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Sociedad

Inés Ruíz: “En Lima, un alto porcentaje cree que las esterilizaciones no afectaron a las mujeres más vulnerables”

La investigadora peruana acaba de publicar el libro Pájaros de medianoche, un trabajo que abarca y analiza el caso de las esterilizaciones forzadas durante el gobierno de Alberto Fujimori, desde sus distintos actores.

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Pájaros de medianoche

A más de veinte años de haberse denunciado los primeros casos de esterilizaciones forzadas en el Perú, las mujeres afectadas por estas campañas implementadas durante el mandato del expresidente y hoy reo Alberto Fujimori continúan en búsqueda de justicia y una reparación por parte del Estado.

Precisamente, el último 2 de julio, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos rechazó brindar una reparación integral a las mujeres víctimas de este crimen de lesa humanidad, pese a la demanda de amparo presentada en la que se menciona que el sector salud fue responsable en la década de los 90.

Sobre este tema existen diversos factores que han determinado el silencio mediático que se le ha dado a las esterilizaciones forzadas, sobre todo el racismo y la desinformación, según detalla Inés Ruiz Alvarado, autora del libro Pájaros de medianoche, una investigación que analiza a profundidad este caso desde sus distintos actores.

Con ella conversamos sobre su más reciente publicación, abordándolo desde el uso político que se le da durante las elecciones; así como también sobre cuál es la percepción que tiene la ciudadanía con respecto al caso y el papel que vienen cumpliendo las organizaciones que las defienden.

¿Cómo inició esta investigación y cuál fue tu primer acercamiento con el caso de las esterilizaciones forzadas?

Esta investigación nace como un estudio doctoral que realicé para alcanzar el grado de doctora en la Universidad de Kent (Reino Unido). Inició hace seis años por una cuestión más personal, porque yo de joven practicaba en el área de Comunicaciones de Flora Tristán. Justo en esos años se iniciaron las denuncias por el caso de las esterilizaciones y veía muy de cerca lo que estaba sucediendo.

Pasó mucho tiempo hasta que en el 2012 decido profundizar en el tema. Lo que me interesaba entender era cómo nosotros, ciudadanos limeños, veíamos el caso de las esterilizaciones, el por qué había transcurrido tanto tiempo y las denuncias aún no encontraban una respuesta. Tuve de asesora a la historiadora Natalia Sobrevilla; de hecho, con ella estuvimos trabajando en conjunto y me apoyó muchísimo en la investigación porque es un proceso bastante largo y que cambia año tras año.

A través del trabajo de campo pude recoger algunas informaciones, pero aún falta mucho por investigar. Este estudio se concentra desde el año 2012 hasta el 2016, y todo lo que ha ocurrido en el transcurso de ese tiempo.

Al inicio del libro mencionas que uno de los motivos para que pasen todos estos años sin que el caso se esclarezca se debe un “gran silencio por parte la ciudadanía” sobre el tema, ¿consideras que esto aún continúa o ha cambiado algo?

Afortunadamente ha cambiado un poco, pero gracias a una serie de movimientos de activistas, en su mayoría de nuevas generaciones de mujeres y jóvenes artistas, que se han dedicado a mirar el caso de cerca y han hecho que sea más mediático. Y, por supuesto, el movimiento de mujeres, que es lo más importante, creo, que surge desde 2012 cuando se reabre el caso durante el Gobierno de Ollanta y se organizan desde diferentes provincias del Perú y de las zonas más afectadas.

En Huancabamba (Piura) y Anta (Cusco) se forma el AMAEF y a partir de ahí se fortalecen estas comunidades que trabajan en defensa de las mujeres que fueron esterilizadas durante el Gobierno de Fujimori. Sin embargo, sigue existiendo un discurso que tiene que ver con raza y género en función al caso de las esterilizaciones.

Lamentablemente, en la población limeña hay un porcentaje muy amplio que aún cree que las esterilizaciones fue un programa que no afectó a las mujeres más vulnerables o que estuvo bien hacerlo porque, y esto es algo aún más grave, “ellas no tienen ninguna voluntad sobre su cuerpo y hay que decidir por ellas porque si no, tienen un montón de hijos”. Es un claro discurso en el que nosotros somos dueños de su cuerpo. Esto, que parece muy cotidiano y simple, es grave y tiene que ver con un tema de racismo y discriminación.

El racismo y la desinformación son dos razones que consideras en tu libro como factores que agudizan la indiferencia frente a este caso.

Sí. Hay un capítulo del libro, que es el que me tomó bastante tiempo analizar, porque desarticulo algunas hipótesis que tenía sobre el tema y donde hago un estudio sobre un número de personas en Lima para saber qué tan de acuerdo están (con las campañas de esterilizaciones del Gobierno de Alberto Fujimori).

Mi hipótesis era que quizá las clases más altas —de nivel adquisitivo más alto— pueden estar de acuerdo con las campañas que se hicieron durante la época de Fujimori que fueron denunciadas. Ojo que no estoy diciendo que el método de la AQV (anticoncepción quirúrgica voluntaria) no sea un método efectivo o no sea bueno, sino cómo se realizó la campaña.

Ahí hubo un porcentaje alto que estaba de acuerdo, pero también dentro de los sectores más pobres de la ciudad de Lima había un porcentaje muy alto que opinaba igual y que inclusive tenía que repetirse el programa. Esto tiene que ver con una cuestión más antropológica de cómo los migrantes limeños han tenido que adaptarse a la ciudad para formar parte de ella y a través de este proceso generacional adquirir ciertas costumbres para que de alguna manera seas aceptado o alcances cierto estatus que crees que debes tener para vivir en la ciudad.

Precisamente, en el libro utilizas la encuesta para evaluar la aceptación o rechazo de la ciudadanía hacia esas campañas de esterilización. Puedes darnos el alcance de algunas conclusiones a las que llegaste.

En un inicio tenía la hipótesis de que los sectores más altos económicamente de Lima iban a estar de acuerdo o aceptaban las campañas (de esterilización), pero finalmente también los sectores E y D indicaban que estas debían volver.

Algo importante es que en los sectores más pobres el discurso que repetían era que “para eliminar la pobreza se debe controlar la natalidad” y este es un discurso que repiten de (Alberto) Fujimori, que cuando se iniciaron las campañas su argumento fue: “Vamos a eliminar la pobreza del Perú y establecer campañas de planificación gratuitas”. Hay una correlación entre pobreza y números de hijos que alguien podría tener; que en medida es cierto, pero también hay una cuestión de discriminación.

Un punto del que se habla es cómo la mala ejecución de la AQV ha perjudicado a las políticas de desarrollo y planificación familiar. ¿Consideras que estas campañas aún afectan el trabajo que se podría haber realizado sobre este tema?

Yo creo que sí. Cuando realicé la encuesta en Huancabama, que fue una de las provincias con gran número de esterilizaciones en el país y que tiene un alto índice de analfabetismo y pobreza, la mayoría de las mujeres que vivían en la ciudad respondían que no volverían a utilizar el método de la AQV porque tenían miedo y desconfianza hacia el Gobierno.

Esto ha afectado a las políticas de planificación familiar posteriores, porque no fueron claras y se realizaron más con métodos coercitivos. Ten en cuenta que ya han transcurrido 25 años; entonces estamos hablando de una nueva generación de jóvenes mujeres cuyas madres han sufrido las consecuencias de una mala práctica durante la esterilización por personas que no estaban calificadas del todo. Que no hubo un seguimiento de parte del equipo de salud y una serie de cuestiones que estas mujeres jóvenes han visto y tienen un rechazo hacia ese método. Ahora, no se ha hecho un estudio posterior, así que sería interesante ver el índice de aceptación.

Pese a haber ocurrido hace 25 años, pareciera que el caso de las esterilizaciones forzadas vuelve a ser “mediático” para cada elección. Ocurrió en el 2011 y también en estas últimas. ¿Cómo consideras y ves este uso político que se le da?

Es bien delicado porque por un lado, y que es lo más importante, están las víctimas que son las mujeres esterilizadas, que sienten que cada vez que inician las elecciones, se llega a la segunda vuelta, y está el fujimorismo detrás de todo esto, otra vez el caso sale a la luz y se les pide nuevamente dar su testimonio.

Se vuelve una cuestión mediática y ellas han visto que a pesar de todos los años, aún no hay una respuesta clara. Si bien en el último año se logró lo del PIR (incluir a las víctimas de esterilizaciones en el Plan Integral de Reconstrucción), en los últimos 25 años ha habido un abandono absoluto.

Incluso durante el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, una de las víctimas, Esperanza Huayama, se llegó a reunir con él. (Los candidatos) les hacen una serie de promesas, van hacia las comunidades, pero no ven un cambio real. Entonces, cada vez que hay una elección, las señoras están desgastadas, hay menos seguridad por parte del Estado y se sienten mucho más vulnerables. Por otro lado hay una cuestión política, que hace necesario visibilizar el caso para que llegue a una reparación y justicia, que es lo que piden.

En este último año, durante la segunda vuelta entre Fujimori y Castillo, cuando vuelve a salir a la luz el tema, considero que Keiko comente un grave error al calificar o minimizar las campañas (de esterilización) llamándolas como solo un programa de planificación familiar. Esto es una afrenta para las señoras. Yse olvidó que existe esta nueva generación de jóvenes que son hijas de mujeres esterilizadas.

Hay una población muy grande de personas en el Perú que conocen el tema de cerca y yo creo que esta es una de las causales por la cual Keiko Fujimori baja en la aceptación. Entonces, sí hay un uso político tremendo y es necesario visibilizar la lucha, pero son 25 años que las mujeres están esperando reparación y justicia. Hasta qué punto se utiliza también la figura de las mujeres esterilizadas para ganar una elección. Ahora lo que toca es ser vigilantes, ver qué es lo que va a suceder durante el Gobierno de Castillo y de qué manera va a haber una atención de parte del Estado.

¿Qué significa para este caso la incorporación de las victimas al PIR?

Yo no soy abogada y hay una cuestión legal que se debe ver a profundidad, pero hasta lo que he podido observar es una buena noticia porque es lo primero sustancial que se ha hecho (con respecto al caso) después del programa de registro de victimas.

El PIR es fundamental para que haya cierto reconocimiento y sientan que algo se está haciendo. Hay que ser vigilantes, tener en cuenta que los continuos cambios no permiten una continuidad y ver cómo va a seguir durante el Gobierno de (Pedro) Castillo; pero, definitivamente, es un hito histórico en el caso de las esterilizaciones en el Perú.

Algo que creo que hay que tomar en cuenta es que las mujeres que fueron afectadas durante las esterilizaciones, muchas de ellas no buscan una reparación económica del Estado. Si bien hay una búsqueda de reparación y justicia, por supuesto, también está un perdón público, sobre todo de ciudadanos de Lima.

Reconocer que mientras estaba sucediendo esto, Lima se mantenía completamente de espaldas a lo que estaba pasando y hasta ahora es un poco así. Estamos acostumbrados mucho a mirarnos el ombligo y no ver lo que sucede a nuestro alrededor y esto es algo que sienten las mujeres (afectadas por las esterilizaciones) cuando conversas con ellas.

En tu libro hablas de cuatro actores que consideras deben discutirse en el caso de las esterilizaciones: la Iglesia, los organismos feministas, las ONGs internacionales y los medios de comunicación. ¿Cuál ha sido el papel que han tenido durante estos 25 años con respecto al caso?

Es una cuestión un poco más profunda porque ya sabemos cuál es la posición de la Iglesia, que sigue siendo la misma (que hace 25 años). Las ONGs han cambiado mucho desde 1996 hasta ahora. Hay organismos como DEMUS que apoyan a las mujeres que han sido esterilizadas, pero no tienen la cantidad de abogados para llevar tantos casos.

En IAMAMC, que es una organización de mujeres de Huancabamba, ocurre lo mismo, y así para otras como IDL, que también ha apoyado muchísimo, pero al ser una cuestión tan compleja desde el ámbito legal, no se dan abasto para la cantidad de victimas. Se ha buscado la intervención de organismos internacionales que se han pronunciado frente al caso, pero sí se necesita un apoyo del Estado.

Por parte de los medios de comunicación, que son fundamentales, en el último capítulo del libro hago un análisis de cómo han intervenido las redes sociales para visibilizar el caso, y creo que ha sido muy importante. Como siempre hay que tener cuidado con las fake news, pero se han formado redes comunitarias digitales que apoyan a las mujeres esterilizadas con grupo de investigadoras (como el proyecto La Madre), el GREF, DEMUS y demás que se dedican a visibilizar y generar noticias sobre el tema, porque nuestro medios más “formales” no lo cubren del todo o no se evidencia.