uriel y Delza, dos buenos amigos de travesías anteriores. Sí, con esa bolsa tejida con hilos multicolores me siento como un comunero. La costumbre ordena llevarlo toda la semana festiva, colocando en su interior hojas de coca, cigarro negro sin filtro y un ishku-puru, una pequeña calabaza donde se guarda cal, que sirve como fermento de las hojas de coca. Paso a inscribirme a la parcialidad de Yanapaccha para tomar mi desayuno-almuerzo por un costo de cinco soles por toda la fiesta. Hoy es un día importante, competirán caballos de los cuatro barrios o paradas del pueblo: Carhuayumac (Verde), Comao Paccha (Amarillo), Hualhualcocha (Blanco) y Yanapaccha (Rojo). Hay que pagar cinco soles para tener derecho a desayuno y almuerzo. Foto: Iván Govea En las alturas hombres y mujeres continúan limpiando la acequia, el camino y el reservorio principal de Chuswa y otros similares. Hasta ahora la gente permanece junta. De pronto, llega la orden para la suelta del agua y esta va discurriendo por los caminos de riego, brindando un instante de alegría y mucha bendición. Después se inicia la acelerada carrera de caballos, evento que antecede a una gran comida. Lo que sigue es el retorno al pueblo. Todos cantan y bailan, mientras camino por las angostas calles empedradas pensando en las veces que visité este lugar en días de lluvia y en la buena fortuna de conocer Casta, un pueblo que busca la manera de mantener intacta sus tradiciones, su respeto a la tierra y al agua, un elemento que debemos aprender a cuidar como lo hacen ellos. Pero mis reflexiones son interrumpidas por la voz de Michel: ¡escucha el trueno, Iván!, el espíritu del agua ha dado su contestación… comienza a llover. Una mujer teje el walki, su uso es imprescindible durante la fiesta. Foto: Iván Govea Los datos Si desea unirse a la faena, coordine con los comuneros. Ellos lo dejarán ser parte de la festividad. No olvide comprar su walki y colocar en su interior hojas de coca, cigarros sin filtro y el ishku-puru. Tenga en cuenta que los alguaciles o camachicos castigan con sendos latigazos a quienes no llevan la bolsita tradicional. En San Pedro de Casta hay un hotel comunal. Los precios son bastantes cómodos. Aproveche la fiesta para conocer la meseta de Marcahuasi. Octubre es muy buena época para hacerlo. No olvide pagar el derecho de ingreso y evite contaminar el lugar.