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Sociedad

Arequipa en la independencia

Cada año celebramos la Declaración de la Independencia de 1821, a pesar de que Arequipa se adhirió a ella recién en enero de 1825

larepublica.pe
Columna de Eduardo Ugarte

Eduardo Ugarte y Chocano

Periodista

Cada año celebramos la Declaración de la Independencia de 1821, a pesar de que Arequipa se adhirió a ella recién en enero de 1825 y antes fue contraria a la rebelión de Túpac Amaru, a excepción de seis miraflorinos cuyos cadáveres pidieron se exhiban en la plaza de Armas como escarmiento. Esta sumisión la explica así el historiador Víctor N. Benavente: “… La decisiva influencia de la Iglesia, que enseñaba el respeto y sumisión al principio de autoridad como de origen divino, hizo presa en un medio donde las altas virtudes cristianas y el espíritu religioso enrumbaron los destinos espirituales de Arequipa”.

Sin embargo, un cura español, el obispo Chaves de la Rosa, desde el seminario, transformó las conciencias y formó a los precursores arequipeños de la independencia, que seguirían al otro cura, esta vez arequipeño, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán. Entonces, junto a Francisco de Paula Quiroz, que por patriota sufrió prisión en el Callao; José Pinelo, que acompañó a Muñecas en Puno; Manuel José de Rivero y Araníbar, seguidor de Zela y Pallardelli en Tacna, encontramos alrededor de Pumacahua y su movimiento a José María Corbacho, Mariano Melgar y Mariano José de Arce.

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Los acompañan más arequipeños como próceres en relación de Benavente: Anselmo M. Quiroz, Miguel del Carpio, José Gregorio Escobedo, Santiago Ophelan, Ignacio Álvarez Thomas, Domingo Tristán, Mariano Alejo Álvarez, Mariano de Rivero, Francisco Rivero, Mateo Arróspide, Benito Lazo, Mariano Blas de la Fuente, Manuel Landázuri y Pedro Cossio. Y, en San Lázaro, en la plaza de los Próceres Arequipeños de la Independencia Nacional —lugar donde las autoridades deben rendir homenaje todos los años en esta fecha—, figuran en las placas, además, Javier de Luna Pizarro, J. N. Cherveches, Mariano Santos de Quiroz y María Linares, la única mujer.

Por lo dicho, es de justicia, como obligación con nuestra historia y parte de la construcción ciudadana en que está empeñada la Municipalidad Provincial de Arequipa a través de la Gerencia del Centro Histórico, el que se hagan evidentes estos nombres y se les recuerde, más allá de lo que significa que algunas calles los lleven como suyos, ahora que todos los peruanos tratamos de llegar con actos celebratorios y expresiones patrióticas al Bicentenario de la Independencia.