¿Un cambio positivo? Desde inicios de agosto e inclusivo un poco antes, diferentes entidades y municipalidades empezaron a realizar campañas de sensibilización para capacitar a las y los conductores acerca de los nuevos límites de velocidad. Esto con el objetivo de disminuir la alarmante cifra de siniestros que se registran todos los días en nuestro país.
Sin embargo, tras haber transcurrido exactamente 15 días desde su aplicación, se ha puesto en evidencia que muchos puntos de la capital no cuentan con la señalización adecuada, a pesar de que el MTC dio el plazo de un año para que las municipalidades y gobiernos regionales puedan actualizar en sus calles, jirones, avenidas y entre otros.
Además, son escasas las zonas que cuentan con una correcta y eficiente fiscalización, por lo que es probable que muchos choferes sigan transitando sin respetar los nuevos límites.
“Lima cumplirá, parcialmente, será apenas un 5% de la ciudad porque con 10 cinemómetros es imposible hacer un control eficiente. En provincias la situación es igual o peor”, sostuvo el presidente de la ONG Luz Ámbar, Luis Quispe Candia, a este medio en una edición pasada.
De acuerdo con el entrevistado, que el Callao es el único sector en Lima que cumple con esta disposición de vigilar correctamente las velocidades, esto debido a que cuenta con controles de velocidad electrónicos fijos.
“El Callao, ha disminuido a 70% los accidentes de tránsito, la mortalidad a un 20%, en el Callao no hay tantos accidentes de tránsito fatales. Esta medida (límites de velocidad) disminuiría los accidentes de tránsito enormemente”, indicó.
Sin embargo, la especialista del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos, Patricia Alata, refirió a La Encerrona que a pesar de que se instalen más cámaras, señalizaciones o policías que regulen el tránsito, esto no será suficiente debido a la precaria infraestructura de Lima.
“Nosotros tenemos una ciudad donde las vías no atienden ni las necesidades de los conductores y mucho menos el de los peatones, ciclistas o usuarios de transporte público. Ese mal diseño es el que genera conflictos porque cada uno va a buscar llegar más rápido a su destino y para ello va a buscar atender esas condiciones de la manera que pueda”, señaló.
Teniendo en cuenta estos dos puntos de vista, es importante resaltar que las personas al volante van a más velocidad como respuesta a un sistema vial que en principio no está bien diseñado, tampoco señalizado y que, sobre todo, no ayuda a que los conductores se puedan desplazar de manera rápida y segura. Por lo que en la práctica los vehículos terminan compitiendo entre sí.
“La velocidad no está solucionando este problema. La congestión se debe a esta idea de que teniendo mayor velocidad voy a poder ganar”, mencionó Alata. De esta manera, cada unidad disputa con otras para poder llegar más rápido a su destino; no obstante, en esa competencia los más vulnerables son los peatones. Quizás por ello es usual ver como transportistas se pasan la luz roja o usan carriles incorrectos.
Ambos especialistas sostienen que es importante que se adecúen y modernicen las vías. Aunque para Quispe una solución es incorporar semáforos inteligentes, controles de velocidad, servicio integrado de transportes, entre otros. Para Alata es primordial el cambio del diseño e infraestructura de las rutas, la cual debe realizarse paulatinamente.