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Sociedad

Santurantikuy: la fiesta del Niño Manuelito inca

Navidad en Cusco. Artistas trabajan durante un año para exponer sus obras de arte en la plaza Mayor cada 24 de diciembre. El protagonista es el Niño Jesús en versión andina.

larepublica.pe
imagen típica. Cusqueños compran imágenes del Niño Manuelito con indumentaria andina.

José Víctor Salcedo

El 24 de diciembre, víspera de Navidad, la plaza Mayor del Cusco se convierte en el centro de la divinidad. Desde la noche anterior, el recinto se transforma en un enorme pesebre, adonde llega el Niño Jesús, conocido como Niño Manuelito en su versión cusqueña y andina.

Es el día de la feria del Santurantikuy (compra de santos en español). La fiesta consiste en la reunión de cientos de artesanos que, tras un año de trabajo esforzado, llegan a la plaza a exponer y vender sus mejores obras de arte relacionadas al nacimiento de Jesús.

Sus inicios

El origen de la feria, según el padre José M. Blanco, arranca en 1834. Blanco cuenta que, en la Pascua de Navidad, se armaban los nacimientos en casi todas las casas y que las familias compraban el día de la Nochebuena, en las gradas de la Basílica Catedral, pastores y figuras que componen el pesebre andino. Allí también se vendía la paja o ichu para cubrir el pesebre, así como las ch’ampas o trozos de césped natural. Ahora las hierbas se venden en la plaza, pero las ch’ampas solo pueden encontrarse en las calles de los distritos de Santiago y Wanchaq, ya no en la plaza Mayor.

Sin embargo, el historiador cusqueño Martín Romero refiere que si bien esa fecha puede ser el inicio del Santurantikuy, antes de la colonia, la plaza Mayor —antes Auccaypata— era el centro de la reunión de los cuatros suyos del Tawantinsuyo para el intercambio de productos. “Ya había (en la época de los incas) el Ccapac Raymi como ritual. Luego, vino el Santurantikuy. Lo que ahora vemos es una mezcla de lo prehispánico y lo colonial”, anotó.

Bella imaginería

El Santurantikuy es la fiesta de la imaginería, es decir, la representación plástica de temas religiosos en su forma popular. El principal protagonista es el Niño Manuelito cusqueño. El Niño de la Espina representa una de sus variaciones especiales. El maestro Antonio Olave fue el padre de la imagen divina. El artista falleció años atrás. Cuando hablaba de su creación, recordaba que el niño divino salió del templo a jugar con los niños campesinos en el lejano distrito de Vilcabamba (La Convención). Mientras jugaba, se le incrustó una espina.

En las obras de arte que se venden en el Santurantikuy, se recrean pasajes de la vida de Jesús y la experiencia de la evangelización católica. Décadas atrás las familias acomodadas o reconocidas del Cusco tenían la fuerza para que los sacerdotes canten delante de sus nacimientos. Aún hay familias que arman durante tres o cuatros meses el nacimiento de Jesús, que puede abarcar uno o dos ambientes de las casonas coloniales.

El historiador y antropólogo Luis E. Valcárcel explicó en sus publicaciones que, para los primeros años del siglo XX, se había enraizado la realización de la feria. “En las iglesias se entonaban villancicos acompañados por el órgano, en las casas los miembros de la familia se reunían para preparar los nacimientos, cuyas figuritas se venden en el Santurantikuy… para la Nochebuena, se preparaban comida y dulces especiales”. La feria es Patrimonio Cultural de la Nación desde 2009.

Nacimientos se desarman el 6 de enero

Los nacimientos cusqueños se arman con semanas —en algunos casos meses— de anticipación a la Nochebuena y la Navidad.

Estos se mantienen en los hogares de la Ciudad Imperial hasta el 6 de enero, día de la Bajada de Reyes, cuando se desarma el nacimiento.

La mayoría de las familias cusqueñas lleva a los niños a misa, luego los guardan hasta el próximo año.

La Empresa Municipal de Festejos del Cusco (Emufec) es la encargada de organizar la feria. Ayer, como estaba previsto, hubo orden, seguridad y limpieza en la plaza de la ciudad.

ARTE MENDIVIL. Oscar Ravelo junto a patrono San Cristobal.