En un reciente giro de tensiones culturales, la Organización Boliviana de Defensa y Difusión del Folklore (Obdefolk) ha presentado una denuncia formal contra Perú ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), debido a que miles de bolivianos están indignados y acusan al Gobierno peruano de apropiarse de tres danzas folclóricas: la diablada, la morenada y la llamerada.
La controversia surge desde mucho antes del siglo XXI, en medio de los debates y los reclamos por parte del país vecino, el cual afirma que estas manifestaciones culturales, profundamente arraigadas en su identidad nacional, están siendo indebidamente atribuidas a Perú en eventos y registros internacionales. En esta nota, nos enfocaremos en la diablada y detallaremos los argumentos de ambos países que disputan su origen.
De acuerdo con la investigación de Jorge Alberto Kulermeyer (2011), dicha danza es una herencia cultural y espiritual común del Altiplano peruano-boliviano que tomó diversas vías de desarrollo tanto en Puno (Perú) como en Oruro (Bolivia), por lo que no se puede determinar a qué país exactamente le pertenece. Para ello, expuso los argumentos, según las versiones de ambos países:
La diablada puneña es Patrimonio Cultural de la Nación desde 2021. Foto: Gobierno del Perú
La diablada boliviana es Patrimonio Cultural desde 2011. Foto: Bolivia.com
La Fiesta de la Candelaria, desde 2014, ha sido considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad, en cuya festividad se homenajea la danza de la diablada puneña, la cual también ha sido nombrada Patrimonio Cultural de la Nación en 2021; sin embargo, la Obdefolk señala que dicho baile es Patrimonio Cultural de Bolivia desde 2011, por lo cual no debe ser presentado como propio en otras naciones. Esto se debe a que la diablada, la morenada y la llamerada han sido distinguidas como “puneñas”, lo cual —según los bolivianos— es una atribución errónea a la cultura peruana, ya que pertenecen a su país.
Aunque parezca incierto, la diablada se baila también, con igual sentido nacional y de carácter ritual y devocional, en el norte de Chile, donde existe una fuerte influencia de la cultura andina. En este país, esta danza forma parte de las ceremonias religiosas de la Fiesta de la Tirana, que se celebra en la región de Tarapacá.
La diablada de Tarapacá, Chile, se danza durante la Fiesta de la Tirana. Foto: Centro de Recursos Digitales
La diablada, una de las danzas más representativas del folclore andino, se caracteriza por su vibrante energía y simbolismo religioso, en la que los bailarines, ataviados con trajes elaborados y máscaras demoníacas, interpretan un ritual que representa la lucha entre el bien y el mal.
La danza se desarrolla en procesiones, donde los diablos, guiados por el arcángel Miguel, realizan movimientos vigorosos y sincronizados al ritmo de tambores, trompetas y zampoñas. Los pasos, llenos de saltos y giros, simbolizan el caos y la confrontación; mientras que la música envolvente va creando una atmósfera de misterio y devoción.
La diablada representa la lucha entre el bien y el mal, y la derrota de los siete pecados capitales. Foto: BoliviaMia