Peter Elmore: “La violencia también se privatiza”,Peter Elmore: “La violencia también se privatiza”,En la sala del escritor se observa un cuadro de Enrique Polanco. Recrea una calle de Lima. La carátula de El fondo de las aguas (Ed. Peisa), motivo de esta entrevista, traza una urbe cosmopolita, trabajo de Eduardo Tokeshi. La ciudad es el gran universo de la narrativa de Elmore. •• Visión de ciudad • El escritor acaba de publicar la novela El fondo de las aguas, un libro descarnado • repara cómo la violencia es parte de nuestro tejido social. Peter Elmore. Su última novela indaga los fondos de los laberintos humanos. Pedro Escribano. En la sala del escritor se observa, entre otras pinturas, un cuadro de Enrique Polanco. Recrea una calle de Lima. La carátula de El fondo de las aguas (Ed. Peisa), motivo de esta entrevista, traza una urbe cosmopolita, trabajo de Eduardo Tokeshi. La ciudad es el gran universo de la narrativa de Elmore. En la novela Santiago Urbay, un profesor de academia, recorre la ciudad, como recorre su conciencia. Una noche halla un herido –Pablo Montes– y lo conduce a la posta en donde éste desaparece. Ha sido llevado a una clínica privada para transfusiones de su sangre en beneficio de un gerente de una corporación. Con Sonia, la hija de Pablo, iniciará su búsqueda. –Una novela suele ser también una metáfora. ¿El fondo de las aguas qué metáfora explica? –No sé si tanto una metáfora, pero en todo caso es una visión. Y una visión supone una posición, un lugar, una manera de mirar, y es sobre todo una manera de mirar, en este caso, el lado oscuro, el lado más oculto de la ciudad. Pero también el lado oculto también de la subjetividad del protagonista, Santiago Urbay. Lo que creo que hay en la novela es esta perfección de la ciudad como un laberinto, pero un laberinto que tiene un orden secreto y que Santiago quiere descubrir. Este orden secreto está ligado con la explotación, con la especulación, con el uso de los órganos de otros. Pero en esa búsqueda por un laberinto, siniestro, criminal, hay otro laberinto que él también tiene que recorrer, que es el laberinto de sus propias emociones, sus propios sentimientos y su propia definición como persona. Perfil NACIMIENTO. Lima, 1960 TRAYECTORIA. Se licenció en Literatura en la PUCP y se doctoró en la Universidad de Texas. Trabajó como periodista en El Caballo Rojo , El Observador y La República . Actualmente es profesor de la Universidad de Colorado (EEUU). Ha publicado Los muros invisibles , La fábrica de la memoria , El perfil de la palabra , Enigma de los cuerpos y Las pruebas del fuego , entre otros. –Santiago es un personaje de vida desalada. Sí, así es inicialmente. Creo que uno va descubriendo a los personajes a medida que escribe y yo fui descubriendo en Santiago no a una persona mediocre, sino una persona que no ha realizado su promesa. Y precisamente porque no ha realizado su promesa vive una vida trágica y opaca. Hasta que le ocurre algo que lo obliga a salir de su pasividad, de la indolencia en la que se ha enterrado. De ahí también lo del fondo de las aguas. Pero al mismo tiempo tiene otro movimiento, como el salir a flote. –La grisura de Santiago, se engancha personajes ribeyrianos. –Seguro. En ciertos personajes ribeyrianos hay una imagen de limeños o ciertos tipos de limeños que uno asocia con los cuentos de Ribeyro, esas personas que llevan días más bien grises y que experimentan en algún momento la posibilidad de una aventura que acaba en un fracaso. Para mí eso es muy claro como lector de Ribeyro, pero sentía que en la novela tenía que ir en otra dirección, que el personaje debía tener otra trayectoria, que había otras biografías posibles para personajes de ficción que fueran urbanos, que estuvieran marcados por Lima. Esta novela no es una novela del fracaso sino que en más de un sentido yo creo que es una novela de redención. Reinvención de la vida –Claro, desde que conoce a Pablo Montes, se reinventa la vida. –Exactamente, se concede una segunda oportunidad. Quizás por la edad que yo tengo –vivo la mediana edad–, siento simpatía por los personajes que tienen una segunda oportunidad. Si la primera no resultó, está la segunda (risas). –La violencia política que asoló a nuestro país aparece solo como telón de fondo. –Yo no he querido escribir de una manera directa y documental sobre los años de la violencia. Lo que he querido escribir sobre lo que es parte de nuestra inseguridad, la violencia, y no solo la subversiva, sino la violencia del Estado. No quería escribir de una manera que fuera falsamente documental. Hay textos importantes, como, por ejemplo, el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que como texto narrativo me parece de un gran valor. –La violencia como clima. –Exacto. La violencia como clima, como atmósfera, que por un lado es social y colectiva y, por otro, íntima. Lo que quería mostrar es cómo la violencia incluso se privatiza, la frontera entre los estatal y lo privado se diluye, como, por ejemplo, ese personaje loco que se viste de militar y se cree un representante del Estado. –La violencia está entretejida en la vida cotidiana. –Claro, la violencia, la corrupción, la descomposición del tejido social, etc. Es una novela que está anclada en la realidad, su fondo es un fondo de la realidad colectiva, que tiene que ver con nuestra subjetividad, con nuestras emociones, con nuestras expectativas y miedos colectivos. Y sin embargo no es una novela que pretenda ser realista, creo yo que la relación que tiene la ciudad de El fondo de las aguas con la ciudad de Lima es la relación de alguien que se mira en un espejo, pero es el espejo de un sueño. –¿Lima, la horrible? –Eso me parece interesante, porque cuando Salazar Bondy escribe Lima, la horrible se refiere no a la fealdad estética de la ciudad, porque en esa época Lima era considerada una de las ciudades más bonitas de Sudamérica, sino que se refiere, como César Moro, a la fealdad moral de su clase dominante. En este caso, digo ahora, es como si la fealdad moral y la fealdad estética se hubiesen unido. Calle de Lima según Enrique Polanco. –Pablo Montes, la víctima, es un personaje lumpen. –En la novela no hay héroes. Pablo Montes es una víctima, pero no es una víctima pura, a mí eso me parecía muy importante, porque tendemos a pensar que el valor moral de la víctima consiste en la inocencia de la víctima. Creo que víctima es una persona que sufre una violación de sus derechos, más allá de si esa persona es una persona digna, buena, o no. Visión de la ciudad –Tu novela tiene mucho de thriller. ¿Es un género que estás perfilando? –Sí, pero hay otra dimensión, que es finalmente también una novela de amor. Y otra cosa que me interesa muchísimo es imaginar formas de representar la ciudad. –La ciudad que presentas es una ciudad de cacería humana. –Tengo la impresión de que en esta etapa del capitalismo salvaje, globalizado, las dos grandes industrias son las industrias de la información y la de la salud, que a veces están íntimamente conectadas, como lo vemos en la importancia que ahora tienen las patentes de productos biológicos o los retrovirales. Eso está implícito en la novela. También está implícito que hay una gran cantidad de seres humanos que hoy en día tienen para vender no propiamente su fuerza de trabajo sino su cuerpo. ribeyro gana batallas –La literatura está cosechando premios. ¿Qué te sugiere? –Yo creo que hay una percepción de afuera que es muy positiva de la literatura peruana, que no tiene nada que ver necesariamente con el conocimiento de lo que se está produciendo aquí, ahora. Tiene que ver más bien con nuestra tradición literaria, nuestra tradición narrativa. Por ejemplo Ribeyro tiene cada vez más lectores. Cada vez me encuentro con gente que acaba de descubrir a Ribeyro. Eso me parece lo más notable. Pero también que haya autores peruanos que estén ganando premios internacionales. Eso es muy positivo no solo para esos escritores, sino para todos los escritores peruanos que estamos en actividad. –¿Que estás escribiendo? –Estoy trabajando cuentos. También una novela y un libro de ensayo que analiza la vanguardia en adelante cómo los medios de comunicación visual, el cine, la fotografía, el video, se convierten en un estímulo capital para los escritores latinoamericanos. La violencia en la narrativa -¿Crees que el tema de la violencia política llevado a novelas -La hora azul, Abril rojo, etc.- catapultó hoy a la narrativa peruana? -Sí, pero hay que reconocer también que la literatura sobre la violencia de estos últimos años, esa literatura comienza antes que La hora azul o Abril rojo. Ya en los años 80 con Luis Nieto eso está presente de manera muy marcada. Asimismo, en la obra de Óscar Colchado y quizá de una manera algo más oblicua en la obra, para mí muy valiosa, de Miguel Gutiérrez. A veces tengo la sensación de que los premios literarios y el reconocimiento internacional generan una realidad cuando esa realidad ya existía desde antes. Me refiero a una realidad literaria. Estas novelas no inauguran el tema de la violencia política en la literatura peruana, sino que lo prolongan y en algunos casos lo enriquecen.