Edwar Quispe
El documental peruano La revolución y la tierra se estrenó a mediados de octubre en Arequipa. Según su director, Gonzalo Benavente Secco, da una visión de la lucha por la propiedad de la tierra desde la Colonia hasta ahora. Tiene como punto medio la reforma agraria de Juan Velasco Alvarado.
Muchos jóvenes no están familiarizados con la historia de la propiedad de la tierra en el Perú.
La película no es un documental específico sobre la Reforma Agraria (que expropió la tierra a los terratenientes), es una visión general desde la invasión de los españoles. A partir de allí la tierra se vuelve una propiedad y el dueño de la tierra se volvía el dueño de las vidas de quienes la habitaban. Con la independencia cambió un poco, había más libertad de inscribir estas tierras que no son suyas. Por lo tanto, ya eran dueños, pese a que había comunidades en esos territorios. Los comuneros para seguir viviendo tenían que trabajar gratis, para el hacendado. No era esclavitud propiamente pero el sistema era de servidumbre.
Pero esta historia tiene un quiebre con el gobierno de Velasco, quien reconoció como propietarios a quienes trabajaban la tierra.
Con la reforma agraria eso cambia. Ya nadie tenía que trabajar gratis en el campo para un hacendado, porque se podría prestar para muchos abusos. Si uno ve los papeles de las propiedades, dice: tantas hectáreas, hay casa, hacienda y tantos indios, estos eran considerados una mercancía, tenían un valor económico, eso cambia con Velasco.
¿Cuánto tiempo les llevó esta producción?
Fue más o menos cuatro años de investigación profunda para contar la historia. No prendimos una cámara hasta año y medio después. Nos dimos cuenta de la importancia que tenía para mucha gente. Ganamos el fondo del Ministerio de Cultura y a partir de eso mucha gente se comunicó y nos comenzó a decir, al fin se va a saber la verdad de este tema. Teníamos que trabajar de manejar seria. Comenzó como un proyecto sobre la Reforma Agraria. Después nos dimos cuenta que lo que nos interesaba contar era el rol de la propiedad de la tierra.
Muchas personas estaban o no de acuerdo con la reforma de Velasco, ¿cómo dan ese mensaje?
Esta película no es la verdad absoluta de nada. Es nuestra visión. El arte tiene una visión general del mundo, tu entorno, tu relación de pareja, tú mismo, lo que decidas. Tampoco busca levantar ninguna figura. No es propaganda.
En el colegio oí decir que a mi abuelo le expropiaron las tierras, no se habla tanto de cuando tu abuelo es campesino. Muchos de los entrevistados muestran que con la reforma agraria pudieron mandar a sus hijos al colegio, aprendieron a leer, escribir y pudieron ir a la universidad.
Pero existe una parte detractora sobre la Reforma Agraria y que seguro han criticado la película.
En una cadena nos sacaron del cine antes de estrenarla. En redes sociales tenemos una pelea bien estúpida con Aldo Mariátegui, que nos ha dedicado 4 columnas: todas empiezan diciendo que deben sacarnos de cartelera. Evidentemente, viene de alguien que piensa que su visión del mundo es la verdadera y es la última palabra. Nosotros no pensamos eso, pensamos que es una voz más, que debería sumarse a otras. Ojalá haya nuevas películas que hablen del tema desde otra mirada, desde otra comunidad.
Pero hay más versiones.
Ya que existe esta película, otras voces van a poder complementarla mejor, contar historias más pequeñas de comunidades específicas, la nuestra tenía que ver con la lucha por la ciudadanía.
De hecho, cuando termina la reforma y la Revolución Peruana, por primera vez todos los hombres y mujeres pudieron votar, yo no sabía eso. Siempre hay que cuestionar la historia que nos enseñan y ver qué tan cierta es. Hay algunos vacíos y personas tienen el interés de que sigan existiendo.
Estos testimonios y documentos le dan peso a la película y sostienen la investigación.
Por eso es importante el trabajo del archivo. Las imágenes, las palabras, los testimonios de personas que vivieron antes que nosotros son lo que nos ha ayudado a construir este relato; finalmente, el cine construye imaginarios. Esta película también es un imaginario más, es lo que nosotros estamos contando, es una historia más que se inserta a los otros imaginarios previos.
Sí hay una verdad hegemónica de Velasco y que la escuchas en el colegio: Velasco atrasó el Perú 30 años, acabó con el rock y no dejó tocar a Santana. No sé cómo se dé ahora, pero en mi tiempo era así. De hecho, un poco entramos a hacer la película pensando que había algo más que eso. Quien gana la guerra cuenta la historia. Velasco tenía un discurso bien duro, decía que iba a acabar con la oligarquía; de hecho, pierde poder territorial, pero se reacomoda y no pierde poder económico o político. Si vemos ahora a Dionisio Romero dando millones a Keiko, nos damos cuenta de que seguimos en ese mundo donde la política y los empresarios van de la mano según intereses económicos específicos, no de los peruanos.