La Casa Sojo, ícono histórico y arquitectónico del Perú, se encuentra en la región de Piura, cerca del río Chira. Esta edificación, levantada a inicios del siglo XX, es una de las pocas muestras del estilo palladiano que existen en el país. Sin embargo, su estructura ha sufrido un evidente deterioro debido al paso del tiempo y a las restricciones económicas. En su época de esplendor, esta imponente mansión fue el núcleo de una hacienda próspera, pero ahora es objeto de un esfuerzo colaborativo encabezado por la Asociación Cultural Sojo, que busca restaurarla y conservar su legado para las futuras generaciones.
A pesar de su estado actual, este monumento sigue capturando la atención de los visitantes, quienes son guiados por Santos Ipanaqué, el guardia de la casona, que comparte detalles inéditos sobre la propiedad y los que la habitaron.
Con más de un siglo de historia, la Casa Sojo se erige como un testimonio de la arquitectura republicana en el norte del Perú. Declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1974, esta mansión sorprende a los visitantes con sus 2.500 metros cuadrados y más de 5.000 hectáreas cultivables, que resaltan en el usual paisaje seco de Piura.
Actualmente, se pueden observar áreas despintadas, suelos cubiertos de escombros y techos parcialmente colapsados. Sin embargo, al entrar a la casona, la fachada y sus escaleras de mármol en forma de caracol y las galerías con columnatas aún reflejan la grandeza de su diseño original, cuyo primer nivel fue edificado en ladrillo y cemento.
Según Santos Ipanaqué, de 74 años, el guardia del lugar desde 1963, la Casa Sojo cuenta con 36 habitaciones, de las cuales 18 se encuentran en el segundo piso. Asimismo, destacó que el área mezclaba industria, agricultura y ganadería.
“Aquí entraba el tren, llevaba las pacas a Paita para exportar a Europa. Yo viajaba en los vagones, mi papá fue capataz de la familia Checa. Esta casa fue de Don Miguel Checa Checa, un hombre muy emprendedor, que se dedicó a la agricultura, industria y ganadería. Él tuvo una familia de 14 hijos con su esposa, la señora María Victoria Eguren Escudero. Hoy no queda ninguno, todos fallecieron, y de su recuerdo solo queda una fila de maceteros, que simbolizan las 7 mujeres y 7 varones”, relató al canal de Youtube Dile Nomás, que visitó la casona.
La Casa Sojo fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en 1974. Foto: Casa Sojo.
La historia de la Casa Sojo comienza en 1896, cuando Miguel Checa Checa adquirió parte de la antigua Encomienda y fundó la hacienda Sojo. Visionario y comprometido con el desarrollo social, impulsó obras como el “Canal Miguel Checa”, que aún hoy irriga miles de hectáreas en Piura. La construcción de la casona se llevó a cabo entre 1906 y 1910 bajo la dirección del arquitecto Julio Ginocchio Alburquerque, quien combinó técnicas locales y europeas para crear una estructura innovadora.
Las galerías, decoradas con molduras florales y losetas venecianas, reflejaban el lujo y la sofisticación de la época. Además, la mansión contaba con infraestructura avanzada para su tiempo, como un sistema de riego y una conexión ferroviaria que facilitaba el transporte de productos hacia el puerto de Paita.
Sin embargo, la reforma agraria alteró el destino de la propiedad, que fue entregada a la Cooperativa Agraria de Trabajadores Miraflores. Aunque se respetó parcialmente su arquitectura, el uso inadecuado y la falta de mantenimiento contribuyeron a su deterioro. No fue hasta 1985 que la cooperativa decidió devolver la casona, iniciándose un proceso de protección liderado por el Ministerio de Agricultura.
En 2007, la Asociación Cultural Sojo asumió la administración del lugar con el objetivo de restaurarlo y convertirlo en un centro cultural que beneficie a la comunidad. Este proyecto busca revitalizar la casa, devolviéndole su esplendor y su relevancia histórica.
La Casa Sojo, construida en 1906, se extiende por 2.500 metros cuadrados. Foto: Casa Sojo.
Santos Ipanaqué adelanta que se planea desarrollar un complejo que incluirá restaurantes y piscinas, atrayendo a más turistas y generando dinamismo económico en la región. Este proyecto busca no solo preservar el patrimonio, sino también integrarlo a la vida cultural y social de Piura. La restauración también contempla actividades educativas y culturales que promuevan el valor histórico de la casona.