Un estudio de la revista Nature señaló que restaurar el 30% de los ecosistemas del planeta que fueron explotados por actividades humanas se convertiría en una alternativa para combatir el cambio climático.
Pastizales, bosques y matorrales fueron algunas zonas afectadas por actividades humanas como la agricultura o la gran industria, agregó la indagación en la que participaron un total de 27 investigadores de cuatro continentes.
En este contexto, La República buscó la voz de conocedores en el tema, quienes nos expresaron cómo sería posible recuperar aquellos espacios para convertirse en un agente más de lucha contra el cambio climático que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en este 2020 no se detuvo a pesar de las restricciones por la pandemia.
De acuerdo con Carlos Pajuelo, ingeniero forestal y CEO de la empresa de restauración Tipuana S.A.C, la reinstauración ambiental se puede desarrollar de dos maneras: la pasiva, aquella donde la misma naturaleza puede recobrar el paisaje dañado por algún desastre natural, o la realizada por el hombre. Esta última modalidad entra en acción cuando los elementos abióticos del ecosistema han sido alterados de manera brusca por acción del ser humano.
No obstante, el especialista resalta que la de tipo pasiva se ve altamente afectada por oportunistas que invaden los territorios dañados para explotarlos en agricultura, construcción o actividades ilícitas que impiden la reposición de dichas áreas.
“La minería ilegal y el cultivo de coca, por citar ejemplos, usan insumos químicos que no permite que esta restauración pasiva se pueda dar debido a la gran remoción de la corteza que poco a poco se pierde ante la presencia de metales pesados”, señaló el perito, en diálogo a este medio.
A pesar de ello, Pajuelo, también magíster en Cambio Climático, señala que se pueden practicar diversas técnicas con plantas que absorben diferentes tipos de metales. “Se puede empezar con eso, pero de todas maneras se tiene que agregar materia orgánica”.
Los efectos de la Minería ilegal fotografiada desde el aire. Foto: AFP
De esta manera nuestro consultado advierte que el proceso de reposición se llevará a cabo bajo un estudio previo y en un largo plazo. Este se desarrollará mediante una serie de actividades: tratar de recuperar el suelo, retirar los agentes contaminantes y usar plantas endémicas, ya que cada ecosistema se comporta de forma distinta.
El informe de Nature sostiene que debería priorizarse la restauración de los ecosistemas mundiales destruidos con el fin de lograr mejoras más profundas y con menos coste para alcanzar las metas de biodiversidad, clima y seguridad alimentaria.
Bajo esos términos, Pajuelo apunta a que el efecto invernadero es un fenómeno generado por fábricas ante una elevada emisión del dióxido de carbono (CO2) y que, en un menor grado, una reforestación contribuirá con la captura del gas incoloro.
“El mayor problema con el incremento del CO2 es por temas industriales. Así nosotros plantemos todo el planeta, el efecto no es mucho en comparación con lo que generan las empresas. Lo que sí es importante es que todo suma. Un proyecto de restauración generará en el corto plazo la ganancia en la captura de este gas”, añade.
En 2019, el Gobierno anunció que se combatiría con vuelos nocturnos. Foto: AFP
Los costos señalados por Nature aseguran que restaurar puede ser una de las maneras más efectivas y baratas para mitigar los impactos del calentamiento global. Esta opinión es respaldada por el especialista.
“Plantar siempre te genera una inversión, el tema de restaurar tiene que ver mucho con el conocimiento del ecosistema. Será mucho más barato trabajar con la regeneración natural, ya que estás trabajando con especies endémicas. Es bastante relativo porque va a depender de la naturaleza o cuánto ha sido afectado el ecosistema”, manifestó el también cofundador de la plataforma en Desarrollo Sostenible SeniorityLab.
“En temas ecológicos es lo más recomendable y en temas económicos también, pero lo que aquí sí es importante es que hay un tema de investigación y eso también genera gastos, no cualquier persona puede hacer restauración”, sentencia.
Juan Gabriel Pillco, coordinador técnico del programa de recuperación de áreas degradadas del Ministerio del Ambiente, sostiene que a nivel nacional existen áreas degradadas por residuos sólidos provenientes de botaderos que las municipalidades permitieron formar en un plazo de 20 años.
Para ser más exactos, un informe del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) identificó en 2018 que el Perú contaba con un total de 1.585 botaderos que ocupan un área de 1.977 hectáreas.
Mapa de distribución de áreas degradas por residuos sólidos. Foto: Minam
No obstante, solo 27 de estos espacios fueron categorizados como áreas que pueden ser reconvertidas en infraestructuras formales de disposición de residuos sólidos.
De acuerdo al artículo 10 del Reglamento de la Ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos, las municipalidades que cuentan con botaderos deben presentar sus Programas de Reconversión y Manejo de Áreas Degradadas por Residuos Sólidos.
Por ello, desde el Ejecutivo se iniciará con una campaña de recuperación de estos espacios con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y capitales nipones en 30 ciudades.
Un funcionario de la OEFA recorre un botadero en la ciudad de Lima. Foto: OEFA
“Nosotros hemos diseñado un programa de cooperación japonesa con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) que está planificado atender a 30 ciudades para recuperar áreas degradadas. Esto va a servir como un modelo con experiencia para que se tome como referencia y se pueda replicar por las demás municipalidades”.
Pillco, ingeniero geógrafo de profesión, acota que la reconversión de áreas degradadas se hará cuando se encuentre con disponibilidad de áreas en el mismo lugar. Además, cuando la construcción haya sido realizada sobre la base de un expediente técnico que cumpla con los criterios técnicos para diseño, construcción y control de tratamiento de gases.
“Si el sitio cuenta con esas características y demás requisitos, podría pensarse en hacer un proyecto de reconversión y manejo de áreas degradadas. Usamos el mismo espacio para confinar y enterrar los residuos”, sostiene.
Para el 2021 se tiene planeado iniciar con la construcción de los primeros 12 rellenos sanitarios. Foto: Minam
La recuperación de estos espacios iniciarán en 2021 y contarán con un sistema de control de gases de efecto invernadero como el C02 y el metano disminuirá. Asimismo, reducirá el impacto de filtración de lixiviados (fluidos no biodegradables) en el suelo. “Un relleno sanitario evita eso y el plan de recuperación lo que hace es confinar que no se muevan más los residuos y que con el tiempo se vayan secando”.
El magíster Juan Gabriel manifiesta que los resultados se verán reflejados en un período mínimo de 10 años para que dicho espacio llegue a estar “inerte y sin ninguna carga contaminante”. Sumado a ello, podrá ser rehusado acorde al área geográfica en la que se encuentre con fines recreativos o paisajísticos.